30 de noviembre de 2015

Reloj...

El tiempo pasa entre nuestras manos y nuestra vida,
como las gotas de agua en la clepsidra
que es oasis entre las arenas del desierto
de este amor nacido a destiempo.
Y es que entre mi cuerpo y tu alma,
entre tu alma y mi cuerpo,
el tiempo se pasea tan lento que se detiene
como ese suspiro en nuestras bocas,
como ese hálito que nos da la vida,
como ese soplo invisible que todo nos mueve.
Carne somos mas carne de alma…
Vidas encendidas de pasión
inundadas de gotas que vagan sin ataduras
sobre cuerpos desnudos y libres...
Tic-Tac… Tic-Tac…
Somos ese latido,
ese Tic-Tac del reloj que nunca se detiene…
Tic-Tac…
Tic-Tac… 


Desde hoy,  y a medida que pueda, me sumo a la propuesta  de Sindel desde su blog
en la que ella propone una palabra una imagen o unos versos y los demás disponemos de ello de buena manera.
Esta semana: Reloj.

28 de noviembre de 2015

Pasión desbordada... Tú y yo...


Soñémonos como se sueñan los ilusos de un amor imposible
en un arrebato de encuentros sin fin,
ahí donde la carne se desnuda y se difumina en alma con alma
dejando de ser piel con piel...
Seamos ese principio sin fin donde tú te vuelves ese huracán
que rasga mis puntos cardinales y me vuelve siroco,
que me hace arena en espiral...

Pensémonos como el crepito de las olas de un mar en plena tempestad, 
como el rugir del viento arañando tu piel 
mientras las aguas rompen contra los acantilados 
que dibujan  nuestros cuerpos.
Sintámonos como ese chasqueo de la sal sobre el fuego, 
con sonidos repetidos, rápidos y secos 
que nos hacen brincar como locos sudorosos, 
ebrios mutuos del deseo del otro.

Reposemos en esa calma densa de tu respiración y la mía 
que yacen en el salobre lecho de nuestras esencias, 
embebidas en tu boca y en la mía, 
reptantes sierpes cohabitadas de senderos tatuados de saliva.
Seamos orgasmo de orgasmos,
eyaculación excelsa de tu simiente en el borde súcubo de mis piernas;
planicie extensa de mis remolinos…
Ser tú estela blanca en el infinito de mi oscuro cielo…
Ser yo pléyade de estrellas como rocío en la comisura de tus labios…

25 de noviembre de 2015

Carta abierta a un ángel...

¡Cuántas veces me he enrabiado conmigo mismo por no hacerlefrente a los gritos de mi alma, a los golpes de mi corazón! Pero ahora, ahora qué más da… Ahora que no hay tiempo tengo prisa por contarte…

Perdón.
Perdón por todas mis ausencias, por todos los besos que te ignore, por todos esos momentos en los que me buscabas en los ojos de otro… Perdón… por los abrazos que necesitaste, por las lágrimas que te hice derramar, esas que tengo clavadas tan adentro que se han convertido en estacas que laceran mi alma. 
Perdón por los deseos que jamás te dejé cumplir y por aquellos que jamás haré realidad… Perdón… por no quererte igual, por no haberlo hecho como te mereces…


Se me amontonan las letras igual que los pensamientos. Me tiembla el pulso del mismo modo que se me hace un nudo en la garganta. Miro al horizonte, más allá del cristal de mi ventana, aquí, tumbado en la cama, repasando por enésima vez aquello que debí decirte. ¡Albergo la esperanza de que me hayas escuchado en estas noches y días de vigilia a tu lado!
Tus fotos desperdigadas sobre mi cama. Te he mirado tantas veces que puedo describirte hasta las pecas de tus pies. Te he dibujado la sonrisa tantas otras que ya creo ser tu boca y me pierdo en el color de tus ojos para encontrar la esperanza.

Esto que me pesa tanto aquí dentro, tanto que me está matando ahora. Y he de seguir. He de seguir ...solo... porque lo me dabas no lo tomé, porque lo que te di nunca fue suficiente, y lo que no es, ya no nos pertenece.

Esta es la carta que jamás debí escribir; en la que vuelco mi cobardía, mi corazón, mi alma… Lo que soy. Y es que estás tan en mí que ahora, ahora que no queda tiempo, sé que no soy de mí, sino de ti…, que siempre he sido de ti.

