¿Sabéis? He visto estos días tantos deseos, buenos; tantas ganas de compartir, muchas; tant@s amig@s virtuales que se han convertido en personales, tantos "mases"; tantas sonrisas y, sí, algún que otro cabreo porque de todo tiene que haber; que me habéis contagiado.
Cierto es que me sale el agradecimiento de forma natural,
pero cuando ves tanta gente a tu alrededor con el espíritu
con el que me he encontrado,
aquél evoluciona de forma brutal.
Sí, puedo decir que no ha sido el mejor año de mi vida
pero siempre hay que sacar algo positivo.
¡Y tengo miles de cosas positivas que recordar!
De las menos buenas nada tengo que olvidar
pues las regenero para darles la vuelta y seguir hacia delante.
2015
Ha de ser un buen año. Acaba en 5 y,
lejos de la rima que no viene a cuento, es un número bonito.
Me gustan los números primos menos el 2, tan perfecto como limitado.
Teorías aritméticas aparte, ya haremos cuentas cuándo toque, estoy aquí para hablar de mis deseos. Sí, pasaremos la última noche al igual que la primera. En este caso sí viviremos el primer día como si fuera el último. Nos llenaremos de confetis, de trompetillas, de cavas y canapés...
Nos rodearemos de la mayor parte de la gente que queremos,
de amig@s, de familiares,
de ese amigo o amiga que se ha convertido en un amor,
de ese amor que dejó de serlo para convertirse en un buen amigo o una entrañable amiga...
Y así, seguiremos pensando,
tal vez sin evitar alguna lágrima,
en los de siempre: En los que no están.
Mas hemos de preocuparnos de los que estamos,
porque la vida continúa...
Y, aunque pueda haber otras, de momento es la que nos toca vivir.
Brindo por mí y los míos, por vosotr@s y por los vuestros,
por vuestros deseos, por vuestras alegrías...
para que podamos seguir compartiendo todo
cuanto hemos compartido hasta ahora. Y ya que hemos sabido hacer fuertes los cimientos y protegido las raíces de lo que hemos plantado, hagamos que sigan siendo dinámicos los primeros y
vayan creciendo las plantas y las flores de aquellos bulbos
que un día elegimos para nuestro jardín.
Brindo por nuestros deseos sí, pero también por los carnales;
por nuestros sentires, por esos que plasmamos en papeles virtuales que son una página de nuestro corazón, de nuestra entrega.
Brindo por los besos, por los abrazos,
por los polvos de estrellas y las confabulaciones del universo...
Brindo por esas cadenas que nos hacen libres,
esas que algun@s de vosotr@s me habéis explicado.
Brindo por los Universos renovados, por los sentimientos encontrados,
por los más y los menos...
Brindo.
Brindo porque quiero.
Esta última noche me vestiré de rojo: Rojo por dentro, pura sangre.
Rojo por fuera: sedas francesas y damasco.
Del primero, todos los días.
Del segundo, de ciento a viento.
Y a falta de palabras,
que no de emociones que me embriagan y me embargan,
me remito a
Víctor Hugo y por este poema "Te deseo".
que no de emociones que me embriagan y me embargan,
me remito a
Víctor Hugo y por este poema "Te deseo".
Te deseo primero que ames,
y que amando, también seas amado.
Y que, de no ser así, seas breve en olvidar
y que después de olvidar, no guardes rencores.
Deseo, pues, que no sea así, pero que sí es,
sepas ser sin desesperar.
Te deseo también que tengas amigos,
y que, incluso malos e inconsecuentes
sean valientes y fieles, y que por lo menos
haya uno en quien confiar sin dudar.
Y porque la vida es así,
te deseo también que tengas enemigos.
Ni muchos ni pocos, en la medida exacta,
para que, algunas veces, te cuestiones
tus propias certezas. Y que entre ellos,
haya por lo menos uno que sea justo,
para que no te sientas demasiado seguro.
Te deseo, además, que seas útil,
mas no insustituible.
Y que en los momentos malos,
cuando no quede nada más,
esa utilidad sea suficiente
para mantenerte en pie.
Igualmente, te deseo que seas tolerante,
no con los que se equivocan poco,
porque eso es fácil, sino con los que
se equivocan mucho e irremediablemente,
y que haciendo buen uso de esa tolerancia,
sirvas de ejemplo a otros.
