31 de agosto de 2023

Agua y Viento...

Un Jueves, Un Relato
El viejo molino


En el rincón amado donde el tiempo se enrosca, se yergue mi viejo molino, como un guardián de historias susurrantes. Sus aspas, cual suspiros al viento, danzan con el eco de antaño, mientras el río, sereno como un puñado de versos, abraza sus cimientos de piedra como abrazaría el abrazo eterno de un amigo.

Las arrugas de mi molino, como surcos de sabiduría, marcan el paso de los años con la gracia de un poeta que ha vivido mil vidas. Su techo, cubierto de musgo tal que un manto de días y noches, recuerda cada tormenta y cada rayo de sol que ha besado su frente de madera. En sus paredes, la pátina de las estaciones es un poema silencioso que narra los cuentos de granos molidos y harinas doradas, una danza ancestral que se repite en la quietud de cada día. Las piedras de moler, como dos amantes inseparables, han pulido la esencia de la tierra, transformando trigo en alimento con la misma pasión con la que un poeta moldea palabras en versos. 

Al atardecer, cuando el sol se sumerge en el horizonte como un acorde final, mi molino se convierte en un refugio de sombras y susurros. La luz tenue se cuela por las rendijas como metáforas de esperanza, y el río fluye en la penumbra como los recuerdos que se deslizan suavemente por la mente de un soñador.

Mi viejo molino es cien estrofas olvidadas en el libro de la memoria, una melodía que persiste en el eco de la brisa. Su presencia es un canto que se entrelaza con el alma del paisaje, y en cada giro de sus aspas siento la cadencia de los versos que mi mano dibuja mientras le miro, mientras le siento, mientras vivo su latido.

IA NightCafeStudio y posterior edición.
El viejo molino / Ildefonso Robledo del blog Portafolio de fotografías

Este es mi aporte (292 palabras. Hoy sí puedo ponerlo.) para la convocatoria juevera de Myr desde su blog, donde puedes hallar otras inspiraciones sobre un viejo molino.

24 de agosto de 2023

La autopista infinita...

Un Jueves, Un Relato
Autopista


La autopista serpenteaba a través de la noche oscura, iluminada solo por las luces intermitentes de los faros de los coche que, como luciérnagas perdidas, seguían un camino aparentemente infinito. y las tenues estrellas en el cielo. 
Por alguna razón, Marta conducía intranquila, tratando de mantenerse despierta mientras la monotonía del camino la envolvía. Hacía ya un rato que no se cruzaba con nadie. De repente, una figura solitaria apareció en el retrovisor: un coche negro que seguía sus pasos de manera sigilosa. La inquietud se apoderó de ella mientras el otro vehículo se mantenía a una distancia constante. Intentó cambiar de carril, pero aquel la seguía. Aceleró, y el auto negro también lo hizo. 

Un escalofrío recorrió su espalda cuando recordó las historias de coches fantasmas en esa autopista, rumores de conductores desaparecidos sin dejar rastro. Además, hacia dos noches o tres que había visto aquella mala película sobre un coche asesino. Los nervios se apoderaron de ella y decidió tomar la primera salida que vio. Detrás, el coche negro. Marta eligió un camino sinuoso en un intento de perder al misterioso perseguidor, pero ahí seguía, pegado a su parachoques con las luces apagadas. 

De la red / yamovl

La ansiedad se convirtió en pánico. Su corazón latía con fuerza en tanto buscaba una solución desesperada. Recordó haber visto un puesto de policía en un pequeño pueblo por el que había pasado. Tomó una decisión arrepentida y giró bruscamente hacia una vía secundaria con la esperanza de ser la acertada. El coche negro la siguió una vez más. Finalmente, Marta llegó. Se alivió al ver un coche patrulla aparcado en la puerta y luz en el interior del edificio. Exaltada, explicó la extraña persecución. Los policías salieron rápidamente, pero no había coche alguno. Dos decidieron inspeccionar y tras una tensa espera, se escuchó la voz de uno a través de la emisora.  No hallaron vehículo alguno, solo las huellas de las ruedas.

El coche negro volvió a actuar en sucesivas noches alternas. Los policías volvieron a escuchar los mismos relatos. Investigaciones posteriores revelaron que el coche negro había sido robado y manipulado para poder ser conducido por control remoto. Con un dron podían seguir todos los movimientos del coche perseguido. ¿Qué intenciones tenían? Quizá solo sembrar el miedo entre los conductores desprevenidos y fomentar la oscura leyenda de las autopistas infinitas.

