Giro la llave en una casa sin puerta ni cerradura. Dentro, entre las
cuatro paredes de una patria que no me otorga lo que merezco, nada hay. Nada
que me salve. Nada que me diga: ¡Quédate!
Al contrario. Me grita, me vocifera, me alienta a irme, a que me aleje
de ella. Ya no me puede dar lo que necesito. Ya no me quiere. Dejé de
interesarle.
Y en el hatillo me llevo lo único que me queda: Mi dignidad y mi
vergüenza, mis miedos e incertidumbres, mi vida y un manojo de billetes enrolladlos
y sujetos con una cuerda; la cuerda que atará mis viejas zapatillas, las que horadarán
el suelo que me acerca… ¿A dónde? ¿A mis sueños? ¿A un poco de esperanza? ¿A un
corazón patrio que me ame, que me acoja? ¿A qué?
Solo sé que he de huir de aquí. Dejarlo todo sin mirar atrás. Con la
pena de no saber si podré volver. Con la rabia de saber que todo lo perdí y
nada pude salvar.
Me voy con tristeza, como tantos miles, pero con el ánimo que tiene quien ya no puede
perder más, quien ya ha saboreado las hieles de la de desesperanza, de la
injusticia, de tantas cosas que laceran el alma que ya no caben más heridas.
Con los ojos rojos de tantas lágrimas derramadas, de tantas madres, de
tantos hijos, de tantos padres… Me voy con el sonido que corta el viento y hace
temblar la tierra. Me voy queriendo dejar atrás la locura de los que se creen justos
dioses… ¡Por el nombre de Allâh!
A ti imploro, ¡oh, Misericordioso!, que me acompañes en este camino de
espinas. Hazme digno de tus indulgencias. Ayuda a que mis pasos dejen huella para
otros, que mi aliento sea ánimo y esperanza; que mi alma recupere la paz que
necesita… y mi vida, la dignidad que perdió.
Y aquí, en esta patria que no es la mía, pero he de hacerla como tal. Entre esta gente que no es mi gente pero he de mirarla con el respeto que
le debo por acogerme; que me cura las heridas, alimenta mi estómago vacío y
seca mis lágrimas, tornadas ahora en el halo de la esperanza y la alegría pero
que se siguen resbalando por mis mejillas ante este miedo que siento en tierra
extraña… Aquí y ahora, nace una nueva esperanza. Una nueva vida.
No va a ser fácil… Pero esto es hoy. Mañana… no sé… Tal vez también la
patria nueva se olvide de mí, de tantos como yo… Pero merezco una oportunidad y
lucharé por ella… Y por la sangre derramada, por las almas perdidas…, por las
esperanzas rotas…
Por mí: Un refugiado sin nombre.
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Esta vez tocamos un tema muy
en actualidad, tristemente, aunque ha existido desde siempre, pero este éxodo
me hace recordar cosas que solo he vivido en películas. Desde la convocatoria
realizada por Nieves, a través de su blog, “Matices de colores”,(click) nos solidarizamos con tantas personas que han de abandonar su patria de forma violenta.
Cabe decir que mi visión es algo utópica.
Cabe decir que mi visión es algo utópica.
Tremendo!!!!, yo me pregunto donde está nuestra dignidad, si es que la tenemos.
ResponderEliminarun beso
Yo sí sé dónde tengo la mía. Me preguntó dónde está la de los que sí pueden hacer algo más de lo que tú y yo podemos hacer.
EliminarUn beso enorme.
Todo por la esperanza de algo mejor.
ResponderEliminarUn saludo.
Puro instinto de supervivencia.
EliminarBesos.
Impresionante tu texto juevero, me ha erizado la piel y estremecido todo mi cuerpo cuando he leído tu texto sobre el tema de los refugiados.
ResponderEliminarMe quedo con ésta frase:
"Me voy con el sonido que corta el viento y hace temblar la tierra".
Claro que no es fácil y merecen todos una oportunidad, no hay que perder nunca las esperanzas.
Me encantó tu relato, Mag.
Un beso dulce de seda.
Hola, guapa. Bueno, es que estamos muy sensibles ahora con todo esto. Y lo peor es que llega el invierno y muchos van a perecer en el intento.
