Un Jueves, Un Relato
Profesiones raras
Cuando me preguntan cómo me gano la vida tengo que inventar siempre lo mismo: «Me dedico a la Ciencia por eso siempre estoy en la universidad» pero, en realidad, mi trabajo es otro. Para algunos es un sacrilegio, un pecado, una herejía, un delito. Para mí es el pan que me llevo a la boca cada día y puedo asegurar que hay que tener muchas tripas para esto.
Unos nos llaman ladrones, otros saqueadores. Yo prefiero definirme como resucitador porque hago que los cuerpos se levanten y abandonen sus tumbas. No robo nada ni a nadie porque los muertos solo pertenecen a la tierra o al cielo y, a veces, al infierno. Y ni a Dios ni al diablo les importan.
Mi trabajo es duro, peligroso y sigiloso, amparado a la luz de la luna, solitario, porque faeno solo, y oscuro, siempre con los ojos bien abiertos. Cada día lo tengo más complicado. Los vivos tienen miedo de los muertos, en cambio, temen que les sean arrancados de las entrañas de la tierra. Los ricos crean sus mausoleos con muros altos y puertas seguras. sin embargo, se suman al teatro de ver muertos. Los pobres cada día hacen los agujeros más profundos y vigilan a sus muertos hasta que la podredumbre les da la confianza para abandonar la vigilancia. Y los del medio, entierran a sus muertos en ataúdes de hierro o enjaulan la tumba.
Trabajo por encargo, tengo mi salario y cuento con confidentes que me facilitan toda la información que preciso. No es lo mismo un cuerpo enterrado recientemente que uno de más tiempo, ni uno con anomalías a uno aparentemente sano, ni de mujer que uno de hombre y mucho menos uno de infante. En este caso, marco un precio tan elevado que reniegan de mis servicios. Sé lo duro que es enterrar a un hijo.
Sigo respetando a la muerte pero los muertos me dan de comer. Todavía tengo escrúpulos y no soy un asesino a suelto ni tampoco maltrato a los cadáveres. Trabajo limpio y tengo mis propias normas. Ejecuto mis tareas de manera escrupulosa y soy el mejor. Una vez entregado el cuerpo, lo que hagan con él ya no es cosa mía.
Fotograma de la película El ladrón de cadáveres, 1954 |
Este es mi aporte para la convocatoria de esta semana (369 palabras).
Picando en la imagen, podéis ir tanto a la dinámica como a la lista de participantes.
Un oficio oscuro, pero sin ellos, las clases de anatomía no podrían darse.
ResponderEliminarMuy bueno. Me encantó. Un abrazo
Eso es cierto, Albada, porque hasta los muertos se acabaron. Me acordé de la película de Berlanga, "El verdugo". Estuve a punto de coger esa profesión pero esta me daba mucho más juego, es más gótica.
EliminarUn beso enorme y mil gracias por tus palabras.
Bravo no solo es una profesión extraña si no que hay que tener integridad para ejecutarla.
ResponderEliminarTodo trabajo que re realice con respeto merece respeto, y no olvidemos que da de comer y pagar facturas.
Me gustó como lo cuentas de manera que veamos como lo realiza. Un aplauso para ti y mi beso correspondiente muakiss.
Hola, Campi.
EliminarLa verdad es que hay que tener agallas para llevar a cabo este trabajo. No sabes bien qué te encuentras al otro lado de la puerta ni cómo lo podrás conseguir. Primero estaban mal visto pero luego, ante la escasez de cadáveres y el auge de las universidades, fue un trabajo muy requerido. había estudiantes que se pagaban sus propios cadáveres para estudiar. Es un tema interesante.
Un beso enorme y muchísimas gracias.
Magnífica aportación, Mag, querida. Me ha recordado a las leyendas que nos contaron en el cementerio de Edimburgo, vi esas tumbas enjauladas y los cadáveres se trasladaban en barriles. Realmente lo has clavado. Impactante realidad. Te felicito, preciosa.
ResponderEliminarMil besitos con mucho cariño para ti y muy feliz día ♥
Hola, mi querida Auro. Sí, lo de las jaulas aún puede verse ahí :-) Los vivos se las ingeniaban para proteger a sus muertos, la verdad.
