En el telar de mi ser, entrelazo las letras que brotan de mi alma, tejidos de sentimientos y emociones que danzan sobre este lienzo negro que mi pluma transfigura. Anhelo que cada palabra, cada trazo, trascienda y se convierta en eco en tu ser para fundirte en el velo mágico de mi memoria. Que mis versos sean puentes que nos unan en un abrazo sólido, y que mi tinta sea un testigo del vínculo que florezca entre tú y yo. En cada línea trazada, en cada verso susurrado, te escribo con el alma para que en el tapiz de nuestras historias encuentres el eco vibrante de mi ser y la esencia de este nuestro encuentro. Que mis letras sean hilos de un lazo indisoluble entre tú y yo, donde el tiempo se detenga y la eternidad se haga presente. En cada palabra entrelazada, en cada estrofa compartida, tejamos juntos la trama de un sentimiento duradero, donde nuestras almas se encuentren en todos los rincones de esta bella historia.

25 de septiembre de 2016

Algo...

... frío empapa mis manos y enturbia mis ganas de dormir... mientras la noche emerge y todo se llena de sombras. El silencio se alborota y mis oídos gimen secretos del viento. Chirrían mis párpados en esta penumbra de soles pospuestos y ese algo me dice que todo llega...

Cada latido de mi corazón es un pulso al tiempo, algo relativo entre el ayer y el mañana, mas no queda más que hoy, este instante... Contengo la respiración que me molesta. Algo altera la calma de esta habitación... Se abre la puerta lentamente, como no queriendo hacer ruido, y las cortinas se mueven en ese alarido callado de la corriente. Mi cuerpo reacciona permaneciendo quieto, rígido...

Algo..., algo está ahí... Me encomiendo a todos los santos. Rezo todas las oraciones: Medio Padre Nuestro y medio Ave María... y que Dios me coja confesada...
Ese algo no se oye... pero lo presiento... Hasta puedo olerlo... Está aquí mismo...
No puedo relajarme. Imposible.

Mi pecho es un máquina de tren a todo vapor. Cada palpito es como una bomba en caída libre y, de un solo golpe, seco, preciso..., mi pecho se ve atravesado por cuchillos finos que arrugan la sábana que como un sudario me cubre...
Un largo segundo y no me siento. No vivo. No pienso. No padezco... Soy una roca, inerte...
Y gritó:

¡¡¡Algo!!!



P... gato del vecino... Pero, ¿por dónde entra? Otra noche más y no sé si la supero... Hay amores que matan... y el suyo por mí es ya obsesivo...

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Esta semana, Sindel, desde su blog"Palabras de Sindel
nos invita a Algo
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23 de septiembre de 2016

Silente...

Observo silente el mudo movimiento de las sombras 
como en un sueño de esos libidinosos 
en los que tu boca me prende y tus ojos se hacen cortina ante los míos. 

Quiero enterrar el sonido de tu memoria 
picoteando como ave rapaz las semillas de mi olvido; 
percibir lejos los chirridos de los grillos de mi pecho 
cuando tus susurros se visten de luz de tenue luna 
al amparo de las sombras nocturnas 
bajo el auspicio de deseos nacientes. 

Silente, sí, así descanso por fin 
en el aura perenne de este sueño desvelado 
entre tu carne y mi alma, 
entre tu ánima y mi piel caliente, 
o entre los silencios tatuados de pasiones toleradas. 

©ɱağa 23/9/16

21 de septiembre de 2016

Tempestad...


Y debajo de las telas se desviste la piel:
La mia, canal recto que dibuja al final la sonrisa entrecruzada de la vertical.
Lado oscuro, lado entre sombras
como isla recóndita atajada a fuerza de mano;
de placeres escondidos, de placeres renovados...

La tuya, furia enaltecida de mil demonios que enervan los cielos.

Beso nocturno que sucumbe las vergüenzas
y ensalza el deseo más oculto,
acelera las pulsaciones y eleva los sudores
donde los labios se cierran
y el cenit se abre,
donde la calima se vuelve tormenta de arena
y el mar se enfurece,
donde las olas con las rocas se encuentran,
se enamoran y pelean…

Y llueve: Lluvia clara en noche fosca;
vaivenes arremetidos a golpe de coxales,
a alientos de compás perdido en hebras de saliva
que unen las bocas pronunciando las estrellas 
en medio de esta tempestad de dos cuerpos enredados.

Y la calma llega con las manos prestas,
asidas a los bulbos de mi espalda
mientras el marinero se vuelve maestro y capitán,
alabando entre dientes el albor de la luna,
jaqueando la tempestad,
horadando con mil rayos cual Enlil abriendo las compuertas del cielo
inundado arrecifes de coral...

