Se percibía su agitación no en el cruce de sus dedos de manera que los nudillos se quedaban blancos, no en el movimiento involuntario de su pierna contenida desde el extremo del pie, su expectación estaba latiente en el blanco de sus ojos y en la dilatación de sus pupilas que, como las de un gato en medio de la incertidumbre de ser cazador o cazado, caminaba sobre la cornisa como si fuera una cuerda floja.
Al otro lado de las llamas, que brincaban como sarmientos secos, la mujer se desprendía de sus velos, recogía su pelo en un pañuelo rojo y se giraba con una sonrisa que le provocó un escalofrío. Así reaccionó su cuerpo de nuevo cuando la vestal se apoyó en la mesa y coqueteó con su escote ante la mirada perdida del hombre antes de rodearle de modo tan seductor que, cuando la mano femenina le rozó el cuello de aquella manera tan sutil, él no pudo evitar emitir un gemido gutural.
El perfume a ámbar lo embriagó por completo y sabía que había perdido la partida antes de empezarla, que su destino estaba trazado cuando ella tiró los dados y al chocar estos entre sí, mostraron un doble seis. ¿Qué probabilidades tenía de que obtuviera ese resultado? Una entre treinta y seis. Ni una más ni una menos. Tal vez por ser el menos posible, se la jugó… y perdió… el sentido en brazos de aquella hembra que lo cabalgó como a un dócil corcel, amarrado de los cuatro extremos, crucificado en deseo y en lujuria, a la voluntad de la que él llamaba "imposible". Porque como ella le dijo: "Si vas a jugar debes estar dispuesto a perder pero, también a saber ganar."
El perfume a ámbar lo embriagó por completo y sabía que había perdido la partida antes de empezarla, que su destino estaba trazado cuando ella tiró los dados y al chocar estos entre sí, mostraron un doble seis. ¿Qué probabilidades tenía de que obtuviera ese resultado? Una entre treinta y seis. Ni una más ni una menos. Tal vez por ser el menos posible, se la jugó… y perdió… el sentido en brazos de aquella hembra que lo cabalgó como a un dócil corcel, amarrado de los cuatro extremos, crucificado en deseo y en lujuria, a la voluntad de la que él llamaba "imposible". Porque como ella le dijo: "Si vas a jugar debes estar dispuesto a perder pero, también a saber ganar."
Este texto pertenece a la convocatoria de los jueves que ha promovido Vivian,"Casss"
desde su blog "La piazza della luna",
donde podéis ver otros acerca de “lo que dicen los números”.
¡Me ha encantado, Mag! Ese doble 6... uf, como bien dices al final, hay que saber perder y saber ganar.
ResponderEliminarAunque me encantan los juegos y los números, no me da tiempo a participar, pero estoy encantada de leeros.
Un besazo, espero que hayas empezado genial el año
Como siempre me dejo llevar por la sensualidad que regalan las palabras y los giros presentes y sentidos de tus relatos. Bonito final con el aforismo sobre el juego. Olé. Un beso y que el 2019 nos permita seguir haciendo un alto en nuestros caminos para continuar conociéndonos cada vez un poquito más.
ResponderEliminarEncantador doble seis. Los dados no saben de amor, ni de pieles, ni de miradas, siguen el azar de su propio impulso.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz año nuevo
Con esa sensualidad que despliega esa mujer, tal vez perder tenga sus ventajas.
ResponderEliminarTu versión del pecado es tan tentadora que incluso llega a las vestales, en la antigua Roma solían ser celibes. Pero Afrodita es poderosa en tus dominios.
Besos.
Doble sensualidad, doble juego, ganar-peder, doble faz de un relato interesante e intenso. Hábil escritora para llevar la propuesta a tu plano, el de la pasión que brinca como el fuego, de ella a él, de él a ella. Un fuerte abrazo, que agradece tu relato y tu participación en este jueves. Besos
ResponderEliminarUn juego sensual donde los dados marcan la partida y esta vez la lujuria estaba servida un doble seis número diabólico deseo , sexo y ....
ResponderEliminarUn buen texto .
Mi abrazo no es lujurioso pero es cariñoso muakkk.
ResponderEliminarGenial relato, lo importante es saber perder, total al final, no le fue tan mal.
Abrazo!
Jugar tiene muchos alicientes pero no olvidemos que la intención es ganar, pero a veces el destino se empeña en no dejar que ganemos. Un abrazo grandote
ResponderEliminarCreo que ganar no hubiera tenido mejor final... ;)
ResponderEliminarBss.
Saber ganar es tan importante como saber perder... tú me has ganado con tu relato, Mag. Un deleite leerte.
ResponderEliminarMil besitos para tu Noche de Reyes ♥
Sensual y atrayente tu relato que en el fondo lleva una moraleja: no siempre que se gana se pierde. Besos.
ResponderEliminarPar de seis, insuperable en los dados como insuperable es el placer de esa victoria cobrada in situ, aunque el perdedor en este caso no puede quejarse. Una cabalgata más, será por Reyes? :)
ResponderEliminarBeso dulce Mi Estimada Maga y feliz noche de Reyes.
Leyendo tus letras, lo primero que pienso es aquello de que "lo importante no es ganar o perder, sino jugar"... algo a lo que nunca he creído pero... desde hoy podría hacer alguna excepción...
ResponderEliminarBesissssssssssssssssss en la distancia, que es sólo física.
Perder o ganr da igual, lo importante es disfrutar y este creo que lo hizo. Un buen relato. Un beso
ResponderEliminarMe encanta esa manera tuya de meternos en los relatos a traves, normalmente, de un desnudo, o de la manera en la que se producen los preámbulos de esas "batallas sexuales" que propones en tus relatos. Muy bueno y sensual como siempre
ResponderEliminarEstos días son un poco locos. Ganas tengo de centrarme un poco por eso voy con retraso al comentaros y más al responderos, ya que suelo dejar lo último para mí, pero agradezco infinitamente todos vuestros comentarios ya que hoy, día de Reyes, los recibo como un bello regalo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias a todos, todas, por estarme.
Besos enormes.