Un Jueves, Un Relato
Felicity y otros personajes de Mara Verso.
Desde un principio
Con
Foederis descubrí que tengo cierto sentimiento de compasión pero eso no hace que me aleje de mi lado oscuro ni de perseguir cual cazadora voraz a los humanos menos precisos, una vez para alimentar mi instinto y otras, como justicia divina.
Zarck anda muy lejos pero lo siento. Es una amenaza inevitable, un deseo insaciable de carne salvaje. Los últimos acontecimientos tienen a los humanos entre apáticos y sumisos. Es como si
Letanía , la inapropiada hija medio humana, anduviese en su libre albedrío. Está presente ahí donde la muerte viene a continuación. Digamos que se parece a mí. Solo que yo no aviso. Tal vez por eso Zarck teme que actúe y mi rastro se borre incluso antes de aparecer. Me relamo con gusto macabro. El olor a humano sacrificado desata mis jugos y afila mis dientes pero este golpe en el alma me mantiene alerta.
Siento en mi pensamiento a Zarck. Lo percibo atrapado en algún momento de mi inespacio tiempo. No ignoro su alerta, su alarma. Letanía está ahí.
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Clara Benjamín |
Será fácil encontrarla pese a su rudimentaria arma de cambiar de aspecto, pero la batalla no lo será. He de atravesar los siete infiernos para evitar que actúe o, al menos, que cause males mayores. Supongo que es mi pequeña porción de compasión hacia los humanos y mi gran amor por Zarck que late en mi alma a pulsos de fuego.
La escena es como esperaba. La delata su ausencia de paso, ese levitar inconsciente. Esa carita de eterna juventud desdibuja el destino que trazan sus manos. Desde luego, no es una mujer de paz. Es como una harpía que no espera. Zarck la mantiene a raya. Ahora hierve en mi alma.
Él no está hecho para matar. Yo no tengo ningún problema, ningún remordimiento, ninguna compasión. Sí, tengo cierta soberbia, he de reconocerlo, y demasiada confianza en mí misma para titubear en los momentos en los que mi piel se abre, los ojos se me llenan de sangre y la doble hilera de dientes empieza a tomar fuerza. Los huesos empiezan a crujirme y los músculos adquieren la consistencia que precisan.
El campo de batalla va más allá de disparos, misiles y bravuconerías, de lágrimas y rezos, de huidas sin poder evitar mirar atrás. Zarck la suelta justo en el momento en que mis dientes la ahinojan ante él. Ni la pastosidad de mi saliva trasfigura ese sabor extraño de una banshee, de un alma en pena, pero su garganta cruje bajo el chasquido de mi dentadura y ahoga esos gritos sónicos, esos aullidos de muerte que atenazan a los simples humanos.
—Será suficiente, Felicity —habló Zarck, pausadamente, evitando que prosiguiera.
Reconfigurarme me lleva un tiempo y es un momento tan delicado y crítico como desagradable, pero no puedo mostrarme como soy aunque no me importa cuando quien está ante mis ojos va a morir en mis manos y entre mis fauces.
—Grita demasiado, ¿no crees? —ironicé. —Calladita está más mona.
—Ahora nos perseguirá toda la vida. Sabes que son crueles y vengativas.
—Casi como yo...
Este es mi aporte —me sobran muchas palabras. No las numero para no asustar— para la convocatoria del jueves que organiza
Demiurgo desde
Hurlingham. Picando en la imagen superior podréis leer otras historias si os hace.
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Ilustración de Dario Brabo, de Kebondi |