Me queda un abril mortuorio
y triste fermento de espinas,
de versos garabateados en el libro del tiempo...
de esos que penden al Viento acariciando sin resquemor.
Me duele una esquina,
una costura,
una ilusión de pretéritos abrazos,
una cuerda floja de sentimientos.
Me quiebra un silencio,
un hálito…
ese suspiro segado de la rama de un olivo,
ese destino a tiempo consentido,
a momento rezado…