31 de marzo de 2022

Inocente...

Un Jueves, Un Relato
Gestos


Su cara era como un cuadro de Picasso, desencajada. Los ojos en blanco como si hubiera venido del más allá y se estuviera situando. La boca, entreabierta, recogiendo a duras penas los dientes y reteniendo un hilillo de saliva. Una volada de aire, como un soplido misterioso, terminó por dejar a la vista la longitud de su frente. Tal vez aquello era lo que necesitaba para volver en sí. Frunció el ceño, enseñando los dientes como haría un lobo amenazante. Bufando como un gato que está a punto de saltar. Gruñendo como una fiera a la que le va la vida en ello. Se puso en pie casi de un brinco, y toda su envergadura se erigió como un gólem nacido del barro de la no gracia de Dios. Ni palabra escrita ni palabra sagrada, solo su no voluntad a la proclama de una orden que le llegaba desde la ausencia de su alma.
No había condescendencia abriéndose paso entre los incautos que, sin tiempo a ver, sin conciencia del último suspiro, se rendían a sus pies, yacientes o inertes. 

Una llamarada roja, como la chispa de un volcán que todo lo puede, atravesó el umbral de su frente. Ni un grito, ni una queja. El más absoluto silencio revestido de la algarabía más disonante en el más profundo de los llantos. Y así, su mirada abierta al cielo, fue lluvia escampada.


Este es mi aporte (232 palabras) a la convocatoria de Moni desde su blog "Neogéminis" acerca de gestos. Picando en la imagen inferior podéis, si deseáis, reconocer otros.

21 de marzo de 2022

Unus...


Riló mi alma cuando tu silencio ululó entre sus heridas 
como el viento partiendo las ramas. 
Penetró por las llagas de mi piel hasta hacerse sal 
y yo, infinita, hacerme mar.
Nací sombra de luz entre los soportales iluminados,
incandescente entre los rieles de la lava,
y fui, en éxtasis, cascada de hielo.

*-*-*-*

 Después de varias semanas sin participar me apunto a la palabra  "éxtasis" de esta que Sindel propone desde su blog.

Semana 12, 2022: Éxtasis
*La palabra unos (latín) expresa un integral que no admite división, es decir, unicidad.





17 de marzo de 2022

La vieja fábrica...

Un Jueves, Un Relato 
Sucedió en la fábrica


Las torcaces pasaban de un lado a otro sin hacer nido. Ahuecaban sus alas en algún pilar cortado por el tiempo mientras el viento silbaba entre los viejos ventanales donde los cristales habían pasado a mejor vida. Del techo aún colgaban las viejas lámparas en forma de campana y en el suelo se amontonaban escombros que cubrían el embaldosado que no se habían llevado. En algún rincón había resquicios de alguna fogata y el óxido había hecho mella en la maquinaria textil que había sido abandonada y no aprovechada por  los buscadores de chatarra. 
Se decía que por las noches, bajo el influjo de la luna y el callado del viento, podía escucharse todavía el traqueteo de las máquinas como si de un eco lejano se tratara y que, incluso, algún resplandor parecía iluminar lo que habían sido las oficinas. Ahí no quedaba nada, salvo un destartalado escritorio de esos con puerta enrollable y algunos estantes que parecían mantenerse en el aire.
La escalera conservaba muchos de sus escalones pero ni un ápice de la barandilla. Cuando descendí percibí como si el aire susurra algo y sentí frío mientras por el rabillo del ojo creí ver algo que no pude comprobar. Mi instinto me hablaba y mi corazón me lo repetía.

Al amanecer, llegó el resto de compañeros. Se comprobó todo por enésima vez y, después, lo que quedaba de la gran chimenea caía como una torre de naipes. Tras aquel estruendo se hizo el silencio con olor a pólvora y rubor de polvo mientras el vaivén de mi corazón se acompasaba. Me pregunté qué pasaría con las torcaces y a dónde irían los fantasmas que habitaban la vieja fábrica. Las máquinas avanzaron para terminar de derribar. Los camiones cargados de escombros, como un pequeño ejército de hormigas, siguieron camino hacia el vertedero.  Del esqueleto de la vieja papelera no quedaba ya nada. Había vivido mejores tiempos pero, ahora, alguien había decidido que sería un buen lugar para poder recoger señales de las estrellas. De las estrellas y algo más... porque no se va quien no quiere irse.

Fábrica de papel de Villava (Navarra, España), finales del s. XIX. / AM Villava
Imagen que solo sirve para ilustrar el texto. No habla de ella.

Este es mi aporte (348 palabras)  para la convocatoria de Myr desde su blog "De amores y relaciones" donde podéis ver otras historias sobre el tema.

14 de marzo de 2022

Resurgente...

Fui un jardín de flores inciertas. Un silencio que se columpió en el silbido de tu alma. Renegué de mis cuatro cardinales y oré, devota y manifiesta, a los pies de tu infierno.  

Te amé como la noche odia al amanecer, quebrada.
Como el mar cuando engulle al río..., imperceptible.
Te amé con el crujir de mi carne, 
atrapándote en mi mutismo y en la herida que nunca sanaba.

Renací hembra, Lilith resurgente, de los costados de un Adán de barro que se apostó a mi sombra cuando, impío su destino, tomó mi mano para alzarme a los altares de su oscuridad. Tal  vez por eso, te amé y odié por partes iguales sin ni siquiera saberlo.

