28 de diciembre de 2018

Rapunzel...

Y subió el Príncipe con su traje hecho a medida y su camisa impoluta, con esa sonrisa que le hacía parecer vencedor de su conquista. Asomó por la puerta y vio a la princesa de rubios cabellos enredada entre las cuerdas de su uso, con una sonrisa pícara.  Iba a visitarla cada noche para evitar encontrarse con Gothel, quien había tomado a Rapunzel como protegida después de llegar a un acuerdo con el padre. 
Inocente ella creció bajo su amparo en lo alto de una torre, siendo instruida en amplios conocimientos que harían de ella una estupenda pupila.  No estaba ajena a ninguno de sus secretos y con el tiempo había superado casi a su mentora. Aprendió que las apariencias engañan y que debía deleitarse de la presencia del príncipe así como de sus encantos. Conoció con él otro tipo de libertad entre las paredes circulares de la torre. Él fue moldeándola en un mundo que para ella era casi desconocido. No obstante, sabía más de lo que decía saber y su aprendizaje no era más que un perfeccionamiento de lo instruido.

Le volvía loco aquella larga cabellera, fuera recogida en una trenza o suelta. Era un motivo de pensamiento. Un antojo para su mente. Prendía de ella como si fuera el ramal de una hermosa yegua con la que cabalgaba sobre un infinito de sensaciones, de deseos, de conciencia... llevándola hasta el límite de su resistencia, hasta ese momento donde casi perdía conciencia de la realidad.

Gothel observaba satisfecha desde un habitáculo lateral. Se sentía orgullosa de su pupila y esperaba el momento justo en que esta se abriera y tomará el mando de su instinto, hasta ese momento controlado. Había sido educada y preparada para tomar las riendas de su vida, de su esencia... y ante el Príncipe, de quien había asimilado ciertas herramientas, ciertas dotes, emergió como una ola, arrasándolo con todo su poderío. 
Si un día él había bebido de sus lágrimas, ahora era ella la que se embebía de las de él, sintiendo y sabiéndose tan Reina que él no pudo menos que rendirse ante Ella.




 Este relato pertenece a la convocatoria de esta semana propuesta por Dorotea sobre un cuento tradicional con un final distinto.
En su blog puedes repasar otros cuentos y otros finales.

23 de diciembre de 2018

Cierre convocatoria...

Llegamos al final una vez más. Me siento muy satisfecha de todas las historias y orgullosa de vuestra participación. Ahora solo cabe esperar a la nueva iniciativa y que la imaginación y la creatividad nos sigan llegando como agua de mayo para crear nuevas historias que, en este  caso, vendrá de la mano de Dorotea.

Muchísimas gracias a todos por participar, por hacerme este viaje más cómodo y por dejarme disfrutar de vuestras letras. Agradezco mucho que paséis por los blogs de los compañeros y hayáis dejado algún comentario o saludo. Eso es muy importante aunque sé que disponemos de poco tiempo, más en estas fechas.



La gratitud es un acto que nos ennoblece 
y es lo que me cabe reafirmar, sentir y dar
por estar a ese otro lado de la pantalla,
por ser vosotros, vosotras, simplemente,
sin dobleces,
con la esencia a flor de piel,
brotando hacia adentro
desde cada palpito del corazón...
hacia el alma.

Feliz Navidad
y

Próspero Año Nuevo 2019

20 de diciembre de 2018

Abiah de Bayethlehem...

La historia jamás contada




Aconteció en Jerusalén por Pascua, después de regresar del Templo. Mi hermano habló ahí. Yo leí el Shemá.
Sentaros aquí, hijos míos, a mi lado. He de contaros algo.
La voz de mi madre, siempre eterna en mí, era tan dulce como su mirada. Nos sentamos frente a ella, bajo la sombra del olivo del patio. Su sola mirada nos llenaba de amor.
Os voy hablar de cómo supe que iba a traeros al mundo y de por qué solo te esperaban a ti, hijo mío, y tu hermana fue el ángel que voló sobre tus alas. La noche antes de que nacierais tuve un sueño. Ante mí, una luz que no se parece a ninguna otra que haya vuelto a ver, me habló con serenidad y su voz transmitía mucho amor:
mañana parirás a tu hijo: Ieshúa, aquel al que llamarán Elegido. Así es la voluntad de tu Señor. Y también ha querido que paras a tu hija. Tu hijo será el pilar de tu vida pero ella, a la que bautizarás como Abiah, pues Dios es su Padre, será la fuerza que lo sostenga y, de su hermano, será la luz de su sombra. Enseña a tu hijo a escucharla pues ella es maestra de la sabiduría y la verdad. Su verbo será la Palabra de su Padre de la cual tu hijo tendrá el don para transmitirla.
Dios quiso que tú te llamaras Ieshúa, y en ti está el corazón del mundo al que debes salvar. Confía y todo será dado. Abiah, tú has de estar con tu hermano. Has de ser su bastón y su luz en medio de la oscuridad, y confía también pues el peso sobre tus hombros es tan grande como el de Ieshúa
Llamó a mi prima Tabitah y de sus manos tomó unos pergaminos:
Me los entregó una Sabía, llena de luz, cuyos pies parecían no tocar el suelo y sus ropas se movían como si fueran sacudidas por suaves vientos. Era un ser tan hermoso que su belleza dañaba a los ojos. 

