16 de agosto de 2018

Atardecer para Elisae...

Al atardecer, mientras el sonido de las hojas al caer recordaba al crepitar del fuego, Elisae, con su té rojo y esencia de azahar, se sentaba en el cenador del jardín. Se dejaba rodear de la dicha de sentirse más libre que nunca. Solo los pájaros y el baile de esas hojas al antojo de una suave brisa que, coqueta, gustaba de jugar sobre el lago que se extendía ante sus ojos, podían permitirse el lujo de enriquecerle esa sensación.
A ello se había sumado en los últimos días un sonido nuevo. Ocurría a media mañana y al venir de la tarde hasta que casi anochecía. Era algo delicado, indescriptible y único que le elevaba el espíritu, transportádola en ensoñaciones a lugares que solo en su imaginación podía vivir. Aguardaba esa música como un abrazo para el alma.

El violinista hacia sonar su viejo Stradivarius. Tras el accidente, sus dedos ya no eran tan ágiles pero las notas seguían fluyendo como gotas de rocío en una mañana fresca. La casa tampoco era la misma. En sus paredes aún retumbaban, como en sus recuerdos, su  infancia y los primeros amores por la música.


Había pensado comprar unas dalias y acercarse hasta la casa vecina, presentar sus respetos y disfrutar de un rato de charla. Había elegido la soledad y quería sentirse abrigado por ella y esa nueva sensación. Sin embargo, ver a Elisae cada mañana en el café del pueblo le hacía sentir bien e incluso, despierto, tener sueños. Sin saberlo, ella se había convertido en inspiración para una bella melodía que el viento le hacía llegar.

Sus pasos no se cruzaron por el vejo camino del lago. Aquella mezcla entre el olor de la naturaleza y el aroma de la repostería casera recién hecha le hizo sonreír: «Tal vez estaría bien comprar esas flores».

En el café, sus ojos —o su corazón— buscaron a Elisae. Se sentó a la mesa de costumbre. Una nota con su nombre asomaba bajo el pequeño jarrón con flores que la adornaba. Se lamentó por un momento mientras leía el nombre de la mujer al pie de las letras: Un fuerte latido golpeó su pecho, y sus manos, serenas siempre, se rindieron a un leve hormigueo. Le había invitado a desayunar y tomar un té al final del día. Dos frases pero toda una invitación a un universo de ilusión...
Y sonrió, mirando al infinito a través de la cristalera, esperando la llegada del atardecer.



Hallarás más historias en Neogeminis, el blog de Moni.
De los elementos propuestos, elegí el atardecer de otoño, su baile de hojas acompasadas al sonido de un violín llegado desde una vieja casa.

22 comentarios:

  1. Inspiración e ilusiones para un violinista que ha tenido un accidente, que ha amenazado su capacidad de tocar su violín pero no ha llegado a detenerlo, las notas siguen sonando.
    Bien contado.
    Besos.

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    1. La vida nos pone pruebas sabiendo que solo necesitamos un pequeño impulso, un aliciente, para que todo problema se convierta en solución.
      Muy amable. Gracias.
      Besos enormes.

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  2. Nos has transportado a ese otoño... colorido y sonido de la mano de sus personajes. Ha sido un placer este calmo texto, ensoñador, Mag.

    Mil besitos con todo mi cariño y feliz noche ♥

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    1. Me gusta llevaros de la mano, pasear con vosotros a nuevos lugares, con sentimiento... Cuando lo logro, no puedo menos que sonreír.
      Un beso enorme y gracias mil.

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  3. Mucho romanticismo y el motivo de la ilusión, la que nos hace soñar, palpitar por una mirada o una sonrisa aunque sea pasajera.

    Beso dulce Mi Estimada Magda.

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    1. Ya sabes que yo soy un poco veleta en esto de las historias. Me gusta el romanticismo, hasta el oscuro.
      Un beso enorme y gracias mil.

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  4. Me gusto mucho leerte. es una historia muy bella. que a pesar de su accidente no deja de tovar y sigue ofreciendo su hermoso talento, es lo que mas me impresiona del escrito. muy bello

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    1. Lleva demasiado tiempo amando la música para dejarla abandonada cuando más la necesita.
      Un beso muy grande y me alegra que te haya gustado. Gracias :-)

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  5. Una preludio de amor hermosamente ambientado.

    Besos

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  6. El inicio de algo que promete...nos has llevado a ese final de una forma delicada y preciosa, un relato bellisimo, besos.

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    1. Gracias, Molí :-) pasear por lugares sentidos e imaginarlos (yo lo siento, lo hago) siempre es una grata experiencia.
      Gracias por venir y un beso enorme.

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  7. Un relato muy sensual con éstos elementos que quizá nl lo proponen... saludos...

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    1. La sensualidad y la sensibilidad van muy de la mano aunque no lo parezca , ¿o sí?
      Gracias por acercarte y dejarme tu comentario.
      Un beso.

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  8. Siempre queda la ilusión, la esperanza.

    Muy bueno.

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    1. Siempre pero hemos de echarle una mano. No es bueno dejarla sola.
      Besos y gracias.

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  9. Un relato agradable del atardecer de otoño, regado con una melodía que sonaba a pesar del accidente. Un abrazo

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    1. Si es agradable, ya merece la pena.
      Un beso para ti y mil gracias.

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  10. Estoy seguro que son dos almas sensibles que acabarán encontrándose. Seguro que no se dará lo que hace tiempo expresaba en un haiku que decía así: Dos almas solas/al unir sus destinos/ ¿dos soledades?. Seguro que no, que al unir sus destinos se acabará esa sensación de soledad que embarga a tus dos protagonistas.
    Un abrazo.

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    1. Es muy acertado esta Haiku, ciertamente es como un preludio o bien un cierre a la historia. Gracias por mostrármelo.
      Muchos besos.

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  11. Es un precioso relato... Sin palabras. Tienes una manera de narrar tan sumamente bonita...

    Un beso enorme, Magade.

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    1. Gracias, Sakkarah. Eres muy amable.
      Hay que hacer las cosas con cariño y sentimiento. No sé si salen bonitas pero si llegan yo me doy por satisfecha.
      Un beso muy grande.

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Sueña porque soñar es vivir y vivir es sentir...