Y suena el móvil. Y es tu nombre el que salta aunque sé que no eres tú. La llamada que no quiero.
¡No! ¡No!
No he estado ni en tu último suspiro pero aún tengo esa extraña tibieza de tu mano en la mía. Y te siento aquí, abrazándome, mientras lloro…
Lloraré todo lo que me queda de vida... De esta vacía vida sin ti. Cuida de mi alma que se va con la tuya.

Perdón...
Perdón por volver a fallarte... 

¡Dios!
¡Huelo tu perfume!
¡Escucho tu voz!
No me siento en mí y, en cambio, te siento a ti.
Aquí... Ahora... Junto a mí... En paz... como si tuviera que buscarte de nuevo.



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Este jueves, H... Perla Gris, nos ha invitado desde su blog, “Et lux in tenebris lucet…  a escribir esa carta a alguien con quien tenemos una cuenta pendiente, por miedo, por vergüenza, por prudencia o por ese motivo que nos  llevó a actuar así en un momento dado… y nos sigue temblando la mano… Pero ya es el momento…

22 de noviembre de 2015

Literatura...

Dejas tus besos como palabras en mi cuerpo, 
tatuadas hasta el infinito de mi esencia. 
La historia más preciada entre las curvas de mi boca, 
prendidas en deseo, 
mientras rubricas en blanco al final de la página…

Magia son tus letras, 
caricias húmedas de tu lengua en cada renglón que hilvanas 
con cuerdas de seda bendecida ésta con deseo
que palpita como puntos y seguidos 
que marcan el ritmo de lectura. 

Piel de piel, con ganas de proseguir, 
con ganas de dibujar esos arabescos que nos sortilegan, 
que me enredan a tu carne, a tu cuerpo, como hiedra que te cubre… 
sin fin.

19 de noviembre de 2015

Al otro lado del arcoíris...

¿Me siento de este lado del horizonte y lo disfruto soñando o me sumerjo a explorar si de verdad existe el color añil? Es la pregunta del millón, esa que siempre me hago cuando pongo en una balanza los pros y los contras... y  no se inclina ni hacia un lado ni hacia el otro.
Llevo aquí anclada media vida, como si me fuera a llegar la inspiración divina. Ha pasado tanto tiempo… mirando estas fotos... esta vida hecha de retales.
“¿Por qué no lo intentamos?” Y el porqué es pura cobardía. No hay respuesta aún. Pero hoy he decidido cruzar al otro lado del arcoíris. He cogido cuatro trapos, un puñado de recuerdos, todas sus cartas y un par de bolsas llenas de esperanza e ilusión. Y sí, también mucho miedo que disimulo con suspiros.
Abandono mi guarida y me voy rumbo al sur; a llenarme los pies de arena, a quemarme la piel con el sol y a descubrir si de verdad existe ese especial color añil del que tanto él ha escrito en sus poemas de piel y alma para mi corazón, desde la distancia, en mi vago silencio… 
Una carta cada mes…
Flores por mi cumpleaños…
A cambio, noches de ordenador..., palabras de querer y no poder o de... lo que fue y podía seguir siendo...
En mis fantasías, en mis sueños… Mil veces aquí.
Una calle angosta, empinada o en bajada, donde las piedras hablen… Ahí le encontraré. Todo se viste de blanco y de ese azul que es diferente a todos los azules conocidos…

Suena un piano. Él tocaba el piano. Sigo el sonido de las notas por este callejón. El ritmo va in crescendo como si animaran mis pasos hacia él…
Me duele el corazón.
No soy aquella mujer que él conoció. La esencia es la misma pero los años…
Ahí está él. Tampoco es el que conocí.
No puedo evitar sentir miedo. Tal vez ese reiterante “te esperaré siempre”, solo sea palabras a pesar de todo.
Nos miramos igual que nos miramos la segunda vez. Nada existe ya. Solo nosotros.

Soy estatua de mármol. Él no mide sus pasos. Es como si me estuviera esperando. Creo que cada latido de mi corazón retumba contra los suyos. Abre la verja… Y se reencuentra el añil  en el beso y abrazo de ayer con sabor de hoy bajo el tarareo de aquel viejo tango.