Me dijo que descifrarías su secreto y comprenderías su significado. Te los entrego, hija mía. 
No están escritos en lengua conocida pero su significado se abre ante mis ojos. Sigo descubriendo la voz de los hijos de la luz.
Este fue el sueño de mi madre, María. Y yo soy su hija, a la que llaman Abiah de Bayethlehem.
                     
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Las dos científicas se miraron. Estaban emocionadas. Muchos años descifrando reliquias, rescatando fragmentos mordidos por las hormigas del desierto, someterlos a diferentes pruebas y análisis de datacion... hasta lograr hilvanar un esquema que, de ser verdad, llevaría a muchas preguntas o a permanecer en el ostracismo más profundo. 

—¿Por qué no aparece este nombre en ningún sitio? Solo está en todos estos escritos... 
—No lo sé pero, tal vez, tengamos las respuestas en todo lo que nos queda por descifrar. 
—Nos va a llevar toda la vida... 
—¿Recuerdas aquel osario que descubrimos con el profesor Meyer en "Bayethlehem"? Hicimos un estudio sobre ello. Déjame mirar los archivos... Mira lo que pone: "Hija de María, hermana de Ieshúa. Y está en arameo, pero, ahora mira este otro lado... ¿Recuerdas el sinfín de preguntas que nos surgieron? Nos llamó la atención que no apareciera el nombre del padre y la perfección con que está grabada esta parte —indicó—. No logramos descifrar qué ponía... Tal vez acabamos de descubrirlo... Observa cómo está escrita la primera letra en su nombre —señaló con el dedo sobre el cristal que protegía el documento original—, y la última... Y ahora mira aquí —dijo, marcando con el lápiz sobre la pantalla—. Son las mismas letras aunque las centrales no las reconocemos. Y ella inserta palabras de este idioma desconocido en todos los textos que hemos hallado hasta ahora.
—¿Cómo no lo hemos visto antes? ¿Quieres decir que este es el osario de Abiah, la hija de Dios, que en realidad existe, y que lo que aquí está grabado de manera sumamente perfecta puede ser precisamente eso? —La otra científica se encogió de hombros—. Me pregunto si lograremos descubrir ese idioma oculto... y todo lo que nos queda por saber... —apuntó, sabiendo la cantidad de documentos indescifrables que todavía quedaban pendientes. 
 —Esto es perfecto para los teóricos de los "antiguos astronautas" —sonrió.



Esta es mi aportación al reto de esta semana.
Picando la imagen superior podéis ir a la convocatoria 
donde también aparecen los enlaces a los textos de otros colaboradores.

16 de diciembre de 2018

Convocatoria Reto del Jueves

La Historia siempre contada
[20 de diciembre de 2018] 

Estamos a un tiro de piedra de entrar en Navidad, así que se me ha ocurrido que nos cojamos un hatillo e iniciemos un viaje al pasado. Independientemente de ser creyentes o no, de que la historia que nos ha llegado a través de los siglos sea real o no, o los datos sean correctos o tengan su libre albedrío, de algún modo, a todos nos toca un poco.

Nos situaremos en alguno de los días y/o horas anteriores y/o posteriores, respectivamente, al "Momento J", al nacimiento de Jesús, incluso en este si es nuestro deseo.
Seremos un miembro de la comunidad, un peregrino en el camino, parte integrante de una de las familias que van hacia Belén; incluso podemos ser José o María por un día, o el mismísimo Jesús (la imaginación no tiene límites y todo es posible) o un Rey Mago así como cualquier otro personaje, referenciado o no históricamente, que pudiera tener fuentes fidedignas sobre el acontecimiento.
Como narradores podemos ser actores ajenos o no al hecho, pero sí seremos conscientes del rumor o de los sujetos principales y deberemos reflejarlos de algún modo para que nuestra historia sea considerada un manuscrito apócrífo, o un texto de autor real o un protoevangelio que alguien descubrirá en algún momento del futuro; o, al menos, un texto digno de ser tenido en cuenta.  Os recuerdo que datos que ahora tomamos como normales salieron de textos así.
La originalidad no está en la historia en sí, sino en todo lo que la rodea. Todo está en nuestra capacidad de imaginar o de matizar.

Representación de la antigua Betania | De la red.
Bien podría ser Belén, Nazaret o cualquier pueblecito de la época.


Espero que la iniciativa no os resulte demasiado complicada y sí de vuestro agrado para animaros a participar y acompañarme en el camino como en otras ocasiones. Sé que son fechas complicadas en las que disponemos de menos tiempo y de mayores compromisos, por lo que veo adecuado que podáis subir los vínculos a vuestros blogs a lo largo de toda la semana, para enlazaros aquí mismo. El domingo pondré una nota comunicando el nombre de la persona que coordine la dinámica del próximo jueves y daré por concluida mi gestión hasta una nueva ocasión.

