Cuando somos tú y yo
los que nos encontramos entre la rocas que envuelven arenas,
y nos hallamos entre los quejidos que cubren a la noche...
Cuando somos los dos quienes terminamos erosionados en el suelo,
repletos de lágrimas saladas exudadas de la piel agasajada;
cuando tu danza se convierte en el espejo de mis retinas
y mi cuerpo baila en alabastros sobre tus tintas negras...
Cuando tus manos galopan mansas en los ciegos de lividos labios
y de mí nace la luz que escama tus suspiros enarbolados en banderas vírgenes…
Cuando todo eso es un infinito creciente entre mis vientos y mis lunas,
entre tus gestos crepusculares de salvajes fragancias adheridos
y se vuelve tibia la carne que en flamas densas ha ardido…
entonces,
solo entonces,
somos vuelo fraguado.