EliminarMuchísimas gracias por tus palabras y, sobre todo, por tu cariño.
Un beso lleno de él y un abrazo inmenso.
¡Claro! Sino ¿cómo podrían darse clases de anatomía? jajaja me recordaste una vez que viajaba en avión y ya sabes, iniciando conversación con mi vecino, ya te imaginas, le pregunto lo habitual ¿De dónde es Ud.? De Finlandia, me respondió el hombre alto, rubio y fornido como vikingo. Bien, ya calentamos motores. La siguiente pregunta mía que generalmente nunca falla para avanzar en la conversación es la de: ¿Y a qué se dedica?. Resultó que el buen hombre era de oficio enterrador de cadáveres ( en cementerio) y no falló, porque el resto del vuelo me contó con lujo de detalles la catidad de muertos anuales que hay en Finlandia, la cantidad de enterramientos que el realiza por año, la forma en que lo hace, por en invierno con hielo y nieve hasta la nariz, te la regalo. En fin, que me volví experta en el tema. Y he tenido muchos compañeros circunstanciales de viaje a lo largo de los años pero de este nunca me olvidé. Hasta recuerdo su voz parsimoniosa, pedagógica y grave al relatarme los hechos.
ResponderEliminarBesotes, Mag
Hola, Myr. Enterrador suena muy oscuro pero sí existe aunque ahora son más bien albañiles que queda como un poco mejor. Con la palabra enterrador ya te imaginas hasta lo que no te cuente :-)
EliminarBueno, ahora, lamentamblemente si has de acudir a un funeral, vas a saber como una experta el tejemaneje de todo el proceso.
Tu acompañante de vuelo estaba claro que debía amar su profesión y eso no es fácil.
Millones de gracias, Myr.
Un beso enorme.
Qué texto más tétrico, pero ese otro lado de la vida existe.
ResponderEliminarUn saludo.
Existe, Né. Como todo, se va evolucionando. Ahora existen los profanadores de tumbas y sigue habiendo saqueadores, esos sí que hacen daño. este hombre, la menos, trabajaba para la ciencia y gracias a eso, mira a dónde hemos llegado :-9
EliminarGracias por pasarte.
Un beso.
Te ha quedado un relato chulísimo y muy original. Yo lo publicaré mañana, a ver qué tal, lohe escrito con mucha ilusión.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Estupendo, Noelia! Te esperamos y que no falte la ilusión que es el primer paso para el camino :-)
EliminarMil gracias por tus palabras y por pasarte.
Un beso.
Me ha encantado esta historia del ladrón de cuerpos con alma de poeta. Un abrazo.
ResponderEliminarTiene su corazoncito y su alma blanca.
EliminarMil gracias, Xan, por dedicarme unos minutos :-9
Un beso grande.
Como profesión no hay nada igual.
ResponderEliminarResucita vivos?
Dile que me escriba.
Besos.
Yo lo intentaré pero no sé qué te cobrará por ello. Igual lo hace gratis. Es muy apañado él :-9
EliminarUn beso muy grande.
Tu historia me hace recordar a Frankenstein. Y también a cuentos de Lovecraft, como Herbert West Reanimador. Sí que es extraña.
ResponderEliminarBien contado.
Besos.
Extraña pero existió durante muchos años. Luego ya, con la donación de cuerpos y las leyes, la cosa fue bajando. Que mi historia te recuerdo a esa magnificencia, te aseguro, que más que azorarme, me deja sin palabras.
EliminarMuchísimas gracias, Demi.
Un besote.
Ahhh macabro trabajo si los hay! Estremecedor relato que nos crispa y nos pone enseguida del otro lado de este inescrupuloso (aunque dice tener sus reparos) personaje nacido de tu imaginación. Un excelente aporte el que nos dejas. No podía ser menos! Un abrazo, Mag
ResponderEliminarMujer, Moni, hay que comer y si encima haces una gran labor social, pues bueno... Igual no es la mejor manera de llevar a cabo la labor pero visto lo visto... Ciertamente, no hay que tener escrúpulos porque si no... mal...
EliminarMuchísimas gracias por dejarme tus palabras y agradezco también tú visita.
Un beso muy grande.
