Un personaje real que se ha convertido en leyenda.
Tan grande de estatura como de corazón.
Hoy os traigo a una persona bien grande, en todos los sentidos de la palabra. Se trata de Fermín Arrudi Urieta, natural de Sallent de Gállego (Huesca). Nacido el 5 de Julio de 1870, quien con sus 2,29 mts. de estatura recorrió medio mundo exhibiendo su anatomía. Por su sortija pasaba una perra gorda de las de entonces, el reloj pesaba más de 4 libras, su pie media 40 cms. (calzaba el 58), sus manos 30 cm., el tórax una circunferencia de 1,35 m. y su peso corporal era de 170 kg.
En el Otoño de 1885, con apenas 15 años, cayó enfermo, postrándose en cama presa de fuertes dolores de articulaciones y de cabeza . Cuando levantó del lecho, ya en el mes de Noviembre, había crecido diez centímetros (tenía 1,90 mts de estatura). Tres años después, con 18 años, medía 2,10 y pesaba 120 kilos. Fermín Arrudi sufría de acromegalia, su fuerza era casi la de 10 hombres y ayudaba en las labores de casa y el campo. Él solo podía sacar un carro del cauce del río. Poco antes de cumplir los 19 años, medía 2,18 y pesaba casi 140 kilos. Cada vez que caía enfermo, crecía.
Hijo de labradores, tenía un hermano de estatura normal y una hermana de 1,90 m. de altura. Fue objeto de estudios en universidades y en Munich se aseguró que era el mayor gigante y mejor proporcionado en musculatura y coordinación. Lanzaba el barrón como si fuera de papel y el 24 de mayo de 1905 mató un oso en los montes de Sallent, luchando cuerpo a cuerpo, sirviéndose únicamente de sus propias manos y de un cuchillo de monte. La noticia fue recogida en el Almanaque Bailly-Baillier de la fecha. Era un verdadero artista y muy intuitivo. Tocaba con destreza: guitarra, violín, laud, pandereta, hierrecillos, requinto, bandurria, flauta y armonium. Su voz estentórea y de timbre recio, retumbaba con las `rondaderas' de la época, y la jota, siempre grande, en su garganta se hacía gigantesca como el mismo Fermín. Su personalidad era afable, de buen trato, enorme generosidad y gusto por los usos y costumbres de la tradición aragonesa. Su vida se debatió entre la fama y el ajetreo de sus viajes y actuaciones y su deseo de disfrutar de una vida tranquila y apacible en su Sallent natal.
Pese a que amasó una respetable fortuna mostrando su anatomía por medio mundo, París, Nueva York, Viena..., Fermín siempre rehuyó de esta servidumbre que le obligaba a interpretar el personaje extraordinario que detestaba. Cuentan que en aquellas interminables giras su rostro se teñía de tristeza y pudor, acomplejado por las sonrisas, la soledad y la enorme admiración que provocaban sus más de dos metros de altura. Esa introversión se volvía en exultante vitalidad cuando regresaba a Sallent, cuando volvía a su casa y se encontraba con sus paisanos. De cada viaje traía regalos para todo el pueblo, un extenso anecdotario cargado de extraordinarias vivencias y, sobre todo, más ganas de no salir nunca del valle donde nació.
Pese a que amasó una respetable fortuna mostrando su anatomía por medio mundo, París, Nueva York, Viena..., Fermín siempre rehuyó de esta servidumbre que le obligaba a interpretar el personaje extraordinario que detestaba. Cuentan que en aquellas interminables giras su rostro se teñía de tristeza y pudor, acomplejado por las sonrisas, la soledad y la enorme admiración que provocaban sus más de dos metros de altura. Esa introversión se volvía en exultante vitalidad cuando regresaba a Sallent, cuando volvía a su casa y se encontraba con sus paisanos. De cada viaje traía regalos para todo el pueblo, un extenso anecdotario cargado de extraordinarias vivencias y, sobre todo, más ganas de no salir nunca del valle donde nació.
El 4 de mayo de 1913, a punto de cumplir 43 años, murió el Gigante Aragonés de Sallent, posiblemente el último heredero conocido de una legendaria estirpe de atlantes aragoneses.
Arrudi sobresalió siempre, como la torre de la iglesia de su pueblo. Trabajó en la estación de Canfranc, pero vio pronto que su futuro estaba en la exhibición. Con gran éxito, dejó ver su recrecido palmito en unos Pilares, en el antiguo Arco de San Roque (actual Adriática), y también recorrió ciudades de Alemania, Holanda, Bélgica, Austria, Francia, Nueva York en los EE.UU., Sudamérica, el Caribe, Argelia... Fermín recorrió medio mundo y regresó a morir a su pueblo. Años después, en 1998, Sallent puso su nombre a un paseo largo, paralelo al río. El callejero y un hermoso libro conservan la buena memoria de Fermín.
Información recopilada de bases del Heraldo de Aragón y Diario del Altoaragón, así como de otras fuentes particulares de internet, amén de mis propios conocimientos.
Qué linda historia!.... son esas "cositas" interesantes que tienen los pueblos europeos, que no todo el mundo sabe, y que sobre todo, no hay que dejar que caigan en el olvido.
ResponderEliminarHermoso sin dudas!
Corta vida pero intensa...me encanta esta historia
ResponderEliminarJo, que bonita historia!!!
ResponderEliminarMurio muy joven, pobre, pero al menos lo hizo en casa, entre su gente.
Besos
Sí, es un personaje (y hablo en presente porque aquí, en su tierra, se le considera muy vivo) muy popular, muy querido y respetado por su gente. Es lo que se dice una muy buena persona.
ResponderEliminarBesos y mil gracias por venir hasta aquí y dedicarme unos segundos de vuestro tiempo.
Se sabe de que murió Fermin?
ResponderEliminarNo sé tú nombre y no me gusta decir anónimo pero ya que preguntas, te diré que no lo sé. Ya lo intenté averiguar pero no pudo ser. Lo siento.
ResponderEliminarGracias por venir y sentir curiosidad.
Besos.