donde la tierra se postra al cielo y, en cambio, orgullosa encuentra su mirada. Un lugar donde las piedras hablan en silencio y sus palabras de esparcen como hojas al viento llevando un mensaje que solo unos pocos comprenden.
Ahí el tiempo no tiene tiempo ni eternidad; los senderos se abren al paso como juntos mecidos y las lluvias penden hilos con rocas ensalzando sus orillas; los pájaros abren sus alas para dejarse caer en abismo o para navegar el aire como aviones de papel...
Los huertos y las cabras, una pequeña iglesia al otro lado del lugar, las pozas de las cercanías y a las que se llegaba por un camino aledaño a la fragua. Ahí me bañaba en unas aguas algo fresquitas pero cristalinas, rodeadas de un paisaje único; el guisar en el hogar bajo, en el pan hecho en la casa por Carmen, en las sopanvinas, en dormir con tres mantas en pleno agosto, el no tener luz salvo unas horas al día (y no pasaba nada)…
Fotografía de Helena Roura |
Cuando era niña, iba a pasar ahí casi todo el verano, a casa de unos amigos de mis padres, Santiago y Carmen (hoy metidos en eso del tema del cine). Solo se podía acceder andando o en caballería por un camino —unos cuatro kilómetros— angosto y retorcido desde la carretera. No había más de dos familias. Desde su nacimiento fue un pueblo de pocos habitantes.
Recuerdo una única calle, más o menos recta, de apenas 50 metros, de losas de río dispuestas de la mejor manera y encaramada en una cresta, las fachadas de las cuatro casas en pie, la plazoleta, que no era más que un ancho de la calle, donde estaba la fuente: el agua, verano o invierno, manaba tremendamente fría, apoyada en la fachada sur de la antigua herrería en la que recuerdo había, (y hay, además, otros dos) un magnífico reloj solar pintado al fresco en forma heráldica…
Imagen de la red |
Hoy, todo eso sigue y continua siendo un lugar tranquilo, a unos mil metros sobre el valle del río Ara, en pleno Prepirineo, al abrigo del monte Nabaín y alcanzable en coche, con algunas casas ya rehabilitadas y conocido por tener el festival de cine que se define como La muestra de cine más pequeña del mundo*, bajo las estrellas y a la luz de la luna, que se celebra en estos días de finales de agosto.
Sé de un lugar donde te gustara perderte y en él hallarte: Ascaso.
|
Fotografía de Marta Puyol Ibort. Inventario de patrimonio arquitectónico de Sobrarbe y Ribargoza. 1999/2002.
|
el blog de
Inma.
* pinchar para información tanto del lugar como de la muestra de cine.