En el telar de mi ser, entrelazo las letras que brotan de mi alma, tejidos de sentimientos y emociones que danzan sobre este lienzo negro que mi pluma transfigura. Anhelo que cada palabra, cada trazo, trascienda y se convierta en eco en tu ser para fundirte en el velo mágico de mi memoria. Que mis versos sean puentes que nos unan en un abrazo sólido, y que mi tinta sea un testigo del vínculo que florezca entre tú y yo. En cada línea trazada, en cada verso susurrado, te escribo con el alma para que en el tapiz de nuestras historias encuentres el eco vibrante de mi ser y la esencia de este nuestro encuentro. Que mis letras sean hilos de un lazo indisoluble entre tú y yo, donde el tiempo se detenga y la eternidad se haga presente. En cada palabra entrelazada, en cada estrofa compartida, tejamos juntos la trama de un sentimiento duradero, donde nuestras almas se encuentren en todos los rincones de esta bella historia.

31 de diciembre de 2021

Más Allá de Media Noche...


Cuando recibí su invitación al baile me sonreí. La tentación es el juego perfecto de Monsieur. A nuestra disposición toda su mansión donde la seducción, el misterio y el instinto tienen cabida. Atreverse no es fácil. No querer volver, tampoco. Todo un mundo evocador a nuestros pies donde, sin darnos cuenta, revoloteamos como moscas sobre la miel buscando ser destino final de su mirada y de sus favores, corteses o no. Los favores de la noche son como los caminos del Señor, inescrutablemente misteriosos.

Ahora quiere abanicos, señales que desnudarán todas las intenciones. Tengo cierta curiosidad por ver cómo las damas se exponen. El mío permanecerá cerrado, hasta que lo considere adecuado, engalanando mi escote, entre la nube de mis pechos.

Mis pasos me abocaron al salón principal donde sonaba el vals que había abierto el baile. El león sonreía y el vampiro que aletea dentro de él afilaba sus dientes. Pasé ante la pareja, sin prisa, dejándome ver, arrastrando la falda de mi vestido como la cola de una serpiente zigzagueando. Le miré directamente e hice un suave gesto con la cabeza, una leve inclinación de saludo. Pude percibir el rugido del león recorriendo mi espalda y cada uno de los contornos de mi cuerpo. El león es sigiloso pero deja su aroma por donde pasa para marcar su territorio y esta noche, yo, quizá tan insolentemente como intencionadamente, lo estaba invadiendo.

Subí la escalera solemne, sin mirar más allá de los escalones, hasta llegar a los últimos. Entonces, crucé mi mirada con la de él que respondía sí a una pregunta que yo no había formulado.
Me acomodé en el aposento. Disfruté del champán bien frío, de las vistas al amplio jardín iluminado con antorchas cuyas llamas erigían las figuras de los setos como monstruos silenciosos. Abajo seguía la fiesta, los bailes reservados, los agasajos. Arriba, mi estrategia, mi paciencia y yo.
El león se prepara, acecha y ataca. La serpiente olfatea, va directa, clava sus colmillos... como el vampiro. Y cuando todos son, al mismo tiempo, presa y cazador se produce la eclosión de dos sangres, de dos instintos de lucha, dos instintos de vida.

La puerta se abrió. Las velas tintineaban. Mi vestido perdía su norte y mi propósito, a punto de ver sus logros. No hubo palabras. Solo las miradas se fortificaron sobre las pieles.

—He reservado el mejor baile para vos, mademoiselle.
—No esperaba menos de vos, Monsieur.

Solo en ese momento abrí mi abanico para que ahora fuera él quien sintiera el verdadero mensaje que le enviaba. Sus formas eran el mejor agradecimiento por asistir a su baile. Y yo, a su altura, correspondí. Porque yo soy, en sí, todo un abanico de piel, entrañas, y alma.





26 de diciembre de 2021

Cierre de Convocatoria...

¿Cómo habéis pasado estos días? Ya va al ralentío y, en cierto modo, vuelve la normalidad y también el cierre de mi convocatoria. Sí, sé que no me he pasado por los blogs pero estoy en ello :-) No os preocupéis que más pronto que tarde ahí que me veréis. Igual se me junta con la que dinámica de Inma pero todo se andará.

