... frío empapa mis manos y enturbia mis ganas de dormir... mientras la noche emerge y todo se llena de sombras. El silencio se alborota y mis oídos gimen secretos del viento. Chirrían mis párpados en esta penumbra de soles pospuestos y ese algo me dice que todo llega...
Cada latido de mi corazón es un pulso al tiempo, algo relativo entre el ayer y el mañana, mas no queda más que hoy, este instante... Contengo la respiración que me molesta. Algo altera la calma de esta habitación... Se abre la puerta lentamente, como no queriendo hacer ruido, y las cortinas se mueven en ese alarido callado de la corriente. Mi cuerpo reacciona permaneciendo quieto, rígido...
Algo..., algo está ahí... Me encomiendo a todos los santos. Rezo todas las oraciones: Medio Padre Nuestro y medio Ave María... y que Dios me coja confesada...
Ese algo no se oye... pero lo presiento... Hasta puedo olerlo... Está aquí mismo...
No puedo relajarme. Imposible.
Mi pecho es un máquina de tren a todo vapor. Cada palpito es como una bomba en caída libre y, de un solo golpe, seco, preciso..., mi pecho se ve atravesado por cuchillos finos que arrugan la sábana que como un sudario me cubre...
Un largo segundo y no me siento. No vivo. No pienso. No padezco... Soy una roca, inerte...
Y gritó:
Y gritó:
¡¡¡Algo!!!
P... gato del vecino... Pero, ¿por dónde entra? Otra noche más y no sé si la supero... Hay amores que matan... y el suyo por mí es ya obsesivo...
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nos invita a Algo…
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