Un oficio que está al borde de lo ético, por no decir más allá también. Yo no compartiría eso ni en nombre de la ciencia ni nada, pero se hace, sí aún se hace, estudiantes de medicina recurren a ello y es más, hace no mucho hubo una muestra por varios países de cadáveres directamente que eran parte de "obras de arte". Todo en nombre de la ciencia, o de lo que sea. Buen relato que lo grafica muy bien.
ResponderEliminarBeso dulce Mi Estimada Magda.
Claro, Mi Estimado Dulce, es que lo vemos con los ojos de ahora pero no con los del s. XVII cuando eran incipientes las universidades y los estudios de anatomía. Y ya más adelante, los cuerpos de criminales y demás, no eran suficientes para que los estudiantes pudieran hacer sus prácticas. Gracias a eso, estamos así.
EliminarHoy se donan los cuerpos, muchos por evitarse el tema del entierro. Otros, por un sentido filantrópico.
Ahora ya no se roban cadáveres para este menester. Existen profanadores de tumbas más bien por macabras creencias y ritos extraños. Pero en la época victoriana es lo que había. Al menos, estos resucitadores o resurreccionistas no eran, como ha dicho el protagonista, asesinos a sueldo, personas que se dedicaban a matar para luego negociar con el cuerpo.
En fin, la Historia está llena de cosas macabras lo que ocurre es que unas nos sobrecogen más que otras o nos impactan de distinta forma.
Muchísimas gracias por tus palabras.
Un beso enorme y feliz tarde.
Un relato Dark,sobre una profesión que con ser rara ahora, es más oscura que rara.
ResponderEliminarUn buen relato que podría formar parte de una novela gótica de misterio y cementerios,y la cual,también me recuerda a Frankenstein. Muy bueno.
Un beso enorme.
Hola, José. Tengo la sensación de que os gusta un poco lo oscuro porque no eres el primero que me dice de novela gótica. Tengo alma victoriana en alguna parte, a lo mejor :-)
EliminarPues a mí esa parte que os recuerda ni la tengo presente :-) es más, es que ni me acuerdo de ella pero si recuerda, bien hecho está :-)
Un beso muy grande y muchísimas gracias, José.
Conmigo que cuenten soy donante universal y lo que sobre para la ciencia y como no me muero pero me hago vieja ya no sirvo como donante a si que la totalidad para la ciencia. El relato es genial la defensa de la tarea ejercida me gusta. Abrazucos
ResponderEliminarHola, Ester. No todo lo que el ser humano puede ser entendido pero gracias a muchos de esos ascos y muchas de esas "inmoralidades" han hecho que avancemos. La ética y la moral va en función de cada época. No podemos ver con ojos de hoy lo que he hizo hace dos siglos.
EliminarMuchísimas gracias por tus palabras.
Ten un buen sábado y sonríe.
Los trabajos de los científicos aún hoy en día tienen una parte misteriosa y oculta, seguramente muchas veces se saltan leyes de países y de iglesias. A veces la moral está reñida con la ciencia .
ResponderEliminarMe tuviste en suspense.
Un placer leerte siempre Mag.
Besos
Hola, Charly.
EliminarLo cierto es que si supiéramos todo lo que hay detrás puede que nos llevásemos las manos a la cabeza o, quizá, fuéramos mucho más abiertos de mente y avanzaríamos más. Las cerrazones y las moralidades o éticas a veces son más un obstáculo que un adelanto.
Un beso enorme y mil gracias.
Oficio muy curioso, siniestro, pero de gran ayuda a la ciencia, me ha encantado como lo has relatado.
ResponderEliminarBesos Mag🌹😘
Muchísimas gracias, Dakota. Hay profesiones muy escondidas pero que son necesarias. Esta ya está fuera de juego pero en su día tuvo la importancia suficiente como para que el Hombre haya evolucionado. Nos queda mucho todvía.
EliminarUn beso muy grande.
Poniéndome un poco técnico-jurídico-impertinente te diré que, en España, los cadáveres pertenecen a los herederos, con lo cual sí sería un robo.
ResponderEliminarPero yendo al relato, veo que el personaje que has creado es muy especial, hasta más que su profesión, por como nos cuenta esa dedicación con la que se gana la vida.