19/11/2015
Este jueves, Inma, desde su molí nos invita a vivir una tempestad.

Más momentos tempestuosos en su Molí del Cayer.

19 de septiembre de 2016

Simplemente simple(s)..

Somos dos sombras perdidas en la noche más oscura, 
lejos de ese plenilunio que nos vio nacer.
Somos esas dos almas anexas, 
dos simples seres vivientes,
encauzadas en el limbo de un amor en discontinuo, 
en un sendero donde piedras y polvo devoran las huellas.

Somos ese destino enlazado en lo improbable de la simple realidad 
escrita con notas discordantes y rima asonante,
una simple grafía de gestos y contragestos;
una simple concatenación de sentidos.

Somos, simplemente, somos… 
luz entre tinieblas.


La palabra de esta semana es Simple 
y podéis ver otras versiones en el blog de las
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maga, 13/5/16

15 de septiembre de 2016

Tango de fuego...



Déjame ser el ocho que se caracolee en tus piernas, 
la mujer guiada en la tibia fuerza de tu mano anclada en el centro de mi espalda, 
astro de mi universo desnudo. 

Clava en mí la noche de tus ojos, 
convertida en la pasión que nos inunda y empapa, 
y atraviesa mi alma inquieta con ese aliento del deseo que nos quema. 
Ordéname en el siguiente paso 
cuando deslice mi pierna hasta la base de tus pilares
y haga de su alto centro, esencia de mis latidos. 

Dejémonos ir en este baile de abrazo, 
donde somos más uno, 
donde somos silencio, solo sentir, solo almas, 
solo el tacto delicado de dos cuerpos desnudos. 




Baila conmigo. 
Cierra los ojos. 
Seduce mi alma con tu silencio. 
Rinde mi cuerpo con tu deseo. 

Deja que te embriague, 
que te emborrache de mí, 
que sea fuego que te hace manar, 
que purifique tus lluvias y desprenda tu carne.



8 de septiembre de 2016

Tatuados en los sueños...

El sol dibujaba arabescos al colarse por los grandes ventanales y una suave brisa del desierto despeinaba mis velos, ondeándolos. Mientras mis pasos avanzaban, mi silueta se veía reflejada en el lago de aguamarinas que era el suelo de mármol.

Con decisión, seguridad y ni vista atrás, avanzaba hacia la gran puerta dorada abierta de par en par, y más cerca estaba de ella, mis vestiduras se iban haciendo más ligeras, mientras en mi mente, como si fuera una música recordatorio, escuchaba mi nombre... pero otro nombre… en una voz suave, ligera y al tiempo profunda y musical…

El astro parecía ser diferente. Los sonidos sonaban distintos. El viento era desemejante, y mi piel se iba tibiando entre las sombras de la galería exterior. El agua discurría calma en las fuentes que quedaban a mi derecha  y el vergel desprendía un frescor que se agradecía.

Mis ropas se iban desprendiendo como capas innecesarias, al tiempo que atravesaba los arcos de la galería, uno tras otro, hasta que mi cuerpo quedó sutilmente vestido, o desvestido, con una simple túnica de color crudo, de tejido suave, semitransparente, y mi cabello se mecía libre, a merced del viento que desde el desierto arrancaba silbidos a las palmeras.


Aquella voz seguía sonando en mi interior, haciendo palpitar mi corazón, aligerando mi alma y deteniendo mis pasos unos metros más allá, en la fuente azul, donde los peces de colores eran dueños y las libélulas azules revoloteaban. 
Ahí estaba ese hombre. él: Sentado al borde, con los pies metidos en el agua, jugando con esta entre los dedos de sus manos. El sol se reflejaba en ella produciendo un efecto áureo en torno a su figura, vestida de crudo... como la mía.
Me miró. Sonrió. Escuché su llamada sin pronunciar palabra alguna, silente, un rumor en una lengua que no era la mía pero que era capaz de comprender como quien comprende a una madre.

Mis pasos dubitativos le alcanzaron. Tendió la mano y, al tomarla, me guió para sentarme a su diestra. Tomó agua en su mano libre y, a modo de bendición, la derramó sobre mi mano, retenida dulcemente en la suya.

Mayim chayyim... (1)

Su mirada, afín a un topacio amarillo, se clavó en la mía y me sentí ligera, en una envolvente sensación de ser acogida en su seno, de sentir latidos que se acompasaban como toques de riq a las danzas de  unos pies desnudos…
Sus ojos dibujaron una sonrisa; y su boca, el sonido de mi otro Nombre… 

Ishti... Ve'ahavat olam ahavtich... (2)

Y entonces, supe que ya habíamos orado sobre las arenas... y que el agua había sido arena y sal.