Gracias de antemano por vuestra colaboración.


Nuestras Aportaciones

  1. Campirela
  2. Javier
  3. YessyKan
  4. Albada
  5. Neo
  6. Mag
  7. Ame
  8. Dafne Sinedie




14 de diciembre de 2018

La llamada...


El móvil vibró sobre la mesita de noche.

—Tienes que hacerlo por mí. Estoy desesperada… 
—Pero, ¿tú crees que eso es normal y lógico? Me parece una auténtica estupidez. Me pides que camele a tu chico… ¡pero si es mi amigo! Si le digo de quedar no tengas la menor duda de que va a aceptar; y si tonteo… me va a decir que estoy tonta y que me dé tres vueltas. 
—Estoy segura de que me engaña… 
—¿Y quieres salir de dudas poniendo en juego la relación entre los tres? ¿Crees que me voy a ofrecer a ese juego? Estás muy equivocada, Bea. ¿Pretendes que lo incite, lo caliente… y diga sí y así tú le plantas cara? ¿En qué lugar quedo yo? 
—A mí me lo niega y negará... y estoy segura… de que miente.
—No puedo aceptar ser cómplice de semejante tontería, la verdad. 
—Por favor… Somos amigas. 
—Los tres somos amigos… Este juego no me gusta. No puedo participar, lo siento. 
—Yo te he ayudado con tus líos… ¿o te gustaría que Pablo supiera de tus jueguecitos? —dijo Bea pareciendo compungida al tiempo que altanera. 
—¿Me estás amenazando? ¿Ese es el as que guardas en la manga? ¿Me estás chantajeando? —Myriam se puso seria—. No te lo voy a permitir. 
—Debes comprender… 
—¡No! Quien debe serenarse y meditar eres tú. Mira, ahora no es buen momento. Ya hablaremos… —Y colgó. 

Se produjo un silencio en el que Myriam respiró profundamente. Levantó la vista y observó a Pablo que le animó a contar con un gesto. 

—Bea… quiere contarte todos nuestros jueguecitos… —explicó con media sonrisa, mirando a su pareja. Prosiguió dirigiendo la mirada a su amigo —y quiere, también, que te camele para confirmar que la engañas. 
—Ya hablaré con ella y nada que no arreglen un par de nalgadas… —Le guiñó un ojo—. Ahora soy todo tuyo, mi reina —aseguró insinuante mientras, en un susurro, su boca resbalaba por el cuello femenino. 
—Y tú… toda mía, princesa —ronroneó su pareja, al tiempo que su mano se perdía entre los muslos de la chica y su boca se abría para acoger el vértice sonrosado que palpitaba erecto como una provocación sobre el pecho.



Podéis ver más textos sobre el tema "la llamada" en el blog de todos los autores que vamos participando, Lovely Blogers, de acuerdo al proyecto de Gin, "Paraíso de Letras" 



14 de noviembre de 2018

Alma en las migas...

Era su primer empleo y estaba contento. No solo llevaría un poco de dinero a casa, aprendería una profesión y se iba a sentir un poco más útil. Sobre la mesa de la cocina siempre habría una hogaza de pan recién hecha. Se levantaba de noche y cuando regresaba apenas podía dormir. Al principio le costó adaptarse a aquel horario, aquellas temperaturas y a evitar comerse todos los pasteles que salían del horno de leña. Aprendió los secretos de un buen pan y con el tiempo, pasó de aprendiz a algo más y con magdalenas recién hechas conquisto a Adelita. Se sentía el chico más feliz del mundo hasta que ella le dejó y creyó ser el más desdichado, aunque le quedaba el amor por el pan. 

Alguien le ofreció progresar. Dejó el horno de pan por una oficina, su ropa siempre llena de harina por un traje de segunda mano, una corbata prestada y la camisa de los domingos como para todos los días. Se olvidó de Adelita y apareció Carmen: una salida los domingos después de misa con la carabina a un lado, un café con leche con churros a media tarde… hasta el primer beso en la verbena del barrio. 

De chico de los recados y de sus idas y venidas a la oficina de correos hasta que un día salvó una venta, y, de ahí, un despacho propio: traje de marca, camisa planchada cada día y corbatas caras… dinero en el bolsillo y cambio de nivel de vida, en progresión, hacia arriba: Una vida desahogada. Pero ahí quedaba aún el sofocante calor del obrador, el olor a pan recién hecho, a magdalenas, a pastel de manzana y a aquellas galletas de ingrediente secreto, el que doña Margarita había guardado de su madre, de su abuela, de su tatarabuela... 
Y una mañana, como si todo hubiera sido un sueño, volvió a cambiar el traje caro por un pijama blanco y un gorro a lo legionario, su despacho en la Gran Vía por un localito mono en un pueblo de montaña, donde habían nacido sus padres y que ahora empezaba a resurgir. Su visión de negocio, su olfato, no le falló. Con agua, harina y algo de paciencia y tiempo, creó su propia masa madre: su esencia, el alma de su pan. Porque lo suyo no es trabajo, es delirio, es obsesión. Es vocación.