Besos Mag, aquí pensando en alguna profesión rara o si hablar de la mía, que me ha hecho saber que los cadáveres son propiedad privada, jejeje.
Bueno, Juan Carlos, nos pasaremos por alto los tecnicismos :-9 que ya sabemos que si no con la burocracia no llegamos a ningún lado :-9
EliminarEste resucitador se toma las cosas muy en serio y creo que no es un chapuzas, que hace las cosas con mucho respeto y profesionalidad :-9
Un beso enorme y mil gracias.
Buen relato, fu una profesión dura y algo morbosa que no se siga. Te mando un beso
ResponderEliminarVamos evolucionando, J.P. Cada momento de la historia hace que sepamos más, pienso. Hace 20 años tampoco había chefs de comida 3D. Esta profesión debía ser muy sacrificada, muy dura y como dice él, hay que tener tripas.
EliminarMuchas gracias por pasarte.
Un beso.
Resucitados con código de honor y de buena praxis. Un profesional.
ResponderEliminarSupongo que volverá a tapar la tumba, para que no se sepa que no está vacia, aunque con el precio que llevan, igual seria bueno que hubiera más oferta.
Besosss Mag
En el fondo tiene su código, es cierto. No entra en detalles de cómo lo hace pero ponerse a picar y dejar todo bien para que se note lo menos posible, no se hace en un par de horas. Mucha fuerza física y mental. No era una profesión sencilla si quería hacerse bien. Vamos, que yo veo a mi protagonista tremendamente responsable y profesional.
EliminarUn beso y muchísimas gracias, Gabi.
Hoy no voy a llamarte Mag, si no Edgar, o Poe para ser más amistoso. Las explicaciones sobre honorabilidad que da tu personaje sobre su trabajo digamos que las podría admitir en uns sociedad que prima el mirar para otro lado, es el barniz con que has impregnado el relato el que me recuerda al gato tuerto Un abrazo
ResponderEliminarVoy a tener que replantearme esto de escribir oscuro :-9 Crfeo que os gusta y decir que te recuerdo a estos escritores malditos no es que me azora es que me deja anonadada :-)
EliminarÉl se toma en serio su trabajo y, por tanto, lo hace no solo lo mejor que sabe si no con un código deontológico. Además, nombra que aunque pica solo, tiene confidentes y estos suelen ser registradores, sacerdotes, médicos...
Mil gracias por dedicarme unos minutos y te dejo un beso y mis mejores deseos para el finde.
me has hecho recordar el relato 'entierro prematuro' de edgar allan poe. podría ser que el protagonista rescatara a alguien que hubiera sido enterrado vivo por error recientemente.
ResponderEliminarhay trabajos que dan yuyu, pero alguien los tiene que hacer...
besos!
Esas cosas pasabab, Chema. Los entierros de personas en estado catatónico. Algunas incluso despertaron cuando sintieron la cuchilla en la mesa de autopsias pero eso ya es otra historia. Eso no se me había ocurrido para ponerlo en la historia, igual porque se me pasaba ya mucho de letras :-)
EliminarMil gracias, Chema.
Ten un bonito día.
Besos.
Me encantó tu relato, ya que es muy original y me llevó a recordar a Frankestein. Muy bien contado. Aplausos.
ResponderEliminarTe dejo mi enlace ya que acepté el reto y participé.
https://somosartesanosdelapalabra.blogspot.com/
Hola, Rosana.
EliminarMil gracias por sumarte una semana más y lo del relato, bueno, son profesiones que tienen cierto morbo y creo que, para mí, como hoy en día los forenses, son trabajos vocacionales. Cierto, como cuenta él que hubo quien se dedicaba a matar para obtener cadáveres pero él era muy respetuoso. Nos va a caer bien y todo.
Un beso muy grande.
Conocí a un curandero con bastante exito por aquí quien me aseguro que sus conocimientos de anatomia los había aprendido de forma autodidacta robando cadáveres y practicando con ellos, así que tu relato no me parece nada descabellado. Muy bueno, besos.