Muchísimas gracias una vez más por vuestra colaboración, por vuestros buenos deseos, por acompañarme de nuevo y hacernos disfrutar de las letras como una caricia de Navidad, con sus lágrimas, sus sonrisas, su esperanzas y sus ilusiones. 

Parecer ser que Inma nos anima a hablar de Cambios desde su blog "Molí del Canyer", así que ahí os espero ver la próxima semana. Hasta entonces, cuidaros mucho, sed felices y que las musas de la Navidad pululen a mansalva.
Besos y abrazos para todos.



22 de diciembre de 2021

Nati vida d...

Si no amé la Navidad no fue ni por los villancicos ni por las almendras amargas que podían salir en los turrones, ni por los gambones a la plancha ni por las langosta que jamás vi. Dejé de amar la Navidad cuando me quedé tan tatuada en tus palabras que hasta su silencio me hacia daño. Cuando busqué en cada guirnalda el brillo de tu mirada y encontré el eco de mis lágrimas horadando las mejillas. Cuando percibí que tu aroma olía a lejanía y a mandrágora ofuscada. Cuando caminé por la calle y los abrazos no eran míos, ni las sonrisas, ni los buenos deseos; cuando la soledad se amparó a mi lado y se hizo hueco entre las costuras de mi corazón con la intención de arañar mi alma. Y pensé en la oscuridad, en el último parpadeo de mis ojos ante un nombre callado pero se me removió el alma, clamó desde el fondo de sus entrañas para zarandearme rasgándome las vestiduras de mis sentimientos, gritándome que la vida florecía dentro de mí. Entonces, comprendí que la magia está dentro de cada uno, que brota como las flores en primavera, como cae el rocío en la mañana fresca, y que mi magia no llevaba tu esencia, ni tu sangre, ni tu recuerdo, que era mi vida, mi nombre, mi ilusión y mi futuro y que todo brillaba con luz propia, con la luz de la Vida:  Mi Vida.


Este es mi aporte (221 palabras) para la convocatoria de este jueves. Picando en la imagen podéis ir tanto a la dinámica como al listado de participantes.

19 de diciembre de 2021

Convocatoria "Un Jueves, Un Relato"...


Cuentos de Navidad

[23 de diciembre de 2021]


Regreso por Navidad, como dice la canción de los turrones. Después de un par de semanas alejada del ordenador por motivos laborales —me disculpo por no poder atenderos—, me acercó de nuevo a vosotros para presentar la dinámica de este jueves.

Evidentemente, no voy a ser muy original porque la Navidad ya nos invade desde hace días: Anuncios de turrones y los regresos a casa. Las películas americanas donde todo es Papa Noeles, arbolitos, guirnaldas, ponche, amor y más amor y esas cosas. O esas otras, ¡Vaya Santa Claus!, El grinch, Un padre en apuros, Pesadilla antes de Navidad y un largo etcétera. Las luces brillan en las calles y los escaparates lucen sus galas. En los expositores de las librerías Cuento de navidad de Dickens, El árbol navideño y la boda de Dovtoyesky, Las cartas de Papa Noel de J.R.R. Tolkien, El expreso polar ilustrado originalmente ilustrado por Chris Van Allsburg y protagonizado en pantalla por Tom Hanks, La pequeña cerillera de Hans Christian Andersen, Un recuerdo navideño de Truman Capote, Navidad en las montañas de Ignacio Manuel Altaminaro— y a falta de villancicos y otras melodías tradicionales, las canciones de Wham! o de María Carey.

Mi propuesta de esta semana va de contar cuentos o escribir historias, poemas y/o  villancicos con los ingredientes típicos de la Navidad, con palabras que plasmen la magia del espíritu navideño —si existe y si deseamos sacarlo a relucir— y capturen nuestra imaginación y nos hagan viajar por distintas épocas y situaciones, realcen —o contrapongan— esos valores que deben estar latentes cada día del año y que tanto se propugnan en estas fechas, y todas esas cosas que se nos puedan ocurrir con la ambientación de la Navidad que puede ser blanca, dulce, feliz, terrorífica.... Lo dejo a vuestra elección.