- No sé si es tarde…
- Nunca es tarde… veinte años no es nada...(click para escuchar ) ¿Cuándo creerás lo que te digo?
- Ahora... ¿Nos queda tiempo?
- Todo...



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Este jueves, Cas, nos ha invitado desde su blog, "El balcón de Cas", a perdernos en el arcoíris, a descubrir alguno de sus colores o todos, a sumergirnos en esa realidad o en esa otra parte del "¿qué pasaría sí?".
Yo he elegido cruzar el arcoíris por el sendero añil.

15 de noviembre de 2015

Tus dedos en mí...

Teclas blancas.
Teclas negras.
Manos insurrectas que desvirgan cada nota a cada golpe, suave, rítmico, asonante…
Y te veo ahí, sentado al piano, tan desnudo como tú, mientras la luz del alba entra por la cristalera…
Te observo desde la distancia, mientras tus dedos se deslizan maestras creando música… como las caricias que aún suenan en mi piel, que todavía la erizan, mientras me refugio en mis brazos, sobrecogida, emocionada, recreándome en las notas que envuelven tu desnudez…
Tienes los ojos cerrados y tu cuerpo se mece en ese compás  sintiendo la música. Me da miedo romper esa magia con cualquier sonido que no sea el de mi respiración intentando acompasarse con tus notas… o el de mis pensamientos…


Y al abrir tus ojos, tu mirada se cruza con la mía. Tus movimientos cambian, sonríes, y las notas se aceleran, como un canto poseído, como la rubrica de un deseo, ese desenfreno de un cuerpo que posee a otro, o de éste consintiendo su entrega.

Tus manos se detienen meciendo notas cálidas, hasta que el piano deja de sonar… Ruge el silencio. No dejas de mirarme. No dices nada. Esperas. Me quedo quieta.
Me incitas. Sabes que no aguantaré mucho. Mis pies parecen independientes a mi intención. Quiero que vengas pero, inconscientemente, empiezo a andar hacia ti.

Me recibes en tu abrazo. Tu piel está fría. Mi cuerpo caliente, protegido bajo tu mejor camisa… Perfecta dicotomía que se vence entre besos que se mojan, entre caricias que abren la piel… Tu boca apresa mis cimas y yo te peino los pensamientos con mis dedos; tus manos reptan en mi espalda y yo... Yo solo puedo darme a ti... cuando ya mi pulso se recoge en tu aliento.
..

12 de noviembre de 2015

Hechicera...


Hechicera había salido rauda de su cabaña. Tomó su montura, tan negra como la noche que los envolvía, y a galope se adentró en el bosque, seguida de cerca por su fiel Lobo, iluminados todos por la sombra de una luna en pleno eclipse.



Lo encontró ahí, donde su imagen se le había representado, en aquel meandro del río, entre aquellas piedras. El hombre tenía una brecha en la sien derecha por la que manaba un hilillo de sangre. Su pulso era débil. Estaba inconsciente y amoratado. El frío se le había calado hasta los huesos, hasta la mismísima alma.
Ayudándose del caballo, lo retiró del agua.
Metió en su boca un par de bayas secas. Pronto tomó cierto color aquel cuerpo que refugió en el suyo. Ella le pasó su calor. Él le pasó parte de su muerte.
Atarantado logró subir al animal. Y se dejó caer sobre él. La Hechicera lo cubrió con una manta y montó a Oscuridad, regresando a la cabaña lo más rápido posible.

Cuando el hombre despertó  todo era confuso para él.
Su cuerpo desnudo recibía el calor del fuego a su espalda. En su pecho, bajo aquellas mantas y aquellas pieles, el cuerpo de aquella mujer que ignoraba lo hubiera salvado. Era el ser más bello que había visto. Aquella melena rizada, cubriendo su desnudez; aquella piel blanca contrastando con ese color aceitunado de la suya. Eran como un eclipse, como el de aquella noche.

Mil preguntas venían a su difusa mente. 
Le invadió un profundo aroma. Este lo envolvía todo. Supuso que provenía de aquellas matas de hierbas que colgaban del techo de la humilde choza o del guiso apartado del fuego.
Su ropa pendía de una rama de punta a punta de aquella estancia única. Un candil de aceite estaba sobre la mesa…, cuatro taburetes… un camastro vacío. Toda la humildad de la estancia se conjugaba con la belleza de aquella mujer que reposaba sobre su pecho, entre sus brazos, dándole su calor, dándole vida.