Te odié arrancando ese trozo de corazón que se abría ante tu mirada.
Te odié por el ocaso en el que me encelaste. 
Por el fuego que arrancaste de mis entrañas.
Por el callado grito que se ahogaba en mi garganta.

Y me amé porque te odié.

Brillo, ensalzada desde las perversas umbrías de tu designio y, ofita, bendecida por la Sierpe, me elevo nebulosa, consciente y hierática. 


Con este texto participo en la convocatoria de marzo que propone Gin desde sus Variétés para nuestro Paraíso de letras donde puedes ver  este y otros aportes.









11 de marzo de 2022

El paraíso...

Un Jueves, Un Relato
Imágenes

Me embriagó aquel aroma entre humanidad y colores, entre frutas y vocerío. El sol hacía que todo pareciera más apetitoso, que los naranjas asemejaran el eterno amanecer y los verdes, rojos y amarillos..., el imperio de los sentidos. Y ahí estaba ella, menuda y regordeta, con su toquilla de ganchillo y su pequeño sombrero, que solo era el adorno de su pañuelo. Me quede observándola. Buscaba las naranjas con las hojas más tiernas, las más frescas, ajena a lo que el vendedor le decía para convencerla. Me sonreí. Después de mucho rato se iba y pasaba a otro puesto para regresar más tarde. Compraba un par de aquí, otro de allá y hacia una cesta multicolor de cosecha fresca.
Nos volvíamos a cruzar. Ella me miraba y yo le sonreía. Continuaba en silencio con aquellos pasos cortos y rápidos, que me recordaban a algún animalillo, hasta llegar a la fuente. Ahí se refrescaba un poco, miraba al cielo, y seguía caminando hasta perderse por la esquina del callejón de los oficios donde el sol daba de lado y el bullicio era constante. Otro día más en el paraíso.

Fotografía de Isabella Smith, 2018

Este es mi aporte (188 palabras) para la convocatoria juevera de esta semana que coordina Inma desde su "Molí del Canyer". Ahí podéis ver otras fotografías al uso y leer a otros participantes.

2 de marzo de 2022

Cruenta...

Un Jueves, Un Relato
Felicity y otros personajes de Mara Verso.



Desde un principio 


Con Foederis descubrí que tengo cierto sentimiento de compasión pero eso no hace que me aleje de mi lado oscuro ni de perseguir cual cazadora voraz a los humanos menos precisos, una vez para alimentar mi instinto y otras, como justicia divina.

Zarck anda muy lejos pero lo siento. Es una amenaza inevitable, un deseo insaciable de carne salvaje. Los últimos acontecimientos tienen a los humanos entre apáticos y sumisos. Es como si Letanía , la inapropiada hija medio humana, anduviese en su libre albedrío. Está presente ahí donde la muerte viene a continuación. Digamos que se parece a mí. Solo que yo no aviso. Tal vez por eso Zarck teme que actúe  y mi rastro se borre incluso antes de aparecer. Me relamo con gusto macabro. El olor a humano sacrificado desata mis jugos y afila mis dientes pero este golpe en el alma me mantiene alerta.
Siento en mi pensamiento a Zarck. Lo percibo atrapado en algún momento de mi inespacio tiempo. No ignoro su alerta, su alarma. Letanía está ahí.

Clara Benjamín

Será fácil encontrarla pese a su rudimentaria arma de cambiar de aspecto, pero la batalla no lo será. He de atravesar los siete infiernos para evitar que actúe o, al menos, que cause males mayores. Supongo que es mi pequeña porción de compasión hacia los humanos y mi gran amor por Zarck que late en mi alma a pulsos de fuego.

La escena es como esperaba. La delata su ausencia de paso, ese levitar inconsciente. Esa carita de eterna juventud desdibuja el destino que trazan sus manos.  Desde luego, no es una mujer de paz.  Es como una harpía que no espera. Zarck la mantiene a raya. Ahora hierve en mi alma. 
Él no está hecho para matar. Yo no tengo ningún problema, ningún remordimiento, ninguna compasión. Sí, tengo cierta soberbia, he de reconocerlo, y demasiada confianza en mí misma para titubear en los momentos en los que mi piel se abre, los ojos se me llenan de sangre y la doble hilera de dientes empieza a tomar fuerza. Los huesos empiezan a crujirme y los músculos adquieren la consistencia que precisan. 

El campo de batalla va más allá de disparos, misiles y bravuconerías, de lágrimas y rezos, de huidas sin poder evitar mirar atrás. Zarck la suelta justo en el momento en que mis dientes la ahinojan ante él. Ni la pastosidad de mi saliva trasfigura ese sabor extraño de una banshee, de un alma en pena, pero su garganta cruje bajo el chasquido de mi dentadura y ahoga esos gritos sónicos, esos aullidos de muerte que atenazan a los simples humanos.

—Será suficiente, Felicity —habló Zarck, pausadamente, evitando que prosiguiera.

Reconfigurarme me lleva un tiempo y es un momento tan delicado y crítico como desagradable, pero no puedo mostrarme como soy aunque no me importa cuando quien está ante mis ojos va a morir en mis manos y entre mis fauces.

—Grita demasiado, ¿no crees? —ironicé. —Calladita está más mona.
—Ahora nos perseguirá toda la vida. Sabes que son crueles y vengativas.
—Casi como yo...


Este es mi aporte —me sobran muchas palabras. No las numero para no asustar— para la convocatoria del jueves que organiza Demiurgo desde Hurlingham. Picando en la imagen superior podréis leer otras historias si os hace.

Ilustración de Dario Brabo, de Kebondi