Fotografía de Przemyslaw Kruk

Podéis dejarme vuestros enlaces aquí mismo, como siempre, intentando no sobrepasar las 350 palabras en los textos. Sé que son días de algo de ajetreo así que seamos pacientes y ya nos iremos leyendo cuando podamos, al igual que el participar escribiendo. Paciencia.

Quiero agradeceros una vez más vuestra atención y colaboración y, desde la oportunidad que me brinda este enorme camino de letras, con este pequeño presente —que podéis llevaros si deseáis— pido salud y que seáis lo más felices posible. No dejéis de tener ilusión y esperanza, y ojalá podáis compartir vuestros sueños y hacerlos realidad.


Si deseáis, tomadlo como un regalo de Navidad en vuestros blogs. Yo, agradecida.


PARTICIPANTES


















25 de noviembre de 2021

Reminiscencias...

Un Jueves, Un Relato 
Pasillos

Quizá aquel pasillo era cuanto quedaba de mi niñez. Su angostura, su profundidad. Las paredes empapeladas de aquel estampado en tonos verdes que recordaban a las celosías árabes  y el suelo de baldosas haciendo dibujos. Aquel silencio al caer la noche y la tenue algarabía de las mediodiadas. Me sonrío al recordar a mi tentetieso de Donald castigado en uno de los rincones porque en uno de sus balanceos había osado darme en la frente. Yo no levantaba más de dos palmos y él, palmo y medio pero ambos apuntábamos formas. En aquel pasillo pasaba la mayor parte del tiempo, cuando no estaba trasteando por otros lares. El sol daba de pleno por una cristalera que se orientaba a unas pequeñas colinas al otro lado de la carretera. Ahora hay otra casa con otro pasillo que la cruza. No hay colinas ni niñez... ni tiempo.


Este es mi aporte (145 palabras) para la convocatoria de Inma desde su "Molí del Canyer" Picando en la imagen podéis ir al listado de pasillos.

18 de noviembre de 2021

Soy lo que Soy...

Un Jueves, Un Relato 
"Ser otro. Cambio de sexo"


Solo he de imaginarme como tiemblan sus nalgas y el vaivén de sus pechos ante mis embistes. Sabe que la domino. La retengo, la suelto... pero está a mi merced… Y su fingida resistencia es la misma que me da fuerza para follármela…
Tengo su sexo a mi servicio y me flipa sentirlo chorreando mientras mi verga entra hasta lo más profundo de su coño, sin dilaciones, sin vacilaciones…
Puedo compadecerme de ella. En ocasiones la dejo que se apoye sobre sus pechos pero prefiero verla aguantándose sobre el rostro, jadeando y gimiendo, a veces incómoda por la postura… Me da igual… Es mía… Es el juego del placer.

Mis caderas, sobre sus glúteos: Perfecto balancín el de su cuerpo. Mi mano izquierda agarrando sus muñecas  sobre la espalda. Mi derecha, maestra para darle esos azotes que la molestan del mismo grado que la ponen a mil… Me clavo en su chocho, el que me habré comido antes hasta haberla vuelto más loca, hasta que me suplique que la folle sometida ante mí. 

La quiero así de entregada, así de zorra… Porque la quiero mía. Aguanto como un jabato antes de correrme. Puedo hacerlo después de haberle sacado varias veces ese torrente que se rinde entre sus muslos, que me impregna, rocía, salpica y unta todo mi rabo; ese manjar fluido que escalda mi deseo, que hace que nuestros sexos chapoteen… Me pone a mil oírla jadear y gritar envuelta en esas oleadas de placer que la exprimen…
La dejaré seca pero, antes, antes me la habré follado tantas veces que le escocerá y brincará como un conejo con la sola intuición de que mi dedo se le acerque.
Me gusta perra.  Me gusta hembra… Y es mía, aunque sea la mujer de mi amigo. Soy lo que soy: un cabrón, pero un cabrón feliz que la hace feliz.


Esta es mi participación (309 palabras)  para la convocatoria de Dorotea desde "Lazos y raíces" donde podéis ver los trabajos de otros compañeros.

11 de noviembre de 2021

Sin Perdón no hay Venganza...