Este texto pertenece a la convocatoria de Pepe, El trabajo, una maldición bíblica,
desde su blog Desgranando Momentos donde podéis leer otros textos.

11 de noviembre de 2018

Cierre de convocatoria

Y mirando al cielo... 
descubrí el esplendor de las almas plasmadas en mil palabras.


Así puedo resumir este encuentro de amigos, ese sentir de pensamientos, de evocaciones...
Os agradezco infinitamente vuestra participación, el cariño y el tiempo expuesto en vuestros trabajos, la colaboración para dar apoyo a cada compañero y la apostura de vuestros textos.

Unos hemos mirado el cielo con cierta nostalgia y mucho amor, acariciando las ausencias; otros, hablando de misterios y de terrores, fantasías y ciencia-ficción; otros mostrábamos la sencillez de un gesto pero, al final, todos hemos plasmado algo de nosotros.

Cierro mi convocatoria, no sin antes volver a daros las gracias por acompañarme en esta aventura y nos vemos en la aventura que programe Pepe, desde su blog "Desgranando Momentos"




8 de noviembre de 2018

Mirando al cielo...

Descubrí la libertad de una simple hoja de papel mecida a favor del viento, brincando en remolinos que eran como espirales llenas de algarabía. O, tal vez, solo una huida. Y sentí cierto ensimismamiento. Observé su ascenso, su mansedumbre en la planicie invisible y, de repente, la lucha con las gotas de lluvia que eran como perdigones a su alma. Al final, su caída en picado hasta las puntas de mis zapatos. Me hice tempestad calma con ella.

Era un ave herida, llorando su tinta y perdiendo su esencia. La tomé en mi mano como quien coge algo endeble. Sentí un palpito en mi ser. Las líneas se perdían entre curvas manuscritas, senderos de geometría asimétrica, juegos de palabras atenuadas en mis manos, enraizadas en cuatro pliegues que se hacían nido, resultándome tan difícil abrir sus puertas como descifrar su corazón. 

Medio amparada bajo mi paraguas, miré a ambos lados. Volví a elevar mi mirada al cielo donde los relámpagos eran látigos que parecían castigarlo. Me sobresalté cuando Juan me abrazó por detrás al tiempo que se resguardaba de la fuerte lluvia. El pájaro volvió a perder su equilibrio, cayendo desde mi mano hasta desaparecer bajo las pisadas de Juan. Perdió su destino o, quizá, ese fuera: morir, dejando que sus últimas palabras se desvanecieran en un aguacero.

Imagen relacionada

Nuestros pasos se adelantaron. Los besos de Juan vestían las gotas de agua que rodaban tímidas por mi rostro mientras... sus palabras se quedaban huecas en el fondo de mi pensamiento, inundado por las letras desconocidas de una simple hoja de papel que había caído desde el cielo y ahora dormía en un charco, como un simple barquito, a la deriva en un mar de burbujas.

Resultado de imagen de charco lluvia


Este texto forma parte de la dinámica que he coordinado esta semana bajo el título "Mirando al cielo". 
Picando en la imagen superior iréis directamente al enunciado 
y al listado de los blogs que participan en la convocatoria.

4 de noviembre de 2018

Convocatoria Reto del Jueves

Mirando al cielo...
[8 de noviembre de 2018] 



Os doy de nuevo la bienvenida a esta vuestra Trastienda donde deseo y espero que os sintáis bien.

Personalmente, me gusta observar el cielo de noche, disfrutar del brillo de la luna y hasta de las sombras que bailan ante ella, ocultándola. Alguna que otra vez, he visto cosas que no sé explicar y se han quedado ahí sin respuesta, aunque nunca me ha preocupado no obtenerla.

De eso va mi iniciativa de esta semana, viajeros de los jueves:



Os propongo que miremos el cielo, real o imaginariamente, y de entre las estrellas, por detrás de la luna o de una nube en pleno mediodía, estando solos o acompañados, aparece algo ante nuestros ojos, algo que podamos o no darle una explicación lógica pero que nos llame (o a nuestro protagonista) poderosamente la atención aún por simple que pueda ser, impactándonos y produciendo en nosotros una emoción especial: miedo, pánico, ternura, alegría, tristeza..., introspección...
A ras del cielo hay muchas cosas: aves, cometas multicolores, estrellas, rayos y centellas, un meteorito... o un OVNI (UFO), así que el resto es cuestión de imaginación y de inspiración para dar lugar a una historia de ciencia ficción, terror, misterio, amor... un cuento, letra de una canción o lo que se surja y en la forma que sea.


Espero que la idea os parezca suficientemente motivadora como para acompañarme en el viaje de esta semana. No solo a mí, sino a todos los compañeros y compañeras que puedan participar, leyendo sus contribuciones y comentando en la medida de nuestra disponibilidad. Siempre nos va a ser grato. Las normas ya las sabéis, ~350 palabras, y la libertad de elegir imagen si estas no os hacen. Me podéis dejar el enlace a vuestro blog, por la entrada correspondiente, aquí mismo, entre el jueves y el sábado que siempre vamos apurados por una cosa u otra. El domingo daré por concluida mi coordinación para dar paso al nuevo anfitrión y así vivir nuevas aventuras.

