Mudanzas, oportunidades, decisiones...
Tal vez no hubiera otra solución. Coger los cuatro bártulos que nos quedaban y apartar una vida que ya no nos pertenecía por Real Decreto. Las aguas cubrirían todo: La casa del notario, la del herrero, la casa de María, el huerto de don Pedro..., las cuadras de las vacas de Gervasio, la fuente de la Picaraza, la iglesia... La escuela, mi casa, y con ella, mis recuerdos, mi niñez y los muertos.
Las maleta de cartón, los hatillos hechos de sábanas viejas, el abrigo sin bolsillos y los zapatos despuntados. Un día de difuntos cuando el agua nos acariciaba los pies con apetito voraz. Mis lágrimas y las del cielo. El miedo en mí. La incertidumbre en mis padres, en mi abuelo..., en los vecinos. Los sueños rotos. La esperanza perturbada.
Las maleta de cartón, los hatillos hechos de sábanas viejas, el abrigo sin bolsillos y los zapatos despuntados. Un día de difuntos cuando el agua nos acariciaba los pies con apetito voraz. Mis lágrimas y las del cielo. El miedo en mí. La incertidumbre en mis padres, en mi abuelo..., en los vecinos. Los sueños rotos. La esperanza perturbada.
Veinte años después, el sol brilló de nuevo, sacudiendo recuerdos, haciendo germinar la semilla de la esperanza y con ella, la posibilidad de regresar. La iglesia, al final, aguantó. Seis siglos y en pie. Sí, la reconstruyeron pero todavía las piedras la sostuvieron. La campana nunca apareció pero se compró una entre todos los vecinos que quedaban. La casa del notario también se salvó. Las cuadras y los huertos, desaparecieron.
Pero tuvieron que pasar otros tantos años para poder poner el pie en la plaza de la iglesia y recuperar lo que siempre fue nuestro. Ese año hubo fiestas. Era por san Miguel, cuando asoma el otoño pero aún conserva las enaguas de verano. La membrillera estaba colmada de membrillos. ¡Ay, la carne de membrillo de mi abuela!
Dos años después, mi mujer y yo, cogimos nuestros bártulos, mi memoria y mis derechos resarcidos. No era la casa que me vio nacer pero sí la casa dónde pasaría muchos días de mi vida, y crearía recuerdos y esperanzas. Mis nietos crecerían al lado del embalse, nadando en él y corretearían por las calles que gastaron mis zapatos y despellejaron mis rodillas.
Cada verano se ha convertido en una losa menos en mi mochila.
Tantos pueblos se quedaron dormidos bajo las aguas que acabaron por morir, pero otros supieron resistirse y , poco a poco, sus antiguos moradores y descendientes han logrado, con mucho tesón, hacerlos brillar.
Saqués, Búbal, Lanuza...
Desde su "Molí del Canyer", Inma nos invita a mudarnos.
Saqués, Búbal, Lanuza...
Desde su "Molí del Canyer", Inma nos invita a mudarnos.
Ahí podéis disfrutar de otras mudanzas.
En el nombre de pila, siempre la convocatoria.
En el del blog, siempre la lista de participantes.
Impactante, bien descrito, mejor novelado. La crónica de tantos y tantos habitantes de pueblos que los pantanos dejaron así, como explicas, con hatillos de recuerdos. Precioso post. Para enmarcar, la verdad.
ResponderEliminarUn abrazo grande
Agradezco muchísimo tus palabras y sí, llevas razón,es una historia de tantas que pueden contarse porque hay tantas ocasiones como personas han vivido algo similar.
EliminarGracias, gracias :-)
Un beso enorme, Albada.
Olé...........precioso Mag. Un relato triste y esperanzador. Donde los sueños viajan con nosotros en cada paso.
ResponderEliminarUn saludo
Gracias, Víctor. Sí que es triste por todo lo que aquello supone. Un abandono de futuro incierto pero la luz puede aparecer al final del camino, y en aquella curva, se hizo con el consiguiente resarcimiento y una nueva ilusión.