ResponderEliminarNo, no, es que es, era, una profesión muy real. Puede que ética o moralmente se nos pueda escapar un poco pero ante la escasez de cadáveres en un momento dado —criminales no daban para mucho ya—, y tú seguro que estudiaste algo de esto en la carrera, era la única forma de que la ciencia pudiera avanzar.
EliminarMil gracias, Inma, por pasarte.
Un beso muy grande.
Resucitador... Me encanta, da pie a una trama para una novela ;)
ResponderEliminarY con este relato creo que ya he leído y comentado a todo el mundo.
De nuevo, mil gracias por anfitrionar, Mag. ¡Ha sido super interesante descubrir nuevos oficios!
Un besazo enorme y feliz finde
Sí, ¿verdad? :-9) Sois varios quienes lo habéis dicho :-9 Gracias por comentar y participar. Yo creo que tampoco me he dejado a nadie. Todo fuera :-)
EliminarUn beso enorme y a disfrutar del fin de semana.
¡Qué profesión más deprimente y tétrica!, a mí no me vale todo por la ciencia, no tendría esta profesión en la vida, pero quien sabe si existe de tapadillo. No me extrañaría porque hay gente sin escrúpulos que lo hacen todo por dinero.
ResponderEliminarA pesar de todo ello he visto tu participación de lo más original, igual que el tema.
Beso smil.
Bueno, Tracy, como ya he dicho antes, no podemos ver algunas cosas con los ojos de ahora sino con la visión del s. XVIII. Ahora lo que sobran son cadáveres para la ciencia y seguramente si supiéramos cómo funcionan, cómo se mantienen y demás, también nos daría un poco de grima :-)
EliminarHay cosas muy raras en este mundo, lo que pasa que no sabemos hasta dónde podemos llegar :_)
Muchísimas gracias por dedicarme un ratito de tu tiempo y nos vamos viendo, a más tardar el jueves :-9
Un beso.
¡Hola Mag!
ResponderEliminar¡Qué relato más terrorífico!
Buen hilo narrador, me encanto la forma en que plasmas la “profesión” que es de lo más espeluznante. Y bueno, este trabajo saca partido doble, ayuda a la ciencia y le da al hombre el sustento para su familia. Creo que es la ley del sacrificio, cierto?
¡Un abrazo!
Sí, Yessy, todos los trabajos tienen su aquel. Imagina el de forense, ¡lo que debe de ver y las tripas que se ha de tener! Pura vocación.
EliminarEn aquella época no es que fuera algo normal realizar este trabajo con profesionalidad, había mucho desalmado.
Un beso enorme y gracias por acercarte.
pense en donar mi cuerpo a la ciencia, pero me dijeron que estaba muy loco. aquién se le ocurriria ser orgasmologo. parece que ya no me toman en serio. si te enteras que he muerto y quieres extraer mi cadaver, nunca digas mi nombre. jajajaj
ResponderEliminarBueno, en este caso la cabeza y el cuerpo son extremos completamente independientes, Gustab. Para la ciencia, casi todo vale :-9
EliminarNo diré nada pero creo que te dejaré descansar en paz.
Un beso.
Hola guapa , es un relato magnifico , ya que si nos ceñimos a la vida real
ResponderEliminarel trabajo de enterrador es tan digno como cualquier otro trabajo ,es más dicen que cuando más avanza la ciencia es en tiempo de guerra , y algunos países que están en guerra, gracias a los muertos han sacado vacunas y se ha conocido la tuberculosis y otras enfermedades al igual que se ha descubierto la penicilina (pero claro esto eran en el tiempo de las segunda guerra mundial) yo creo que hoy día , solo se experimentaría con personas sin familia , y cosas así , me a gustado mucho tu relato, es más yo tengo un pariente cercano que se ganaba la vida de enterrador , más concretamente era el padre de mi tío , se llamaba jose , besos de flor.
Me alegro de volver a leerte de nuevo , te deseo una feliz semana amiga mía.
Hola, Flor.
EliminarEn este caso es el empleo contrario. Él desentierra y luego tapa la tumba de manera perfecta para que no se note que el cuerpo ha sido extraído.
Claro que es trabajo de enterrador es tan honrado como cualquiera. Además, alguien tiene que hacerlo.
Que disfrutes también esta semana, Flor, y muchísimas gracias por venir un ratito.
Un beso enorme.