EliminarYa no queda mucho dónde agarrarse pero, aunque sea a un clavo ardiendo, hay que hacerlo... A pesar del precio tan alto que se ha de pagar muchas veces,
Un besazo.
Quizas nos tendriamos que poner tantas veces en la piel del otro
ResponderEliminaren lo dificil que se hace la vida cuando lo dejas todo,
cuando lo único que tienes es a ti mismo, vivir el dia a dia , seguir luchando por una vida mejor .
Aun en contra del mundo .
Mas humanidad y corazones humildes ...
Beso dulce y feliz dia
Tememos el corazón humilde pero todo está tan mediatizado, todo está tan a la orden del día que alguien se encarga de que lo veamos como una película... Y lo cierto es que cualquiera está metido en esos zapatos, menos quienes se hacen manicura de oro.
EliminarGracias por pasarte. Un beso.
Nadie quiere dejar su tierra, eso está claro. Nosotros tenemos esta obligación moral, solidarizarnos con cada uno de ellos, porque podíamos ser nosotros.
ResponderEliminarUn abrazo
Por eso nos sensibilizamos tanto porque no nos es ajenos. Le ha tocado a nuestros abuelos...
EliminarPero es triste, muy triste, dejar que esta urgencia parezca tan poco importante.
En fin...
Nos metemos en sus zapatos y nos aprietan mucho pero siempre hace quien menos puede, y los que lo tienen todo en su poder para poder hacer, se quedan mirando.
Siempre es así pero luego se llevan la gloria.
Un beso.
Dejan atrás una vida buscando una oportunidad para los suyos... porque al fin y al cabo... eso es lo que buscan para sus hijos. Muy bien narrado desde esa perspectiva, Mag.
ResponderEliminarMil besitos, preciosa y feliz noche.
A veces, dejar la tierra es una necesidad interior. Otras, simplemente, es supervivencia. No tienes opciones a pensar. Actuas o mueres... Y en el intento, tienes la posibilidad de perecer, es cierto, pero también, la de una vida mejor.
EliminarUn beso enorme y gracias por estar por esta Casa.
La realidad es así, golpea de diversas maneras, es cuando uno comprende la fortuna que tiene, de poder vivir en su patria, en un hogar con su familia y ya ves, poder hasta dedicarnos a lo que nos gusta. Ellos no tendrán ese regalo.
ResponderEliminarBesos dulces.
Dicen que nunca sabes lo que has tenido hasta que lo pierdes, pero saber que no lo vas a volver a tener, que hagas lo que hagas, tu batalla está perdida de antemano y ,además, sabiendo que no era tu guerra... que eres uno de esos daños colaterales que no le importa a nadie... o no en la medida en que debería ser...
EliminarTriste realidad que no sé si acabará alguna vez... Supongo, lamentablemente, que no... mientras el Hombre siga siendo Hombre (Humanidad deshumanizada).
Un beso. Gracias.
Parece que sí, amiga, parece que al final a todos aquellos que tienen que abandonarlo todo por una guerra, por motivos políticos o en busca simplemente de futuro, lo único que les queda es la dignidad.
ResponderEliminarOtros, tienen el poder y por supuesto el dinero, pero parece que jamás conocieron esa palabra que enorgullece a las personas.
Emociona como lo has contado.
Un abrazo.
La esperanza es lo único que no nos quitan. A veces, la dignidad la perdemos por el camino o nos la hacen perder, tristemente. Pero siempre aparece alguien que nos dice: "He aquí tu dignidad, persona." Y siempre es quien también la perdió o quien sabe el sacrificio que es dejar todo atrás y empezar a caminar con los pies descalzos.
EliminarGracias por lo que has dicho sobre mi texto. Mil gracias, en serio.
Un beso enorme.
Emotivo y contundente tu escrito. Te has puesto en primera persona a hablar de la desesperanza, de la falta de oportunidades, del azote de las guerras y el hambre. Nos has hecho sentir ese dolor.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Suelo escribir en primera persona. Lo siento más y ponerse en la piel del otro no es fácil pero no es imposible. No es ya huir de una guerra, de un mundo falto de oportunidades... Es ya no perder el último hálito de esperanza que queda, sacar las tripas para no terminar de desfallecer...
ResponderEliminarUn beso muy grande y mil gracias, Neo. Te veo el jueves.