EliminarUn beso enorme.
Esta que si es una mudanza obligada por las circunstancias de la naturaleza, que con ella no hay quien pueda.
ResponderEliminarMe ha gustado saber que algunos de esos pueblos los vecinos a pesar de los años han insistido para verlo crecer de nuevo y así sus descendientes poder disfrutar de tan bellos parajes.
Mucha ternura emanan tu relato .
Abrazos y feliz tarde.
En este caso, más que la naturaleza, tuvo mucho que ver la mano del hombre pero había que recoger el cauce del río aunque fuera a un precio muy alto. Es cierto que muchos pueblos han vuelto a resurgir, tienen incluso hoteles y desde luego se han convertido en núcleo de vida nueva. Da gusto visitarlos ahora.
EliminarMuchísimas gracias, Campi.
Un beso grande.
Precioso. Maravillosamente acogedor y descriptivo. Emotivas y reales vivencias como las de ese pueblo que nos muestras y muchos otros que, como bien dices, con ilusión y voluntad de sus descendientes, pudieron levantar…
ResponderEliminarUn verdadero placer, mi querida Mag.
Abrazos y cariños, y muy feliz día 💙
Muchísimas gracias, Gin. Así es la vida de muchos pueblos. Unos mueren en el olvido, con otro nuevo no muy lejos. Otros, mueren sin ser cubiertos por las aguas y enronados en maleza, otros, vuelves a tener pulso.
EliminarUn beso y feliz fin de semana.
Hermoso relato, comparto que es triste, la naturaleza a veces tiene esos giros crueles que dejan pueblos, ciudades en ruina, como en este caso el agua, llevándose cuantos recuerdos. Pero siempre tenemos la otra cara, la resiliencia nos da muchas otras oportunidades.
ResponderEliminarMe ha encantado!!
Un abrazo :)
Esa es la palabra, Cecy: Resilencia, capacidad para salir a flote, no darse pon vencido. Como decimos en mi tierra de tercos: No reblar.
EliminarMuchísimas gracias por tus palabras.
Un beso.
Por un momento pensé en esos pueblos subterráneos que quedan bajo un embalse. Qué bonito, Mag. Es precioso como has descrito una realidad que nos acontece en muchísimos lugares de España. Tan cercano y tan natural... todo un escenario con sus personajes.
ResponderEliminarComo siempre es un placer leerte. Te felicito, querida.
Mil besitos con mucho cariño y feliz tarde ♥
Esto es algo más que eso que llaman España vaciada, término que no me gusta nada, la verdad.
EliminarPero sí, el agua, el tiempo... se lleva cosas por delante pero, aun así, las raíces son fuertes y echan a brotar alguna vez.
Mil gracias, Auro.
Un beso enorme y mi cariño.
Una conmovedora historia de renacimiento y fortaleza. Un abrazo
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Moni.
EliminarUn beso :-)
Feliz domingo.
no ha habido muchos pueblos abandonados que se hayan vuelto a repoblar. y menos cuando el motivo del abandono fue haber quedado bajo el agua. muy buen relato, en el que además hoy he aprendido algo nuevo, la historia de lanuza.
ResponderEliminarbesos!!
Es la de un pueblo de al lado, que es similar a la de Lanuza, solo que Lanuza se ha repoblado, tiene más vida, y el otro pueblo ha quedado para colonias. Pero sí, en este valle hay varios pueblos con la misma historia, año arriba, año abajo.
EliminarMuchísimas gracias, Chema. Y si un día puedes escaparte, no lo dudes. te gustará.
Un beso.
Me has recordado a Angelines, vivía en Lanuza y nos contaba cosas del pueblo, de como ocurrió lo del embalse, una mujer apacible y jovial que se hizo querer. un abrazuco
ResponderEliminar¡Anda, mira qué cosas! ¡Qué coincidencia! Entonces, has visto la historia de este valle dos veces.
EliminarGracias por pasarte, Ester, y un beso.