Cerró los ojos al sentirla mover. Permaneció quieto. Se prendó de aquella desnudez femenina antes de ser cubierta por el sayón, sobre el que cayó la cascada de ondulaciones negras que llegaba hasta el final de la espalda.

- Se que estáis despierto –mencionó ella.

Su voz le pareció angelical. Si estaba soñando no quería despertar. Si estaba muerto, no quería volver a la vida.
Soltó mil preguntas.

- Cuestionáis demasiado… -Y le contó lo acaecido en esas dos jornadas. Vio la sorpresa reflejada en el rostro masculino.
- No recuerdo nada de eso, aunque sí recuerdo haber estado casi todo el día andando. Niebla. Nieve. Lluvia... Viento… Luego me sorprendió el granizo justo cuando iba a cruzar el río… No recuerdo más… -Hizo una pausa mientras se cubría con la manta para sentarse. Apretó los dientes y contuvo la respiración. Estaba entumecido y dolorido. De pronto, sintió calor y se descubrió un poco. Ella no se azoró.- ¿Sois, acaso, una bruja?


- Bruja, hechicera, maga, adivina, curandera…, loca… Me llaman de mil maneras pero los del pueblo y redoladas acuden a mí para pedir hierbas y curar sus males o los de sus animales…
- Seáis lo que seáis para mí sois lo mejor que me ha pasado desde hace tiempo. Solo puedo agradecer humildemente vuestra ayuda. Tuve que sacrificar a mi caballo –mencionó con pesadumbre, ignorando que la cena de esa noche sería una pieza de su animal que la Hechicera había robado a los lobos, pero era lo que él precisaba después de tanta pérdida de sangre-. Fui un incauto al pensar que podría cruzar el río... Y, ahora, gracias a vos, estoy aquí y vivo.
- Tendréis que quedaros unos días más. He tenido que lavar vuestras ropas y no se han secado. Lamentablemente, no tengo otras para vos. Tan solo unas medias de lana que abriguen vuestros pies y un apaño que os he hecho con una tela... –aseguró mientras echaba condimentos a la sopa-. Además, necesitáis tiempo para reponeros. Tenéis un par de costillas rotas. Estáis débil y mis hierbas no lo hacen todo. ¿Sentís frío? –preguntó viéndolo temblequear y volver a abrigarse.
-Sí… Estoy aturdido...

Hechicera se acercó a él. Abrió la manta y se sentó a horcajadas sobre las piernas masculinas, pegando sus caderas a las de él, rodeándolo con sus brazos, aferrándolo a su cuerpo. Parecía ser algo tan natural, que él correspondió a ese abrazo, cerrando la manta sobre la espalda de Luna. El aliento de ella le quemaba, su piel era un imán; su respiración una especie de hechizo… No sabía su nombre pero se asió a ella como si le fuera la vida en ello.  A veces, hasta ella olvidaba cómo se llamaba. 

Sintió que su masculinidad se enervaba pero la Hechicera no se movía de su sitio. Al contrario, se enganchaba más a él. Separó su rostro del cuello y buscó la mirada femenina para perderse en ella. La mujer se vio reflejada en la del hombre, tan inmensamente gris como el día que había muerto. 


- He habéis hechizado… -dijo justo antes de besarla sin ningún pudor.
- Vuestro nombre... -entonó Hechicera.
- Noche... ¿El vuestro?
- Luna...

Y volvió a besarla para empezar a amarla ya que no hay Noche sin Luna... ni Luna sin Noche, pues de día solo es un reflejo...


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Esta semana es Demiurgo quien nos convoca, como si fuera un hechicero, a perdernos en un mundo mágico, curioso, irreal... De todos los temas propuestos, me quedo con el elegido, es el más místico de todos. Espero haberos hechizado tanto como para no daros cuenta de cuán largo es el texto.

Os invito a pasaros por su blog, “El Demiurgo de Hurlingham”, donde hallaréis mil y una historias de vuestro agradado, así como, una forma de conocer a los demás participantes en este reto de los jueves.

9 de noviembre de 2015

Pensamiento...

 Has dejado tu pensamiento marcado en mi piel, 
degollado los miedos y alabado mis pasiones... 

Desnuda queda mi alma ante ti, 
ante la ternura de tus manos,
ante el misterio de tus ojos, 
ante la templanza de tu mente...

