Me sentía observada y estaba segura de ello. Mi primer sentido me advertía de su presencia. Era como en otras ocasiones. Ese alarido que hacía temblar el alma que no tengo, la enervación de esta dura piel que se abre una y otra vez para dejar nacer este ser, a veces oscuro; otras, con menos sombras.
Me detuve en medio de la niebla que envolvía aquel solitario lugar donde algún gato maullaba en alguna callejuela oscura. Sabía por qué estaba ahí. Miré hacia donde mi instinto me decía. La cortina se movió, como si alguien la hubiera dejado caer. Me subí la solapa del cuello del abrigo y crucé mis brazos sobre el pecho para seguir caminando, arrastrando los pies sobre los adoquines mojados.
Iba en la buena dirección pues percibía la sangre hervir en mis venas y esa sensación previa a cuando mis ojos se llenan de cristal de ella; cuando se despierta en mí un voraz apetito de carne humana, cuando emergen mis esencias creadas tácitamente desde la mente de un loco.
Estaba más cerca y debía actuar rápido. No disponía de mucho tiempo y, ante cualquier imprevisto, no siempre puedo controlar mi transformación cuando estoy de caza. Giré en el siguiente callejón a la derecha. Era fácil obtener presas ahí. Un lugar de mala muerte lleno de putas baratas, borrachos babosos, traficantes, crápulas…, pobres diablos y carnaza para no escrupulosos. Era lo que necesitaba para aliviar mi hambre y no esforzarme mucho.
- ¡Felicity…!
Su voz fue una puñalada en mi constante más vital. Me giré hacia él. Le había reconocido. Lo haría en cualquier parte. Exudaba esa frialdad con la que me doblega. Es mi sombra. Mi parte más humana. Sabía que no me había equivocado cuando la cortina se movió.
Su mirada me atravesó como una daga de fuego.
Su mirada me atravesó como una daga de fuego.
Vuelvo a esto de los "Relatos de los Jueves" de la mano de Demi que nos anima a mostrar una visión particular y derivada de su personaje Mara Laira. Esta es la mía a colación de las otras que ya he escrito sobre ella.
Más visiones en su casa de Hurligham.