14 de abril de 2019

Cierre de Convocatoria...

Ya es domingo y me toca cerrar la convocatoria de esta semana. Puedo decir que estoy sumamente agradecida por vuestras aportaciones, que habéis sido valientes porque, desde vuestras letras, habéis logrado que nos subamos a un carrusel de emociones y sensaciones, que hayan brotado como esa alborada que cubre el pensamiento, como ese misterio que nos embruja a todos… y hemos volado, cual libélula a ras de suelo, elevándonos sobre todas esas cosas que nos han sido inspiradas, en prosa, en verso… comulgadas en pos de compartir nuestras ganas por escribir y redescubrir. 

Muchísimas gracias por vuestra colaboración y por hacerme fácil esta tarea que me toca volver a coordinar en mayo :-) ¡¡¡No digo nada para que os sorprenda!!!  :-) 

Ahora ya me despido agradecida y paso el relevo a Roxana
¡A ver qué nos tiene esperando!
Muchos besos. 


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11 de abril de 2019

Carrusel de silencio y soledad...

Un silencio roto, vacío, atrapado en este cáliz con aroma a viejo coñaC. 
Un pensamiento, dos, mil sin porqués peregrinos en una espiral absurdA. 
Lacerados respiran los arraigos desleídos en un deveniR
y, aún así,  postrera queda la realidad de un sobreviviR. 

Usurpan como dagas en mi pecho 
Saetíes carmesíes: Latidos a destiempo, heridos de muerte. 
Ecúleo se me hace este destierro de tu alma, mi alma. 
Lágrima viva hieréme cada minuto de esta noche que me expatria.


En la vida solo puedes aferrarte a tu caballo y seguir cabalgando...



Este acróstico pertenece a la convocatoria de esta semana para el Reto de los Jueves. Picando en la imagen podéis ir a leer la propuesta y los enlaces a los blogs de otros autores para ir a leer si deseáis.

7 de abril de 2019

Convocatoria Reto del Jueves...

Ákros  Stikhos
[11 de abril de 2019]


Esta semana me toca a mí dirigir la dinámica de los jueves y he pensado en algo que creo es sencillo: un ACRÓSTICO.

Para que todos partamos en similitud de condiciones, he seleccionado unas palabras, todas ellas de ocho letras, de las que cada uno optará por la que más le guste (no será necesaria la tilde)o le inspire en el momento. Será la columna vertebral de nuestra composición, es decir, las cuatro primeras frases o versos acabarán necesariamente en las correspondientes cuatro primeras letras, y las otras cuatro serán el inicio de los restantes versos, de modo que nuestra palabra quedará en el medio. Hemos de tener en cuenta que la composición y la palabra deberán estar, en cierto modo, relacionadas real o metafóricamente.

Espero que esta idea sea de vuestro agrado y suficiente para acompañarme en esta aventura. Desde este mismo jueves, y aquí mismo, podréis dejarme los enlaces de vuestras entradas para que las vincule. El domingo daré por concluido mi evento y pasaré testigo al siguiente convocante.

Muchísimas gracias por vuestra atención y ahora solo cabe que elijáis la palabra, la guardéis y os pongáis a pensar. Podéis elegir la imagen que deseéis.

LIBÉLULA 
ALBORADA,
MISTERIO,
CARRUSEL.


Os dejo un ejemplo propio por si no ha quedo claro con mi explicación. Evidentemente, la composición no ha de quedar así sino cómo marque la extensión de cada frase.
No os volváis locos en la estructura, basta con escribir las ocho líneas .:-) Ajustáis las primeras a la izquierda y las otras cuatro a la derecha, y solucionado.





4 de abril de 2019

Leve rastro de la soledad vencida...