Solo me cabe agradeceros vuestra atención y espero ilusionada vuestras historias.
Feliz semana.


Nuestros aportes
  1. Ginebra Blonde
  2. Alfredo Cot
  3. Campirela
  4. Fabián
  5. María Dorada
  6. Dulce
  7. Mag
  8. Alma
  9. Yessy Kan
  10. Sylvia
  11. Tracy
  12. Dorotea
  13. Neo
  14. Mujer Virtual
  15. Javier Miró
  16. Juliano, el apóstata
  17. Maite
  18. Vivian

1 de noviembre de 2018

Ni el mismísimo demonio...

El hedor azufrado se percibía en el ambiente. Quemaba. No tenía tiempo de asustarme ante un ser cuya mirada traspasa el infinito. Es peor que el mismísimo diablo y debo confiar siempre en mí misma para poder enviarlo al lugar del que nunca debió salir. Él también me reconoció y empezó con sus malas artes, con esos espejismos que no siempre son tales. Me maldijo en todos los idiomas, blasfemó con todos los improperios que los milenios y la oscuridad de las almas torturadas, y que en él habitan,  le proporcionan.
Él —o ello— no tiene alma pero sí todas las formas posibles del mal, todas las representaciones humanas de la malignidad que a una le cuesta creer y todas las que su divinidad le otorgan. Es una mala madre pariendo hijos monstruosos, un árbol de vileza con frutos muy amargos.

Ilustración de David Ho

Siempre se me presenta para lo mismo. Desea llevarme a su lado, dispuesto a pagar un alto coste por ello pero, ¿qué precio alto puede pagar un demonio cuando lo tiene todo ganado o todo perdido? ¿Un martirio? El martirio era sed de su sangre: Su vida.

Atesoré toda mi fuerza. Con mi cuerpo tengo poco que hacer pero mi alma es demasiado válida para dejarla en sus manos. Mi piel no es un escudo. Todo lo contrario. No es más que una trampa... mortal.  He aprendido a deshacerme de él, a autoinvocarme y desprenderme de ese peso para poder luchar de tú a tú. Siempre será más poderoso que yo pero tengo en mis manos algo que él jamás tendrá: Mi Alma. Y es mi mejor arma. Luchar contra alguien que se cree invencible es tener, ya, una batalla ganada.

Ilustración de David Ho

El combate fue terrible. Siempre es intelecto contra intelecto. Luz y oscuridad. No soy un ángel pero sí sé cómo luchar contra él, y cada día lo hago mejor. Mi ejército va creciendo, lentamente, pero seguro. Son almas blancas de vicios menores y valores altos.
Un día no quedaremos en tablas y con mi alma lacerada, si no que tendrá que arrodillarse, humildemente, ante mi luz. Permanecerá para los siglos de los siglos atrapado en una jaula, en el más puro ostracismo, pero para vencerlo hay que ir poco a poco,  demonio o demonio, hasta que el último de ellos, llámese cómo se llame, quede postrado ante  esta parte de mí raza pidiendo perdón.

Arte de David Ho




Estas letras participan en la convocatoria de Juan Carlos desde su blog ¿Y qué te cuento? en un tema sobre seres malignos por eso de la noche de las ánimas. Ahí se pueden leer otras ideas sobre esto.

29 de octubre de 2018

La verdad...

Se sentía cansada, más de espíritu que de cuerpo, pero siempre acudía antes de la penúltima oración a contemplar como el sol se iba ocultando. Apoyada en el poyete de la puerta se sumía en sus pensamientos. Observaba sus manos ajadas por el trabajo. Respiraba con cierta resignación. No estaban hechas para otra cosa y su vida era un camino de dos direcciones paralelas: Seguir en el convento como una novicia sin vocación de prestancia a Dios, o, servir a algún amo que se sintiera como tal y con derechos sobre ella que no estaría dispuesta a consentir. Sabía cómo degollar a los corderos. 



Llegaba al pueblo por el camino del cementerio. Sus pies estaban cansados y su cuerpo le pesaba como si no tuviera alma: "Las batallas más importantes en la vida son las que peleamos diariamente en el silencio de nuestra alma", se decía.
Tal vez la había perdido cuando fray Junípero falleció. Con él se habían acabado sus días de media vida. El nuevo prior se había ensañado con él, pagando todos los vicios y traumas de un hombre que, bajo los designios de Dios, horadaba su dignidad. Ya nos más palos. Ya no más lágrimas. Ya no sabía llorar y se había vestido de una coraza que le permitía sobrevivir en su propia soledad. Se acomodó en un rincón del pórtico de la iglesia y se escondió bajo su manto haraposo y sucio. Esperaba que no lloviera. No resistiría una noche más en esas condiciones. En su hatillo ni un corrusco de pan. El murmullo de la gente le servía de sonatina para intentar descansar pero no debía descuidarse ni un momento. Los vagabundos eran objeto de indiferencia pero también de mofa y violencia. 

