Lo invisible en palabras
«... lo esencial es invisible a los ojos».
El principito
Antoine de Saint-Exupery
En un pequeño rincón de la ciudad, a las afueras, vivía Amelia. Amelia era una persona un tanto solitaria, le costaba socializar, pero su alma era soñadora. Tal vez por eso, pocos la comprendían. Un día, mientras garabateaba en su libreta de dibujo, sus manos adquirieron una agilidad y rapidez increíbles que transformaron la página en blanco en un hermoso bosque y ahí, en medio de la naturaleza, una luz resplandeciente se fue perfilando. Cuando se detuvo, no sabía cómo había dibujado aquello a pesar de que sus dibujos siempre eran maravillosos. Algo sintió en su cuerpo, seguramente en su alma. Algo que no conocía, y percibió sentirse muy muy pequeña al tiempo que inducida a atravesar aquel portal que resplandecía en su libreta.