Desgarradora esta plegaria, este peregrinaje caminado en la piel del que sufre. Sigo diciendo que ningun ser humano se merece sufrir este calvario.
ResponderEliminarBesos.
Hola, San. Un placer conocerte y tener tu visita en esta (tu) Casa.
EliminarA veces, por más que oremos no obtenemos más predicado pero si eso nos sirve para tener el alma en paz y nos da acompañamiento hasta en los peores momentos, bievenida sea esa oración.
Besos y mil gracias por tu comentario.
Espero volver a coincidir.
Desgarrador te has sabido poner en la piel del protagonista y me has puesto los pelos de punta. Empatia que sale a borbotones de tu escrito. Besos.
ResponderEliminarGracias, Molí, por todo cuanto dices. Gracias por poder trasnmitirte algo que haga temblar... Y solo son letras pero sí, como dices, es pura empatía... ¿Quién no se ha sentido así alguna vez? Tal vez jamás lo recordemos...
EliminarUn beso enorme y te veo el jueves.
Así es, leemos en tu relato el drama de uno de tantos que sufren ese viaje que con billete de ida que no habrían querido emprender, que les han obligado a emprender.
ResponderEliminarBesos.
Buen día, Juan Carlos. Efectivamente, es un drama que viene desde que el hombre empezó a ser nómada... y, desde aquellos tiempos, es por obligación..., huyendo del hambre, de la violencia... por el mero y simple hecho de sobrevivir... o, tal vez, solo vivir...
EliminarBesos enormes y mil gracias por venir a dejarme unas palabras. Te veo el jueves.
Tu forma de relatar lo que siente uno de los refugiados esta realizada de una forma poética, perfecta...como si solo dejara ver la cara de un espejo que muestra el transitar de su vida actual....por el otro lado del espejo está el horror...el dolor...y todo aquello que puede convertir a un ser humano digno en un ser apatrido y lleno de rabia...besosss
ResponderEliminarHola, Mirella. Tienes razón. Veo el lado más agradable de la tragedia y aún así, se clava, pero mi forma de ser siempre hace que le dé la vuelta a la tortilla. Toda moneda tiene dos momendas y en este caso no es diferente. Es más, cada cara, cada cruz tiene a su vez miles de direcciones que tomar... y casi ninguna es buena...
EliminarPero un halo de esperanza y de cierto optimismo nos ha de quedar... Al menos, que no nos roben eso ya que nos quieren robar la dignidad.
Me alegra verte por esta (tu) casa y recibirte en ella como se merece. Nos volveremos a ver el jueves y mil gracias por tus palabras.
Besos.
Nos cuentas la crónica de un desarraigo, el que sufre aquel que empujado por la necesidad de una vida mejor, cuando no de salvar esa misma vida, tiene que alejarse de familia, hábitat, costumbres, etc. y enfrentarse a un futuro incierto sin más bagaje que su dignidad. En ese éxilio impuesto, se encuentra con muchas incompensiones y con grandes dosis de solidaridad, lástima que esta última no distinga precisamente a los gobiernos y a aquellos con poder suficiente para hacer que su vida sea un poco mejor.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Pepe. Sí, es cierto. Estoy de acuerdo contigo pero ya sabes aquello que decía Hesse si no recuerdo más, que el hombre el lobo para el hombre... Pues aquí igual... y no es por instinto de superviviencia, es por instinto de poder.
EliminarSiempre hacen los que menos pueden y los de arriba ya ves... Sin soluciones pese a que se las ponen en bandeja de plata... Pero no hay más ciego que quien no quiere ver, ni más insolidario que quien lo tiene todo o casi todo. A más poder, menos dignidad.
Un beso enorme y mil gracias por venir. Te veo el jueves sin falta con más palabras...
Una radiografía, en blanco y negro, de la realidad. Las causas más crueles y las consecuencias más difíciles. Para algunos, sólo algunos, hay futuro.
ResponderEliminarMuy buen texto, real y con calidad relatora.
Besos
Hola, Alfredo. No puedo dejar de darte la bienvenida esta Casa.
ResponderEliminarGracias también por tus palabras y ahora mismo doy un paseo por tu blog que veo es música y vídeos.
Y no puedo añadir más al lo que dices. Lo hemos dicho tod@s.
Un beso enorme.