Apretamos los puños,
asiendo con fuerza el témpano que nos quema las manos
en este instante en el que estamos frente a frente, silentes, latientes...,
acallados en este silencio de sabernos ausentes
mientras el témpano se deshace y discurre, gota gota,
como las lágrimas rojas del suicida
pues estamos, tú y yo, de sentimientos..., muertos.
Y, enterrados somos en este témpano ya no de hielo, sino de tierra
donde se pierden nuestros cuerpos
y regresan nuestras almas,
pájaros yermos de luna nívea
entre las neblinas de un adiós.
Impactante! Un poema lúgubre, pero que toca el alma. La tristeza del adiós que es una de las maneras de la muerte.
ResponderEliminarQué bien escribis, Mag! Te felicito.
Un beso enorme.
Un témpano de tierra, cuando todo es tan frío hasta donde yace el cuerpo, pero las almas escapan a eso en su vuelo.
ResponderEliminarBeso dulce.
Que sobrecogedora es la imagen y que tristes las palabras, algunas frases duelen. Un abrazo
ResponderEliminarEnterrados los sentimientos, congelados los silencios, entre la tierra que aprieta los cuerpos.
ResponderEliminarUn besazo.
Sin palabras ante tu magnificencia. Asistir a ese entierro es doloroso y cruel. Tus versos detallan como se vuelve humo el alma en los ojos del otro y como la tierra ocupa los espacios.
ResponderEliminarAdmiro tu sensibilidad, preciosa.
Mil besitos, Mag
Como otras veces nos mostras la intensidad de las emociones, lo candente de la pasión amorosa, ahora tus versos nos hablan de la despedida, cuando eso se termina.
ResponderEliminarMuy elocuentes.
Besos.
Leo un reflejo de la finitud del momento de placer, un témpano que se desvanece momentáneamente para volver a formarse.
ResponderEliminarMuchos besos.
Mala cosa cuando ambos se sienten témpanos de hielo.
ResponderEliminarUn témpano que reclama, un profundo deshielo en su alma, que lo vuelve a renacer en un instante.
ResponderEliminarBesos y feliz domingo.