—Ten… No tengo dinero y no puedo sisar nada pero tú lo precisas más que yo —dijo entregándole una manzana. Nunca había visto unas manos como aquellas. Solo las suyas podían asemejarse. Le llamó la atención aquella mancha en la piel: una judía oscura que le cubría parte de la pala de la mano.
La dulzura de aquella voz femenina le alentó el corazón. Solo cuando sentía miedo le latía de aquella forma. No era habitual que le dieran algo sin poner mala cara o maldecirle la suerte. Sus ojos se encontraron con los de ella. Si pensó que aquella mirada era como la del mar que había leído en los libros del convento, ella vio en la de él, la inmensidad del cielo en plena tormenta.
—Gracias. Eres muy amable pero no deseo que tengas problemas por mí. 
—Los tendré… sean por ti o por nada. 

La joven se alejó siendo observada por el peregrino mientras el cielo estallaba en un sinfín de conjuros de truenos y rayos aunque no se atreviera aún a llorar. 
Se comió la manzana. Dulce, crujiente, sana… Le supo al mejor de los manjares.
Al final la tarde empezaron a caer las primeras gotas. Eran frías y  parecían piedras. Se volvió a proteger bajo su caparazón y aguardó a que la noche fuera benévola. Estaba tan cansado que no pudo conciliar el sueño más allá de intervalos de unas horas. Percibió el sonido de unos pasos en medio de la tormenta. Se mantuvo en silencio y quieto, con la daga empuñada en su mano, dispuesto a usarla si era preciso para defenderse pero entre los agujeros de su capa, atisbo las zapatillas de una mujer. Luego, el peso de una gruesa tela cubriéndole el cuerpo. Después, un calor agradable y olor a sopa de cebolla, unos rosigones de pan y unos trozos de pollo. Hacía años que no disponía de un menú así y en aquella cantidad. 
Apenas había amanecido, la chica regresó a recoger el cuenco de la sopa. 

—Gracias por la cena y la manta. Nadie se ha portado así conmigo desde hace muchos años. ¿Por qué lo haces tú?
—Porque algo dentro de mi interior dice que debo hacerlo. No puedo entretenerme ahora. Intentaré traerte algo después, cuando vaya al mercado. La manta puedes quedártela. No la echarán de menos.
—Gracias. Te llevaré en mi alma... cuando la encuentre. Mientras, en el corazón que tengo en alguna parte —dijo, llevándose la palma de la mano derecha sobre el pecho.

La mujer se fue como una gacela asustada hasta perderse de vista en la boca del callejón. También él se perdió sin dejar rastro. Al día siguiente, cuando el sol estaba en lo más alto y ella estaba entre los puestos del mercado, alguien la abordó. Era un fraile de mediana edad. Se dio a conocer de manera muy vaga y le hizo entrega de un morral. Sin más, desapareció entre la muchedumbre. Ella fue tras él pero no lo pudo alcanzar.
Se apartó a un lugar más tranquilo. Era una carta lacrada. Reconoció el sello del convento donde había nacido. Era una misiva larga y contundente por lo que acudió corriendo a casa para leerla con calma: 


Para leer el manuscrito, picar en la imagen.

Las manos le temblaban. Seguramente por eso se aferró al pequeño crucifijo de su madre mientras los ojos eran un manantial de lágrimas y su mirada se perdía en el horizonte que se dibujaba al otro lado de la ventana.
Había estado atendiendo a su hermano sin saberlo. Aquella mancha en la mano era la evidencia. Su corazón no le había engañado pero no sabía qué verdad le había estado diciendo.


Pensé que de eso se trataba en la vida. Darlo todo y ser sincero. De ir sin miedo atando lo que puede ser inmenso. Aún no lo sé. Pero hay días como este que me dan tantas dudas de que todo esto deba dejar que se lo lleve el viento. Quiero sentir como también se…

Iría en su busca. Se había acabado eso de estar sola en el mundo. Ahora había una luz en su camino.




Mi texto pertenece a la dinámica propuesta por Gin 
en su blog  Variétés para su Paraíso de Letras, 
donde puedes ver  las aportaciones de otros compañeros.
Proyecto Paraíso: Alicientes
He elegido la frase de la película "Leyendas de Pasión".


Todos los textos y tapices, picando la imagen superior
y los que ha creado para mi relato, en la inferior :


En la medida de lo posible, visitaré vuestros blogs pero si no, tendréis mis palabras en el que Gin creó para subir todos los relatos; en Lovely Bloggers. Gracias.

25 de octubre de 2018

La Casa de la Colina...

Ömer Lamark es un hombre más joven de lo que su físico muestra. De carácter tímido y naturaleza introspectiva, ve pasar la vida ante sus ojos y a través sus manos sin más motivación que aquella de que un día decida abandonarle. Enclaustrado en su mundo de sombras es capaz de definir sus tormentas a través de sus pinturas, sus libros y sus escritos, fijando su mirada en un horizonte donde el mar se deja vencer. Ese mismo mar que le ha vuelto un hombre gris y apático desde que una mañana de un frío febrero, la goleta en la que viajaba su futura esposa, la joven Aysel,  para reunirse con él, zozobrara frente a las costas que los viera nacer. 