Composición de Neogéminis


Un Jueves, Un Relato 
De perdones y venganzas






Dicen que la venganza es un plato que se sirve frío, ¿y el perdón? El perdón puede ser la más dulce de las venganzas. ¿Por qué iba a ponerme a su altura? Eso no me haría mejor y, además, me iba a restar un tiempo precioso de mi pensamiento. ¿Necesitaba yo darle la importancia que no merecía? Demasiado tiempo en mi cabeza era precisamente eso, concederle un valor que no meritaba.
De este modo decidí que el perdón era mi mejor arma. Qué pensara lo que quisiera.  Lo hacía por mí, no por ella, porque yo necesito seguir viviendo mi vida, necesito seguir siendo feliz y libre. Perdonar no es olvidar pero sí evitar el dolor. Tal vez no sea justo pero sí necesario. Preciso que mi corazón no contenga heridas. 
Bajo su desprecio, bajo su maldad y esa arrogancia se esconde un alma triste y solitaria, una persona infeliz e insegura. Hay tantas capas bajo su máscara que el peso de esta ya no le permite reconocerse, o lo que es peor, sentir emociones y sensaciones positivas porque estas las tiñe de puro interés o de dobles intenciones. 
No sé si primero va el perdón y luego la compasión pero sentí ambas cosas. Se rio cuando le dije que la perdonaba. No esperaba menos. Tampoco dije más. La miré a los ojos. «Te perdono. No necesito más», pronuncié para caminar sobre mis pasos dejando un abismo entre ella y yo. Yo me había liberado de mis cadenas. Ella seguiría soportando el peso de las suyas.


Esta semana nos convoca Moni desde "Neogéminis".  Este es mi aporte (257 palabras) y si os apetece, aquí la lista de participantes para leer otras historias alusivas al tema propuesto.

8 de noviembre de 2021

8 de noviembre...

Hoy es un día de esos que podríamos decir cualquiera si no fuera porque una vez más, un año más, la gente, que no está bien dicho, mis amistades, mis amigos, mis amigas, en la distancia pero tan cerca del corazón y del pensamiento me hacen llegar todo tu cariño envuelto en palabras bien sentidas, en imágenes que me identifican o que reflejan lo que les llega de mí.

Desde este rinconcito a cada uno de vosotros, desde lo más profundo de mi corazón, GRACIAS. Gracias una vez más por recordarme lo bonito que es ir haciendo amigos por el camino, atesorar sentimientos y verlos fortalecerse y afianzarse a lo largo de lo años, por lo bonito que es sentirse querida, respetada y, por qué no, admirada.  Se enorgullece el alma con la expresión de vuestro cariño, de vuestro recuerdo y de vuestra AMISTAD.


"Cuando pienso en el desierto, pienso en Ella. 
Su imagen me parece tan clara; un oasis en un océano de arena. 
Cálida. Vasta. Inmensa. Ella está. 
Es presencia... siempre. Sin importar tiempo ni distancias".










Y

Campirela
Paula
Demi
Tracy
Ester
Myr
Noelia
Albada
Don Dumas
Draco
Chema
Agapxis
Gabi

7 de noviembre de 2021

Cierre de Convocatoria...

Es el momento de dar paso a otro anfitrión pero antes he de felicitaros por la originalidad de vuestros relatos. Cada profesión nos ha dado muestras de cómo somos los seres humanos. Ha habido profesiones para aventureros, para tiernos, para románticos, para oscuros :-), para carnales; personajes que son en sí mismos una profesión y creo que hemos podido disfrutar todos con cada una de las historias. Pero sobre todo, ha habido esperanza e ilusión en la mayoría de los textos y eso es muy bonito y de agradecer. Todos aspiramos a un mundo mejor.

Yo, desde aquí, más que agradecida por vuestros aportes y, por vuestros comentarios que son fomento de amistad y compañerismo. Os pido que deis un último repaso al listado por si se nos hubiera pasado alguien.

Ahora, paso el testigo a Moni, Neogéminis, que nos pondrá a prueba de nuevo.

