Javi no había cumplido todavía los dos años pero ya había dado muestras
más que evidentes de sus quehaceres.
No había sido su ingenio en convertir a los pollitos en patos cuando
aquella mañana de verano, jugando en la terraza, por un hueco en la pared, se
habían colado los animalitos que su vecino había comprado el día de antes.
Hacía calor y en su buen propósito, Javi, llenó el lavadero de la abuela,
echando en él lo primero que le pareció: Azulete.
Hábilmente se hizo con cada uno de
los doce pollitos… ¡Al agua patos!
¡Ay, los pollos! ¡Pobre pollos con sus patitas hacia arriba!
Una semana escondido en las faldas de su madre.
Aquel otro día no iba a ser menos. Un descanso en medio de la jornada de pintura
y el pequeño Javi decidió darse un paseo para supervisar la tarea. Aquella bolsa
de pintura blanca lo reclamaba. ¡Javi,
ven! ¡Javi, sácame de aquí! Y él, obediente como pocos, se acercó a ella.
La tomó entre sus manos, la llevó a su boca para besarla con mimo pero, de
pronto, ¡¡¡zasss!!! Un mordisquito, y la pintura saltó con alegría sobre su cara,
sobre su cuerpo semidesnudo. ¡Ay, c‘a
pasao!
Y escuchó los pasos de su tío acerándose por el pasillo que conducía a la
terraza. Sin pensar, se tiró al suelo y permaneció inmóvil.
¡Ay, el niño! ¡Joio, niño!
Y el niño no movía ni pie ni garras… La familia alborotada, asustada… El
niño “inconsciente”… La ambulancia de camino, la abuela llorando desesperada,
todo el mundo asustado porque el niño que había tragado pintura, se había envenenado…
y no reaccionaba…
Y camino de la ambulancia, aparcada en la puerta de casa, en brazos de su
tío, el pequeño Javi abrió los ojos. Miró al hombre cuyo rostro estaba
desencajado y se echó a reír… con toda su cara, como si aquello no fuera con él…
¡La madre que lo trajo!
Javi ha cambiado, gracias a Dios, pero son innumerables las jugarretas…
pero a conciencia. Sabía lo que hacía y disfrutaba con ello. Pero a sus casi cincuenta años sigue siendo muy pillo.
(Basado en hechos reales).
Esta semana hablamos de Travesuras. Así nos lo propone
Inma desde su blog “Moli del canyer”, donde podéis encontrar más historias.