Como un regalo de san Valentín -porque no solo es santo de amor, también de amistad- me llega este obsequio, por El Tacto del Pecado, de alguien a quien conozco desde hace cuatro días y, sin embargo, no pudo dejar de decir que sus letras me embaucan, me hacen revivir cosas que ni he vivido pero las veo como si así hubiera sido.
Sus letras, que no son letras, si no brotes de su corazón, de su mente, de su fantasía que reverberan tecla a tecla... te transportan a ser uno de sus personajes vivos porque él es un buscador de historias que te las deja a mano para que las encuentres sin problemas.
Puedes perderte en una taberna de Bristol, en un poema de amor, en un relato donde todas las preguntas pueden tener respuesta, en un fotopoema, en un silencio que habla... En fin, que no le conozco tanto como me gustaría pero me gusta seguir sus pasos, a distancia corta, a paso corto el mío... y disfrutar(le).
Mil gracias por el reconocimiento. No se me ocurre nada mejor para ello y te dejo mi detalle, con la promesa añadida de que a su debido tiempo, verás de mi mano el detalle que en verdad mereces. Y espero que jamás dejes de aportar(me) toda tu calidad literaria y tu calidad humana, porque no hace falta conocerse para percibir lo que una persona es.
Su premio, el que me alcanza es el denominado Black Wolf Blogger Award (el del lobo negro), como él mismo describe, reconoce el trabajo y la constancia de un(@) blogger.
Lo que él no sabe de mí es que soy muy incumplidora (no sé si un día cambiaré de parecer) de las normas de estos premios (y mira que me gustan a mí las normas, ni que en alguna vida anterior hubiera sido general o Srta. Rotermeyer), pero sí responderé a sus preguntas que, de hecho, las respondí en un post anterior y al que por respeto no voy a recurrir.
Gracias y mil veces gracias, por tus brotes de creatividad, por furor poeticus que te ha entrado al pensar en mí.
Y, como bien debes saber, la inspiración se representa bajo la figura de un adolescente animado de todo el fuego del genio teniendo en la mano derecha una espada y en la izquierda la flor del girasol. Quédate con la espada y el girasol. El cuerpo lo pones tú.
Estas son las preguntas con sus respuestas:
1. ¿Cuál fue el primer libro que leíste?
No tengo ni la menor idea. Recuerdo algún título así como disperso más bien. Tengo en mente los clásicos del colegio o de los estudios más superiores pero no me preguntéis más. Con un poco de suerte puedo recordar un par o tres de los actuales y a una cincuentena cambiarles el título.
2. ¿Por qué escribes?
Creo que solo tengo un par de motivos: Uno, el de irme retroalimentando. Considero que mi universo interior es demasiado amplio y debe renovarse constantemente. Así que escribo por y para mí. Luego descubrí que podía compartirlo y que había personas a las que les gustaba lo que hacía, de modo que encontré en ello el modo de que lo que me desborda no se pierda.
3. ¿Tienes una musa o una inspiración?
Tenerlas las debo tener, así como algún que otro muso. Lo malo de ellas y de ellos es que están bajo su libre albedrío con lo cual, están cuando quieren y no cuando se les necesita. Son más o menos como Morfeo, salvo que este es más camandulero y más infiel.
4. ¿Cuál ha sido tu gran amor?
No creo que exista un gran amor. Cada amor es diferente. Además, tiene muchos apellidos -como he dicho en alguna que otra ocasión-: A los 15 años, por ejemplo, tienes ese primer amor que parece no vaya a haber otro igual; a los 40 descubres que la vida te da oportunidades que no sabías que existían. Y el amor, ese gran amor puede apellidarse madre, padre, hermano, abuela... el gato, el perro...
Todos son grandes amores. Unos marcan más que otros por el momento en que llegan a la vida o por cuándo y cómo se van.
5. ¿Escribes lo que vives o vives lo que escribes?
Si no me creo lo que escribo es imposible que lo escriba. He de vivir cada letra como si fuera una experiencia propia. Es la única forma que concibo para poder transmitir. Desde otro punto de vista, siempre se pueden transcribir vivencias personales o de personas cercanas, algo que te gustaría vivir y que sabes que no vivirás jamás... Moverte por escenarios por los que te sientes más segura y cómoda...
En realidad, te sientas ante un papel en blanco o ante la pantalla del ordenador y dejas volar la imaginación sintiéndola con intensidad.