Atrás le quedan los sueños: Rotos su pasado y su futuro. Este, al lado de la única persona que ha sabido mantenerse a su lado: su tía Elma, una mujer de fuertes y arcaicas convicciones y talante, y un sentido de la posesión desmesurado lo que la convierte en una mujer egoísta y manipuladora que maneja a su antojo la vida de su sobrino.


Pero todo empieza a tomar otro matiz cuando aparece en el pueblo, una joven procedente de la capital: activa, dinámica, alegre y con unas enormes ganas de vivir a pesar de su minusvalía, consecuencia de una retinosis que le va reduciendo su campo de visión; que busca un lugar en el que reencontrarse consigo misma y hallar la calma que precisa para plasmar en un libro toda la inspiración que hay en su mundo interior. Para ello se instala en la llamada "casa de la colina": Una magnífica construcción que iba a ser el refugio del joven matrimonio, situada en lo alto de una suave colina que muere en la arena de la playa de Patara, y que Elma Lamark tiene para arrendar.


Su llegada representa, como el significado de su nombre: Hasret, una bocanada de aire fresco, amor y deseo, que hará que, con el tiempo, las oscuras tempestades y profundas tristezas del joven Lamark se disipen al traer una inesperada luz que dé nuevo rumbo a su vida, no sin las dificultades y celadas de Elma que no ve con buenos ojos esta relación, presintiendo que su estatus puede peligrar.




 Moni es la conductora del reto de este jueves y nos propone un título ficticio en función del cual debemos narrar el argumento de una película. 
Podéis ver más en su blog "Neogeminis".

18 de octubre de 2018

Entre piedras..., la Vida

Vientos suspiran sobre dunas vivas
que se arrastran en movimiento inerme
como serpientes de lodo,
como caricias ásperas sobre piel yerma.

Oscilan. 
Aliento que quema.
Rehílan. 
Agujas de un reloj sin tiempo.

Crestas de luna en noches férreas y silentes.
Aves errantes que vuelan de mis manos
y vomitan sal sitiada en los ojos de mi alma.

Reviven del polvo,
entre piedras,
flores purpúreas en oración.
Gime el cielo
y sus lamentos son huella de mis pies.
Cuidan los silencios
mil sinos desbordados.

Aquellos pájaros, 
 hiedras engarzadas en mis dedos,
se inclinan sobre la tierra ahogada.
La besan.
La siembran.

Y de mis lágrimas surge
como esperanza florida
con raíz fecundada,
a pétalos,

la Vida...




Estas letras participan en la convocatoria "catástrofes naturales" 
de Pepe desde su blog "Desgranando Momentos" .

11 de octubre de 2018

Estío...



 Ellie Fredricksen fotografiados por Irina Nedyalkova

Este silencio podría congelarme el alma, 
partirla en un suplicio como la siega del trigo,
 y, en cambio, la abraza y acuna.
Atisbo el cielo enarbolado de nubes de otoño
y sin imaginarte, te veo y te miro, 
te siento varado en las arenas 
como tu pitusa de ojos verdes mil veces mimada.

Viven calladas las inocencias de antaño
donde tu fuiste niño de mis sonrisas
y yo, golondrina de tus sueños.

Los velos de los días,
a la sazón rugosos como mimbres enlazados,
nos hablan del destino que quedó en nuestras manos
y en el marco de nuestras pupilas
cual lecciones de álgebra
y juegos de verbos irregulares.


Carl y Ellie Fredricksen fotografiados por Irina Nedyalkova

Hoy vemos el invierno naciendo descarado en nuestros zenits
y en las miradas vuela también la caricia sumisa,
sin prisas pero sin tiempo.
Las olas se adormecen y se besan
sintiendo, calmas, recuerdos vivos: 
 las luces serenas del faro  
que clama, ya, el final de este estío.

Enjambres de amapolas,
mis mejillas a los susurros de tus labios.
Espuma de mar y rubor de caracolas,
tus cabellos entre mis dedos.


Carl y Ellie Fredricksen fotografiados por Irina Nedyalkova



Este es mi texto para la dinámica de este jueves 
"El final del verano" 
propuesta por Inma  desde su Molí del Canyer 
Ahí podéis disfrutar de otras perspectivas sobre el tema.


4 de octubre de 2018

Ritual...

Lamparillas de aceite, flores frescas, aroma a azahar, el canto de los grillos en el jardín... El cielo estrellado, una brisa moviendo los cortinajes, una amplia cama ya abierta, con cojines y colcha de seda, sábanas de hilo...
La noche perfecta.

Él no dejaba de mirarla y un ligero temblor se acentuaba en sus manos. Temblor que ella percibía a través de las suyas. El silencio consumía su tiempo y el deseo palpitaba en sus entrañas. La ayudó a desnudarse. Lo hizo despacio, como si fuera un ritual, y la vistió con aquel camisón que dejaba entrever los encantos de su cuerpo. Él hizo lo mismo mientras ella, con aquella mezcla de timidez y anhelo, lo observaba. Luego, la buscó. Se situaron frente a frente, tomándose de las manos, mirándose a los ojos...
La acompañó hasta el borde de la cama e hizo que se sentara. Besó su frente con cortesía, con amor, con amabilidad. Acarició el rostro femenino con el dorso de la mano, delicadamente, como si esta fuera una pluma. Respiró hondo. El corazón la palpitaba como el trote de un caballo salvaje.