Y así surgieron tantos pueblos y ciudades, buscando el mejor lugar para asentarse y concretar los sueños. Bonita historia nos regalas.
ResponderEliminarBeso dulce Mi Estimada Magda.
Muchas gracias, Mi Estimado Dulce.
EliminarAlgunas se pierden, como los recuerdos. Otras, resurgen, como los sueños.
Un beso.
Me hiciste recordar cuando el primo regresa cada cinco o seis veranos, busca lo mismo, quiere visitar sus lugares preferidos, para él, su mente es como si el tiempo estuviera en retroceso.
ResponderEliminarSupongo que, donde has sido feliz, esperas el regreso
Bonito relato, Mag, como todos los tuyos.
Beso
Imagina si, encima, te han arrancado a la fuerza de ese lugar donde tantos sueños e ilusiones tenías, cuando siendo un niño. Cuando pasa el tiempo y la vida te da la segunda oportunidad, no se desaprovecha, se disfruta, se vive.
EliminarMuchas gracias :-)
Un beso.
Conmovedor relato entre tristeza y nostalgia se lleva la esperanza en el corazón, hermoso lo que has escrito Mag un abrazo y pasa buen fin de semana
ResponderEliminarMuchas gracias, Jorge.
EliminarEs un suspiro que evoca algo de felicidad después de el principio de la vida fuera profanado por las aguas.
Gracias por tus deseos. Disfruta tú también y un beso.
Me has hecho poner los pelos de punta! Que emoción poder regresar a tus raíces cuando ya las creías negadas por las aguas. Precioso relato Mag, gracias por participar. Besos.
ResponderEliminarSí que debe serlo. Si ya es una emoción regresar a un sitio que te gusta, no imagino qué debe ser, poder regresar a las raíces.
EliminarUn beso y muchísimas gracias a ti por DIRIGIR la fiesta esta semana. El tema hadado mucho juego.
Un beso enorme.
Maravilloso homenaje a esis pueblos que supieron resistir y renscer volviendo a brillar. ¡Qué sobrecogedors la historia de la mudanza en sí y, como siempre, tan bien narrada!
ResponderEliminarBesotes, querida Mag
Muchísimas gracias, Myr. Un orgullo que te haya gustado y lo veas del mismo modo que yo: Saber que las cosas pueden cambiar y resurgir... de entre las aguas.
EliminarUn beso enorme.
Bien contado.
ResponderEliminarUna historia de regreso, un regreso que tardó muchos años, pero sucedió.
Besos.
Un regreso que solo vio una luz de esperanza a mitad de camino, un poco más allá pero, al final, sí, se logro.
EliminarMuchas gracias, Demi.
Un beso.
Estremecedor relato porque me encontré con algunos de ellos, durmiendo su sueño eterno bajo las aguas a lo largo del Camino de Santiago,. Me con movía ver la espadaña de la torre de la iglesia asomando por entre las aguas del pantano en su afán de sobrevivir.
ResponderEliminar¿Y sus gentes? Cuántos recuerdos sepultados....
Me gustó. Lo considero un homenaje a esos pueblos, al que me uno.
Gracias, Tracy. Realmente, es un homenaje a esos lugares pero, sobre todo, a sus gentes, a sus recuerdos, a sus vidas...
EliminarUn placer, de verdad.
Muchos besos.
Qué cuento tan entrañable...y qué distinto de los relatos a los que nos tienes acostumbrados...me ha encantado y me he situado en él perfectamente. Perfecto para estos días de estío que se acercan...
ResponderEliminarBesos
Gracias, Max, por lo que me dices. Intento lidiar con todo y ser diferente :-9 Muchas gracias, enserio. y si has visto y sentido, me felicito de veras.
EliminarUn beso enorme.
ResponderEliminarHola, Mag
Me encantó tu texto, aunque sea triste, además de una excelente reflexión. Has sabido muy bien transmitir los conmovedores instantes de los habitantes. La mano del hombre, siempre erratica. Pero la perseverancia de sus habitantes la hicieron renacer. Un final feliz!
Abrazo