Sí, soy alma desnuda de tu alma; 
tea seca que prende el fuego de tu cuerpo pegado al mío; 
aliento que corta tus labios en el quejido de un beso; 
en el aleteo de mis yemas en tu cuerpo...

Mi pensamiento te borda cada poro, 
engendra nuevas plegarias, 
agasaja tu hombría 
y anhela ese momento en que ya no eres pensamiento 
pues seas verdad, esencia... y realidad.


5 de noviembre de 2015

Enamorados: Dos almas y un destino...

Me preguntas por qué me enamoré de ti…

Otros brazos pasaron antes y en otras miradas creí perderme. Otras bocas de besos perdidos clamaron mi atención y de ellas descubrí palabras ciertas de futuro incierto.
Viví historias que me dolieron, historias con las que perdí el tiempo, con las que gané algo del cielo… Sí, todo eso pasó antes de que tú llegaras…
Pasé ese tiempo en el que no hay locura, no hay deseo a flor de piel, no hay chispa que evoque cartas de amor o poemas de pasión.
Y de pronto, despertaron las estrellas en mi alma y brotaron hojas en mi corazón; aletearon mariposas en mi estómago y un ejército de hormigas irrumpió en mí.


Cuando te vi no te reconocí pero ya sabes cómo son estas cosas. Empiezas charlando, sin pensar en más… Tú me contabas. Yo te decía, que si esta que si aquella, que si este que ni aquel… Y entre confidencias, pasábamos más tiempo juntos que separados, hacíamos planes, compartíamos cosas, reíamos, soñábamos juntos… Nos perdíamos y, a veces, nos encontrábamos… entre café y café o entre té y té...
Y un día ocurrió.

Aquel día de lluvia, me dijiste que habías soñado que llovía, que salías a buscarme bajo la lluvia, que no me encontrabas, que te desesperaste, que gritabas mi nombre en vano, sin respuesta…, que lloraste arrodillado en el suelo, clamando al cielo…, maldiciendo tu suerte, tu desatino…

Yo te dije, sosteniendo nuestras manos, mirándonos fijamente a los ojos, que había soñado que llovía, que bailábamos bajo la lluvia, mojándonos la carne y el alma, que vi en tus ojos lo que nunca había visto antes y que noté en tu abrazo el calor que necesitaba, que en tus silencios comprendí el significado de todas las palabras, que de tu boca respiré todos los besos que nunca había tenido…, todos los que tendría…

Sonreíste y suspiraste.
Suspiré y sonreí.
Nos sigue gustando la lluvia. 
Y todavía me preguntas por qué te sigo amando.
¿Por qué me amas tú?

Porque nos soñamos..., 
          porque nos sentimos..., 
                    porque nos respiramos...
                              y porque nos vivimos...

Porque eso es el amor, me dices, conquista de día a día. Enamorarme cada día de ti mientras tú te sigues enamorando de mí.


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Este jueves, Alfredo nos invita a hablar de amor… ¡Siempre hablo de amor! ¿Qué es la vida sin amor, sin pasión…? Poco o nada…
Así que podéis visitar su blog, “La plaza del Diamante”, y ver ahí, cliclando, sus cosas y los relatos de los demás participantes. Seguro que es un recorrido bonito por los sentimientos.
Mi camino es el que habéis leído.

2 de noviembre de 2015

Eterna...

Eterna…
Eterna me haces con cada una de tus miradas, 
con el brillo denso de tus ojos, profundos como el mar, 
con la luz de la mañana, con la oscuridad de la noche.

Eterna me haces con cada una de tus caricias, 
en el abrazo fuerte y prieto en el que me elevas para llegar a tu boca. 
Libre. 
Libre yo para embeberme de tu aliento.

Eterna cuando me susurras, 
como al viento le hablo yo cuando tú no estás, 
las palabras que me hablan de tu amor, 
de tu sentimiento que no son palabras baladíes… 
sino puras caricias al alma; a mi alma desde la tuya… 
que se viste de brazos y boca, de pellejo y hueso, 
para nos carne de la carne, agua cristalina de tu agua blanca, 
cascadas de pasión que se desborda en el último gemido, 
en el último aliento… 
En la intensidad de tu Yo en el Mío… como eso que sabes:

Te soy
Me eres