Queda un leve rastro de la soledad vencida, aquella que aclamaba los surcos de la tierra olvidada, antaño elegida por los hombres como signo de su libertad. 
Derribaron los muros quebrantando silencios, anidaron lágrimas en la cicatrices de sus pasos y suspiros convertidos en un quejido que desgarraba las últimas vestiduras; los pechos erguidos..., la cabeza alta: ecos de aquel sonido desgarrador de la última voz que agachó su rabia, de las últimas manos a la espalda, las últimas rodillas postradas en el suelo.
La mirada llena de destellos orando a un cielo tan negro como las almas ejecutoras, tan cerrado como las mentes obtusas que creían y menguaban en sus propios dogmas. Lloró el cielo. Gritó, rompiéndose, abriéndose las costuras del alma. Y ellos, el último hombre, la última mujer, se hundieron en el fango que mecía el sabor rojo de la estirpe, simiente astillada en un abrazo vivo que aquellos otros siguen intentando profanar.

"Amor y dolor", también "Vampiro" | ~1895 | Edvard Munch

Este es mi aporte para  en el reto de este jueves desde el blog de Moni, "Neogéminis, el extraño mundo de Neo": Una frase, a elegir entre, debe inspirar un texto.

3 de abril de 2019

La Casa del Pecado

Claudia, fotografiada por  Erwin Olaf
Leonor se miraba en el espejo, entre el juego curioso de los reflejos del sol y la altura de sus tacones rojos como el carmín de la línea de su boca. No dejaba de seducirse a sí misma. Aun siendo mujer de carnes blandas, bajo las transparencias de su camisón podía percibirse aún la voluptuosidad de sus pechos, y las amplias areolas abarcaban la erección de unos pezones desvirgados tantas veces como días tenía su vida. Los tomó en sus manos, los junto y los elevó mostrándose exuberante, coqueta, provocativa...
Descendió por la cintura, no tan delineada como antaño, llegando a las caderas. Se contoneó y subió la prenda dejando al descubierto un monte de Venus que era más bien un triángulo de las Bermudas. Cuántos hombres habrían naufragado en aquellas aguas. Pero ya hacía tiempo que nadie se perdía entre sus piernas con aquellos vigores que la hacían gemir como hembra desbocada. Seguía siento amante del placer... y su mejor cómplice, dueña de los mayores secretos y reina de las perversiones de aquellos hombres que habían rendido las repletas carteras a sus pies.

Ya no era la ingenua y delicada avecilla venida del sur, la de alas níveas pero no había otra con su elegancia, con la candidez y delicadeza de aquellos gestos que la hacían tan deseada, tan única. No era la joven cardelina que todos querían tener en su jaula. Y si alguna vez pensaron que comía de sus manos, jamás dio un bocado sin más.                                 

Llamaron a la puerta de su dormitorio. Se pasó la bata tipo quimono, se atusó el pelo y apretó sus labios en un vaivén sensual para fijar el pintalabios. Abrió la puerta. Su nombre continuaba en ella aunque ahora vivía en la planta más alta de aquella casa, ahí donde los clientes no tenían acceso. La inferior era para los pájaros que aprendían a volar o para aquellos que tenían algo más de vuelo pero nadie mejor que ella para enseñar a planear. 
Ahí estaba él, su cliente de siempre, el que la alzó en el primer vuelo, el que no había dejado de acogerla entre sus brazos como quien acoge a un pajarillo caído del nido. Sus canas desvelaban que tampoco era el de entonces. Aún así, seguía siendo un caballero que se quitaba el sombrero ante ella y le dejaba, como siempre, una suculenta propina. Era un rito y como tal lo respetaban.  Aunque ahora el sexo quedaba en un segundo lugar, continuaban disfrutándose. Permanecían abrazados durante horas mientras ella le cantaba aquellas canciones de siempre con las que le atravesaba el alma y lograba que sus ojos se humedecieran. Tomaban té. Ella lo preparaba con un exquisito ritual bajo la atenta mirada masculina. Charlaban durante horas mientras los cigarrillos se consumían entre los dedos. Él la escuchaba hasta en sus silencios e, incluso, pasaban noches enteras envueltos en una densa caricia mitad pecado, mitad amor que no tenía precio.

Para él, Leonor seguía siendo su dulce cardelina. Y ella continuaba posándose sobre sus ramas.


Ilustración de Robert Maguire |  1961 |

Estas letras forman parte de la propuesta "Revista- Pulp-Arte" de Gin para nuestro "Paraíso de Letras" y  "Lovely Bloggers, donde pueden leerse a otros autores. 


Gracias, Gin.