El misterio había sido resuelto, pero la sensación de inquietud persistiría en la mente de Marta y en los conductores víctimas de semejante broma macabra que podía haber tenido dramáticas consecuencias.



Este es mi aporte para la convocatoria juevera que organiza Moni esta semana desde su blos Neogéminis, donde podéis ver otras historias.

20 de agosto de 2023

Cierre de Convocatoria...

Domingo y fiesta de guardar —supuestamente— y llega el momento de dar por terminada mi gestión de la convocatoria juevera de esta semana y entregar el testigo a nuestra compañera Moni-Neogéminis que, si no me equivoco, nos va a hacer pisar el acelerador un poco o frenar en seco.

Dicho esto, quiero agradecer una vez más vuestra participación —a lo largo de esta tarde voy a leer vuestras aportaciones, pero ni el trabajo me ha dejado tiempo libre ni el calor, cuando tenía unos minutos, ganas—. Me gustaría dar la bienvenida a una nueva compañera, Merche, que ha decidido aventurarse en esta maravillosa travesía, y espero nos siga acompañando de ahora en adelante, así como que se sumen muchos más escritores y escritoras.

Nos vemos y, de nuevo, gracias infinitas.
Besos y abrazos.

Pinterest


18 de agosto de 2023

El último suspiro: Tic-tac

Un Jueves, Un Relato 
El último suspiro


Era un reloj antiguo, de cuerda, de sobremesa, de bronce al fuego, enclavado en la repisa de la chimenea de la vieja mansión. Sus manos habían marcado momentos incontables a lo largo de los años, más de cien y menos de trescientos, desde las risas de los niños en Navidad hasta los silenciosos adioses de los seres queridos. Cada tic-tac resonaba con la historia de la casa. Pero llegó el día en que sus mecanismos, cansados ​​de mantener el tiempo, se detuvieron. Los achaques propios de la edad habían ido aconteciéndose durante el último lustro y había escuchado el irremediable diagnóstico del maestro relojero. Quedaban dos suspiros, tal vez tres. Y mientras el tiempo parecía ir a ralentí, ese último suspiro iba resoplando bajo sus saetas como una procesión implacable de languidez.

Con él grabó los días de esplendor, las fiestas animadas, los susurros de aquellos jóvenes enamorados en la penumbra, de las discusiones políticas y del porqué de muchas cosas. Recordó cómo había sido testigo del tiempo que fluía inexorablemente. La tristeza se apoderó del reloj, pero también experimentó una extraña paz. Sabía que su labor había concluido, que ya no tenía que contar los segundos, los minutos, las horas ni que sus pequeñas campanadas descorazonadas revelaban más que eso. Se adentraba en un silencio que parecía abrazarlo con ternura como la mirada de la bailarina que, callada a su lado, mantenía su paso.

En su último aliento, el reloj reflexionó sobre su legado. Había sido más que un simple medidor de tiempo; había sido un testigo silencioso de la vida de quienes habitaban la mansión. Su existencia había tenido significado, y ahora dejaba un recuerdo impreso en los corazones de aquellos que alguna vez lo escucharon. Cuando la última vibración del mecanismo se desvaneció, el reloj quedó en silencio, pero su historia continuó sobre la chimenea. Su tic-tac se había desvanecido, pero seguí ahí, de pie, mudo testigo en una lejanía adormecida, recordando a todos que el tiempo es efímero, pero los momentos compartidos perduran en la memoria, como el último suspiro de un viejo reloj.


Este es mi aporte (350 palabras) para la convocatoria juevera de la semana. Picando en la imagen puedes ir, si deseas, tanto a ella como al listado de participantes que compartimos nuestras historias.

13 de agosto de 2023

Convocatoria "Un Jueves, Un Relato"...

 

El último suspiro

[17 de agosto de 2023]



De nuevo me toca coordinar la convocatoria juevera de esta semana, no sin antes deciros que tengo pendiente leer las aportaciones de la anterior, y que ya llegaré. Dicho esto, paso a relatar la dinámica.