Y si alguien desea sumarse, estaremos encantados de recibirle, al igual que si le apetece dirigir un jueves. Para eso solo debe ponerse en contacto con Vivian a través de su correo elbalcondecas@gmail.com que, supongo, ahora para finales de año avisará de la disponibilidad de fechas para el primer trismestre.

3 de noviembre de 2021

Todo por la Ciencia...

Un Jueves, Un Relato 
Profesiones raras

Cuando me preguntan cómo me gano la vida tengo que inventar siempre lo mismo: «Me dedico a la Ciencia por eso siempre estoy en la universidad» pero, en realidad, mi trabajo es otro. Para algunos es un sacrilegio, un pecado, una herejía, un delito. Para mí es el pan que me llevo a la boca cada día y puedo asegurar que hay que tener muchas tripas para esto.
Unos nos llaman ladrones, otros saqueadores. Yo prefiero definirme como resucitador porque hago que los cuerpos se levanten y abandonen sus tumbas. No robo nada ni a nadie porque los muertos solo pertenecen a la tierra o al cielo y, a veces, al infierno. Y ni a Dios ni al diablo les importan.

Mi trabajo es duro, peligroso y sigiloso, amparado a la luz de la luna, solitario, porque faeno solo, y oscuro, siempre con los ojos bien abiertos. Cada día lo tengo más complicado. Los vivos tienen miedo de los muertos, en cambio, temen que les sean arrancados de las entrañas de la tierra. Los ricos crean sus mausoleos con muros altos y puertas seguras. sin embargo, se suman al teatro de ver muertos. Los pobres cada día hacen los agujeros más profundos y vigilan a sus muertos hasta que la podredumbre les da la confianza para abandonar la vigilancia. Y los del medio, entierran a sus muertos en ataúdes de hierro o enjaulan la tumba.

Trabajo por encargo, tengo mi salario y cuento con confidentes que me facilitan toda la información que preciso. No es lo mismo un cuerpo enterrado recientemente que uno de más tiempo, ni uno con anomalías a uno aparentemente sano, ni de mujer que uno de hombre y mucho menos uno de infante. En este caso, marco un precio tan elevado que reniegan de mis servicios. Sé lo duro que es enterrar a un hijo.

Sigo respetando a la muerte pero los muertos me dan de comer. Todavía tengo escrúpulos y no soy un asesino a suelto ni tampoco maltrato a los cadáveres. Trabajo limpio y tengo mis propias normas.  Ejecuto mis tareas de manera escrupulosa y soy el mejor. Una vez entregado el cuerpo, lo que hagan con él ya no es cosa mía.

Fotograma de la película El ladrón de cadáveres, 1954

Este es mi aporte para la convocatoria de esta semana (369 palabras). 
Picando en la imagen, podéis ir tanto a la dinámica como a la lista de participantes.

31 de octubre de 2021

Convocatoria "Un Jueves, Un Relato"...


¿A qué te dedicas?

[4 de noviembre de 2021]


Seguro que todos hemos oído de profesiones extrañas, algunas las habremos visto incluso en películas o documentales: Xesador de pollo, contador de peces, instructor de surf para perros o catador de comida para animales, probador de colchones..., plañidero profesional, acompañante por contrato..., paseador de patos, manporrero, probador de juguetes sexuales, limpiador de escenas de crímenes, resucitador de especies extintas, chef de comida en 3D, etc... En fin, que hay una serie de profesiones, más actuales o modernas y otras ya no practicadas —no me refiero a profesiones o actividades tradicionales— que nos pueden provocar una sonrisa, asco o preguntarnos si realmente pueden o pudieron existir.  Haberlas ahílas, ya os lo digo yo.

De eso va mi reto de esta semana. Elegiremos una profesión, que no tiene por que estar entre las citadas arriba, la cual ejercerá nuestro personaje. Explicaremos brevemente en qué consiste —si no es evidente—, expresaremos emociones, sentimientos, ambientación, si lo cuenta a los cuatro vientos o, por el contrario, miente por el motivo que sea. Cualquier cosa que se nos pueda ocurrir respecto a ella, siempre que se trate de una profesión rara, curiosa, infrecuente, habida o por haber, real o imaginaria, pasada, presente o futura. Yo ya tengo la mía, ¿y vosotros? 

