En el telar de mi ser, entrelazo las letras que brotan de mi alma, tejidos de sentimientos y emociones que danzan sobre este lienzo negro que mi pluma transfigura. Anhelo que cada palabra, cada trazo, trascienda y se convierta en eco en tu ser para fundirte en el velo mágico de mi memoria. Que mis versos sean puentes que nos unan en un abrazo sólido, y que mi tinta sea un testigo del vínculo que florezca entre tú y yo. En cada línea trazada, en cada verso susurrado, te escribo con el alma para que en el tapiz de nuestras historias encuentres el eco vibrante de mi ser y la esencia de este nuestro encuentro. Que mis letras sean hilos de un lazo indisoluble entre tú y yo, donde el tiempo se detenga y la eternidad se haga presente. En cada palabra entrelazada, en cada estrofa compartida, tejamos juntos la trama de un sentimiento duradero, donde nuestras almas se encuentren en todos los rincones de esta bella historia.

15 de julio de 2025

Para flipar...

Un Jueves, Un Relato 
El viaje que nunca hice


Poner ilusión en un viaje no es complicado. Lo difícil es que el viaje te elija a ti.
La oferta no llegó por correo ni por agencia. Llegó en forma de anciana: se sentó a mi lado en una plaza cualquiera y me dijo que debía ir al norte. Que el hielo sabía cosas. Que allí la luna canta.
Pensé que era una loca, claro. Hasta que me tocó la frente con un dedo gélido y el mundo giró. No sé si caí al suelo o me fui hacia dentro, pero cuando abrí los ojos ya no estaba en mi ciudad. No había edificios, ni relojes, ni ruido. Solo el susurro blanco del viento entre cristales helados.
Un chamán de ojos transparentes me esperaba junto a un trineo de huesos. No habló. Entonó una melodía grave, como el lamento de un planeta, y yo lo seguí.
Antes de partir, me ofreció un cuenco humeante. No sabría decir qué contenía: olía a resina, a piel, a algo antiguo. Lo bebí sin preguntar. Sin miedo. El sabor era salado, áspero, como si contuviera todas las lágrimas del hielo.
Atravesamos paisajes imposibles: auroras líquidas, glaciares que respiraban, espíritus de animales que se deshacían en escarcha al pasar. No tenía frío, aunque iba descalza. No sentía miedo, aunque me sabía diminuta ante todo aquello. Lo estaba flipando.
En algún punto, perdí la noción de mí. Dejé de ser “yo” para convertirme en tambor, en eco, en aliento.
Cuando desperté —si es que eso fue dormir—, la plaza estaba vacía. Solo quedaba un copo de nieve sobre mi mano y la vaga certeza de que algo se había movido en mí. Que estuve en Groenlandia sin billete ni maleta. Que allí el alma tiene casa y el hielo, memoria. Por lo demás, todo parecía igual.
Y entonces la vi: una valla publicitaria al otro lado de la calle. En letras gigantes, brillando bajo un sol de castigo que derretía hasta los adoquines:

«¡Groenlandia! Tienes que ir.
Inuits & Trips. Viajes con espíritu».

No sé si iré. Hay veces que esa vieja loca se cruza conmigo… y se ríe.
El olor a maría es impresionante. Creo que ahora entiendo alguna cosa.

Recreado con IA a través de bing  ©ɱâğ

Este es mi aporte (364 palabras) para la semana juevera promocionada por Campirela.
Si picas en la imagen, irás al listado de participantes.


11 de agosto de 2024

Cierre de Convocatoria...

Con más pena que gloria y con más vicisitudes de las esperadas, me presento para dar cierre a la convocatoria juevera que he tenido el honor de anfitrionar —un poco a destiempo, es verdad—. 

Me disculpo por enésima vez por no poder atender el reto literario como se debería hacer.  No quiero dejar los blogs, pero me doy cuenta de que no llego ni a escribir ni a leer a los blogs amigos y ni, por supuesto, conocer nuevas letras. Me estoy replanteando eternamente la cuestión, pero ya es otra historia que no ha lugar aquí.

Millones de gracias por la cantidad de aportes recibidos. Ya veo que el verano es para algo más que las bicicletas, así que no puedo estar más contenta y satisfecha por todo. Sí he de mencionaros que ando en las lecturas y ya os iré visitando poquito a poco.

Siento no poder responder adecuadamente, ni a tiempo, los comentarios que me vais dejando y, sobre todo, el no poder visitar vuestros espacios.

Ya, sin más dilación, doy paso al siguiente anfitrionazgo que corresponde a Moni quien desde su Blog nos invitará a una nueva aventura literaria.

Espero poder regresar en breve y deseo seguir formando parte de esta gran familia.
No olvidéis echar un último vistazo a la lista de participantes.
Muchísimas gracias de nuevo.
Besos y abrazos.
Nos leemos.

Chica escribiendoImagen creada con IA ©ɱağ 

10 de agosto de 2024

Bucear en la nada: Autopsicoanálisis profundo...

Un Jueves, Un Relato
El arte de no hacer nada

Ayer decidí no hacer nada.  —¿Decidir no hacer nada es no hacer nada? ¡Hummm!

Me acomodé en el sillón de la sala, ese que siempre me recibe con sus mullidos cojines, y dejé que mi mente se despojara de cualquier urgencia. El reloj en la pared marcaba las horas con su tic-tac constante, pero a mí no me importaba el tiempo. Cerré los ojos y simplemente existí.

El silencio me envolvía, solo interrumpido por el maravilloso canturreo de los pájaros y el suave murmullo del viento a través de las hojas. Respiré hondo, llenando mis pulmones con el aire fresco que entraba por el ventanal abierto. Mis pensamientos vagaban libremente, sin dirección ni propósito. Recordé la infancia, esos días interminables de verano en los que el único plan era no tener plan alguno, pero siempre surgía uno que nos llevaba hasta la hora de cenar.

La mente, sin las habituales preocupaciones, se convierte en un lienzo en blanco así que las ideas fluían, sin prisa, dibujando paisajes entre momentos blancos. Era un estado de gracia, un equilibrio perfecto entre la conciencia y la ensoñación.

De vez en cuando, abría los ojos y observaba las sombras que el sol proyectaba en la pared. Movimientos lentos y suaves, como una danza de luz y oscuridad. No había nada que hacer y, sin embargo, sentía que estaba haciendo todo. Exploraba los rincones de mi mente, redescubriendo la tranquilidad y la paz interior. Y me sentí bien.

En ese momento, comprendí que no hacer nada es, en realidad, un arte. Un arte que nos permite reconectar con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea. Y en ese arte, encontré una profunda satisfacción. 

Hoy he decidido salir a bucear y ser maestra del autopsicoanálisis profundo.


Imagen creada con IA. ©ɱağ 

Este es mi aporte (293 palabras) para la semana juevera. Si picas en la imagen, irás tanto a la convocatoria como al listado de participantes, a través del cual podrás, si deseas, leer otras maneras de no hacer nada.