Te deseo que siendo joven no
madures demasiado deprisa,
y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer,
y que siendo viejo no te dediques al desespero.
Porque cada edad tiene su placer
y su dolor y es necesario dejar
que fluyan entre nosotros.
Te deseo de paso que seas triste.
No todo el año, sino apenas un día.
Pero que en ese día descubras
que la risa diaria es buena, que la risa
habitual es sosa y la risa constante es malsana.
Te deseo que descubras,
con urgencia máxima, por encima
y a pesar de todo, que existen,
y que te rodean, seres oprimidos,
tratados con injusticia y personas infelices.
Te deseo que acaricies un gato,
alimentes a un pájaro y oigas a un jilguero
erguir triunfante su canto matinal,
porque de esta manera,
te sentirás bien por nada.
Deseo también que plantes una semilla,
por más minúscula que sea, y la
acompañes en su crecimiento,
para que descubras de cuántas vidas
está hecho un árbol.
Te deseo, además, que tengas dinero,
porque es necesario ser práctico,
Y que por lo menos una vez
por año pongas algo de ese
sólo para que quede claro
quién es el dueño de quién.
Te deseo también que ninguno
de tus defectos muera, pero que si
muere alguno, puedas llorar
sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable.
Te deseo por fin que, siendo hombre,
tengas una buena mujer, y que siendo
mujer, tengas un buen hombre,
mañana y al día siguiente, y que cuando
estén exhaustos y sonrientes,
hablen sobre amor para recomenzar.
Si todas estas cosas llegaran a pasar,
no tengo más nada que desearte.
y que amando, también seas amado.
Y que, de no ser así, seas breve en olvidar
y que después de olvidar, no guardes rencores.
Deseo, pues, que no sea así, pero que sí es,
sepas ser sin desesperar.
Te deseo también que tengas amigos,
y que, incluso malos e inconsecuentes
sean valientes y fieles, y que por lo menos
haya uno en quien confiar sin dudar.
Y porque la vida es así,
te deseo también que tengas enemigos.
Ni muchos ni pocos, en la medida exacta,
para que, algunas veces, te cuestiones
tus propias certezas. Y que entre ellos,
haya por lo menos uno que sea justo,
para que no te sientas demasiado seguro.
Te deseo, además, que seas útil,
mas no insustituible.
Y que en los momentos malos,
cuando no quede nada más,
esa utilidad sea suficiente
para mantenerte en pie.
Igualmente, te deseo que seas tolerante,
no con los que se equivocan poco,
porque eso es fácil, sino con los que
se equivocan mucho e irremediablemente,
y que haciendo buen uso de esa tolerancia,
sirvas de ejemplo a otros.
Te deseo que siendo joven no
madures demasiado deprisa,
y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer,
y que siendo viejo no te dediques al desespero.
Porque cada edad tiene su placer
y su dolor y es necesario dejar
que fluyan entre nosotros.
Te deseo de paso que seas triste.
No todo el año, sino apenas un día.
Pero que en ese día descubras
que la risa diaria es buena, que la risa
habitual es sosa y la risa constante es malsana.
Te deseo que descubras,
con urgencia máxima, por encima
y a pesar de todo, que existen,
y que te rodean, seres oprimidos,
tratados con injusticia y personas infelices.
Te deseo que acaricies un gato,
alimentes a un pájaro y oigas a un jilguero
erguir triunfante su canto matinal,
porque de esta manera,
te sentirás bien por nada.
Deseo también que plantes una semilla,
por más minúscula que sea, y la
acompañes en su crecimiento,
para que descubras de cuántas vidas
está hecho un árbol.
Te deseo, además, que tengas dinero,
porque es necesario ser práctico,
Y que por lo menos una vez
por año pongas algo de ese
sólo para que quede claro
quién es el dueño de quién.
Te deseo también que ninguno
de tus defectos muera, pero que si
muere alguno, puedas llorar
sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable.
Te deseo por fin que, siendo hombre,
tengas una buena mujer, y que siendo
mujer, tengas un buen hombre,
mañana y al día siguiente, y que cuando
estén exhaustos y sonrientes,
hablen sobre amor para recomenzar.
Si todas estas cosas llegaran a pasar,
no tengo más nada que desearte.