(1) Agua viva.
(2) Esposa mía... Te he amado con amor eterno...
Ni siquiera sé si está bien escrito. En realidad, solo recuerdo cómo lo entendí y cómo debía interpretarlo.

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Este jueves, Maribeldesde su blog “Soliluna”, 
nos evoca a regalar un sueño.
Este es el mío.

4 de septiembre de 2016

Semillas...

Tus palabras resuenan en mi interior 
como el sabor de este beso, 
 como el aroma de este abrazo 
que me une a ti y te enclava a mí, 
 como el eco reverberado de todos nuestros silentes tallados en miradas… 

Y eres ánima de mi ánima, 
 argumento no vano de todos mis pensamientos, 
 pasión ejercida de mi piel engarzada en tu piel, 
 cuerpos encarnados en el deseo 
impaciente y vibrado de dos fuegos encontrados.
En Nosotros, Nos.

Tus ojos son mis ojos; mi boca, tu boca; mi latido, tu latido…
Tu voz, palpitos de lluvias en los amarres de mis puertos.
Mi esencia, la perfecta conjugación de la tuya…
Tú, mí guía. Yo, tu cauce.
Somos elementos etéreos,
fraguados una y otra vez
en sangre y carne,
paja y barro.
Semillas de Arena y Agua,
Viento y Sal.


1 de septiembre de 2016

Adivina dónde estoy...

El sol juega a colarse por entre las copas de los pinos. Lo angosto de la carretera siempre me ha hecho pensar en esas películas de miedo en una noche donde el camino parece cerrarse en vez de abrirse e, incluso, en algunos tramos se teñía de rojo. El olor a naturaleza casi ahoga mis pulmones. El zumbido del coche al pasar junto a los pinos y mojones parece el silbido de flechas que, imaginariamente, podrían salir de la  maleza.

Cómo cambia el paisaje en unos pocos kilómetros. Atrás habíamos dejado la capital de la comarca, su soberbia fortaleza de forma pentagonal diseñada por Tiburco Sapanochh, su catedral del primer románico español en honor a san Pedro, y sus lacitos o sus condes..., dulces manjares... y el bullicio de una ciudad pequeña invadida por turistas.


Tras más de una curva llegamos al tupido bosque de hayas, pinos, avellanos, abetos y acebos que rodean la verde explanada de san Indalencio en la que emerge el Monasterio Nuevo, del s. XVII. Aparcamos el coche, cogemos las cosas y nos damos un paseo por los alrededores. Impresiona la soledad del Monasterio erigido sobre la gran montaña de roca que no se aprecia desde ahí. Ya hay gente ocupando las mesas que rodean la pradera y los niños juegan al fútbol o a tirar piedras a la charca que parece un lago.


Decidimos bajar andando por el bosque y paseaderos hasta la parte del Monasterio Viejo o Real Monasterio. El paisaje corta el aliento... y el camino no se hace demasiado complicado. Inunda el silencio solo roto por los pájaros, los grillos y el murmullo de la gente. Seguimos el descenso de la montaña. Llegamos ante la impresionante imagen que supone la gran roca que ampara al aislado Monasterio. Ambos se mimetizan de tal forma que forman uno.  Y tan relevante como la roca, los claustros románicos de hermosísimos capiteles. Me imagino el descanso contemplativo de los peregrinos que años ha, hacían el Camino de Santiago. Lo recorremos por su lateral derecho hasta la puerta de la iglesia que se encaja en la roca. El corazón palpita fuerte al ver el imponente peñasco simulando una gran bola a punto de estallar. Y se siente algo especial cuando al entrar en la pequeña iglesia ves la réplica del Santo Grial que san Lorenzo escondió por orden papal y por lo que le costó el martirio de morir quemado en la parrilla.

La historia y las leyendas son ricas en este lugar legendario de la Edad Media, plenamente vinculado a la existencia de la copa, siendo panteón de reyes hasta el s. XII , o personajes de la época, amén de que fue el primer lugar de la Península en el que se introdujo el rito litúrgico romano... y cuna del Reino en el que vivo.

Al salir estábamos cansados, con mil y una sensaciones y un hambre canino, así que nos volvimos arriba, eso sí, esta vez cogimos el autobús turístico.
Extendimos nuestras cosas y nos sentamos  a la sombra para comer.


Este jueves,  Alfredo nos lleva a jugar a las adivinanzas 
Seguro que el mío lo habéis adivinado. 
Os lo he puesto demasiado fácil  y seguro que habéis hecho trampas.