Sobre una mesa cercana, una jofaina de barro con pétalos de flores fresas en su interior, junto a una jarra bellamente decorada y a varias toallas de suave tejido perfumado. Con todo ello, retrocedió sobre sus pasos. Lo colocó ordenadamente en el  suelo. 
Procedió, ritualmente, al volteó de los pétalos mientras susurraba unas palabras que parecían un rezo... o una bendición, al vaciado de la jarra.

—Te lavaré los pies, hayati (*) —dijo arrodillándose ante ella—. Es costumbre entre nuestra gente que la noche de bodas el novio lave suavemente los pies de la novia con agua fresca y pétalos de flores recién cortadas..., que los seque con cuidado y bendiga la dicha de estar juntos antes de amarla por primera vez.


Ella sonrió... y no pudo evitar el sonrojo cuando las manos y lengua del hombre ascendieron por sus piernas, cuando su boca contemplo el universo húmedo de la suya.  Apenas un roce, apenas una caricia... Un entregar y un recibir... Un beso en el que se siente todo. Entre ellos, un beso era un pacto sagrado, un juramento atemporal, eterno, un paso hacia el paraíso, hacia el cielo: la Unción de sus almas.

Bismillâh susurró antes de que ella cerrará sus ojos y sintiera sobre su cuerpo el peso del masculino... Y era un acto consagrado, alabado por el amor y por la pasión... Simplemente, bendecido el hecho de formar un solo ser.



Mi texto pertenece a la iniciativa de Juan Carlos desde su blog "¿Y qué te cuento? 
en el que tenemos que narrar un acto  ceremonial.
Aunque el lavado de pies es  común a muchas cultura, he elegido esta que tiene de especial este momento.



Bismillah es un término árabe que quiere decir “En el nombre de Allâh”. Según los preceptos, debería ser utilizado justo para iniciar un acto, incluso cotidiano, como comer, beber..., rezar, hablar, pensar... Es honrar a Dios con ese acto porque todo viene de Él. Además, puede dividirse en tres sílabas que explican mejor lo que realmente significa:
Bi: Que se entiende como “con ayuda de…”, “por intermedio de…”
Ism: Se refiere a la esencia misma de las cosas.
Allâh: Dios

(*)  Hayati es una expresión cariñosa para alguien que significa mucho para uno, del tipo habibi, habiba, rohi.... Esta vendría a ser algo así como "mi vida". 



1 de octubre de 2018

Una huida desesperada...


En ocasiones emprendemos un viaje, hacia atrás: Una huida, un destino irremediable a alguna parte donde nos sintamos más seguros dentro de nuestros propios temores, sin mapas claros, sin brújula que nos marque el norte, atorados por mil cuerdas que nos oprimen el corazón, que nos inmovilizan las alas, que nos acortan los pasos… 
Segura de lo que hacía, recogí cuatro cosas dejando a mis espaldas esa parte de mi vida que crepitaba como fuego del infierno, un abismo de silencios, y me subí al todoterreno sin importarme lo lejos que podía llegar. Solo deseaba sumar pasos que me alejaran de ahí.

Desconocer el territorio te puede hacer vulnerable, desconcertarte, aun en un claro con luna llena. La niebla no tapa los miedos más allá del paraje que cubre, ni la luz de la mañana devora la angustia pero, en medio de la nada, de la soledad, se puede descubrir lo indómito del propio ser, la capacidad de enfrentarte al universo y dejarlo a tus pies, postrado como un dios vencido.

Aquellos sonidos envueltos en noche agudizaron mis sentidos. No atisbaba mucho más allá de mi nariz. Los cristales del coche estaban con vaho. No me atrevía a agitar la mano para apartarlo, y hallarme ante algo o alguien que no deseaba y no pudiera hacer frente pero, el pánico atenaza o envalentona. Y me empoderé: Dos luceros enfocaban hacia mí, un sonido gutural que se perdía entre la maleza, entre la bruma, pero que parecía acariciarme. Enfoqué mi linterna. El corazón se me paró. Dos segundos después me hallaba de rodillas ante la dueña de esos ojos. Estaba tan herida como yo, solo que a ella le sangraba la carne y a mí, el alma. Yo me alejaba de mi vida y la vieja loba se acercaba a ella, lamiéndola. 
Y, en la sola compañía de nosotras mismas, en esa triple unión de luna, mujer, loba... nos hallamos para encontrarnos.



Mi texto pertenece a la dinámica propuesta por Gin en su blog
Variétés para su Paraíso de Letras, 
donde puedes ver  las aportaciones de otros compañeros.
Proyecto Paraíso: Mar o Montaña.



Picando en la imagen puedes ver el texto configurado como un cuadernillo.
Obra de Gin.