Os invito a imaginar y describir el último momento de existencia de algo que ha llegado a su fin, ya sea un objeto, un lugar, una especie, incluso un recuerdo o algo más abstracto como una emoción, y algo más definido como un sentimiento. Os convido a explorar este momento desde múltiples perspectivas: ¿Cómo se siente, qué reflexiones se desatan y qué legado deja atrás?
Dadle un contexto —¿Por qué llega a su fin? ¿Cuáles son las circunstancias que lo rodean? ¿...? —y un significado —¿Qué representó para las personas, la sociedad o el mundo?, ¿...?— para sumergiros en sus emociones y sensaciones —¿Experimenta tristeza, liberación, nostalgia, paz, aceptación o algún otro sentimiento? ¿Cómo se manifiestan estas emociones?— y para todo ello tenéis la libertad de elegir el estilo creativo que mejor se adapte a vuestro enfoque —poesía, prosa, narrativa, diálogo, monólogo interno, etc.


Os recuerdo adaptarse al límite de 350 palabras en la medida de lo posible. La imagen, como siempre, la dejo a vuestra elección.
El listado aparecerá en esta misma entrada.

Os doy las gracias por prestarme vuestra atención y espero que la propuesta sea de vuestro interés.
Nos vemos el jueves o en cualquier otro momento a lo largo de la semana.
Besos y abrazos.

PARTICIPANTES

  1. Inma - Molí del canyer
  2. Merche
  3. Cecy
  4. Patricia
  5. Flor
  6. Myr
  7. Rodolfo
  8. Albada
  9. Gabiliante
  10. Mag

Os voy subiendo para configurar la lista, pero voy a ir un poquito más lenta con la lectura. Muchas gracias por la paciencia.

11 de agosto de 2023

Ecos, sombras y pactos...

Un Jueves, Un Relato
Argumentos con algo de real



En la penumbra de las noches, Alexander, un hombre solitario de alma inquieta, encontró un placer inusual en las conversaciones ajenas. Habitualmente frecuentaba un pequeño café al final de la calle, donde las sombras danzaban con los susurros de los parroquianos. Se sentaba en una esquina, protegido bajo la luz mortecina, y escuchaba atentamente las voces que llenaban el lugar. 

No tenía intenciones maliciosas, sino una curiosidad voraz por las vidas que yacían más allá de la suya. A medida que las palabras de los desconocidos se deslizaban hacia sus oídos, creaba historias en su mente. Un pintor desilusionado, un amor prohibido, un trato oscuro con lo sobrenatural. Cada conversación se convirtió en un mosaico de sombras y misterios, tejido por la pluma de su imaginación.

Un día, escuchó a una joven hablar en voz baja con un hombre mayor, extrañamente mayor. Sus palabras parecían una plegaria suplicando algo insondable. Decidió pedir otro café y aprovechar que la mesa más cercana estaba libre y había un periódico con cuya fingida lectura podía atender mejor aquella conversación. Percibió desasosiego, miedo, temblor en la mirada de la joven. El hombre, más de cerca, aunque de espaldas ahora, le parecía un ser casi espectral.
Poco después abandonaron el local. 


Intrigado, Alexander decidió seguirlos para llegar a un rincón olvidado de la ciudad, donde un edificio abandonado se erguía como un monumento a la decadencia. Allí, la joven entregó algo al anciano, quien le prometió un favor que parecía sacado de un cuento de brujas. Las palabras y la expresión desesperada de la chica insinuaron un pacto con fuerzas más allá de lo común, algo que iba mucho más allá de lo que era moralmente aceptable. Alexander sintió un escalofrío. Aquella no revelación despertó en él una inquietante sospecha sobre la presencia de oscuros secretos y tratos turbios que acechaban en las sombras de la ciudad, en aquel rincón olvidado de ella, trascendiendo los límites de la realidad y la ética.

Decidió no buscar más respuestas. Su obsesión por las conversaciones ajenas había revelado una realidad perturbadora. Al día siguiente, evitó el café y la tentación de escuchar los susurros. Cerró ese capítulo, pero las sombras de las historias que había creado lo acompañaron para siempre. Sabía que no podía escapar de la oscuridad que había descubierto en las palabras de los demás, una oscuridad que ahora formaba parte de su propia alma.


Este es mi aporte (401 palabras y disculpas por la extensión) para el reto juevero que anfitriona Demiurgo desde su Hurlingham, donde podéis ver el listado de participantes y, si os hace, seguir sus historias.