Os espero el jueves con vuestras ganas y vuestra imaginación sin superar, a ser posible, las 350 palabras. Ya sabéis que podéis usar la imagen que deseéis y podéis dejar vuestros enlaces en esta misma entrada.

Muchísimas gracias por prestarme atención y agradezco ya vuestra participación.
Besos y abrazos.


PARTICIPANTES

29 de octubre de 2021

El Ángel Vivo...

Dicen que hay que respetar el silencio de los muertos pero también hay que escuchar sus gritos callados. Compré aquella casa sabiendo de las leyendas que sobre ella concurrían. Desde que tuve interés en ella no había dejado de recorrerla en sueños, de ir descubriendo cada estancia, de recrear cada detalle que no había visto con mis propios ojos. 

La historia que la soldaba no era para nada descabellada. Una tragedia que los años fueron ensalzando y ciertas experiencias la habían afianzado. Lo que sí era cierto eran sus raíces musulmanas, su conversión en iglesia, su destrucción en alguna guerra y la nueva edificación de una casa señorial perteneciente a una antiquísima familia de mucho abolengo en la zona. Nada fuera de lo normal ni el hecho luctuoso que se contaba en las crónicas. Luego vinieron las supuestas apariciones, las extrañas sensaciones, los ruidos y así se fue consolidando su leyenda. ¿Por qué iba a dudar de ello? ¿Por qué iba a dudar de que aquellos espejos llenos de polvo y telarañas no pudieran contar el secreto que encerraba aquella mansión? ¿Por qué no iba a creer en las pisadas que volaban sobre cada uno de los escalones de la escalera cuando a mi paso crujía el tiempo? ¿Por qué iba a cuestionar la existencia de un fantasma?, ¿de una niña que vagaba por los pasillos y estancias de la casa y tenía un lugar favorito? ¿Por qué no pasar tiempo a solas antes de que empezaran las obras?


Aquella tarde, con todo listo, me preparé para la incursión. La atmósfera no me era ajena, algo densa, eso sí.. Demasiados años, demasiado polvo y mucha dejadez aunque todavía quedaban vestigios de lo que una vez fue. Estaba dispuesta a dar respuesta a todas las preguntas que me habían hecho al conocer mis intenciones y si no las encontraba, la leyenda crecería.

La casa tenía demasiados ruidos, nada fuera de este mundo aunque, tal vez por sugestión o sensibilidad, sí percibí ciertos cambios de temperatura que me inquietaron. Pero la rotundidad rumiante de mis pensamientos no me dejó ir más allá hasta que al poco de caer la tarde, ante las primeras sombras de la noche, entre los reflejos de mis lámparas de gas, atisbé alguna sombra. Primero fue bajando la escalera. Parecía haberse detenido al llegar a la mitad. Luego una especie de corriente que silbó hasta perderse por uno de los huecos para las puertas y, más tarde, en mis sueños.
Su cara reflejaba una especie de sonrisa triste. Sus ojos, más sombríos que la propia noche, guardaban el tenue reflejo de la luna. Sus cabellos, ondulados y claros, sueltos, rematados con algunas cintas como las que adornaban su vestido casi blanco. No sé si era un camisón o un vestido de verano. Su mano me tocó. Sentí la frialdad de aquel tímido gesto. Escuchaba su silencio y le hablé. Si algo había ahí, aparte de mis emociones, estaba segura de que me escucharía. Percibí sus breves palabras golpeando más mi mente que mis oídos. El corazón me iba tan rápido que me impedía entender correctamente lo que decía. La notaba pegada a mí. Podía sentir su roce.

Cuando desperté solo estaba yo y una enorme rata cruzando ante mí, con más descaro que otra cosa, como si mi presencia no le impusiera nada. Incluso me miró antes de seguir sus pasos. Me asusté más que ella por el asco que me dan estos bichos, incluso más que la sensación que tuve nada más abrir los ojos.
Subí las escaleras. Atravesé el pasillo hacia la derecha, dejando a mi espalda paredes descascarilladas, cuadros que habían perdido su lustre y más porquería que la que puede haber en el palo de un gallinero. Llegué ante la puerta de aquella habitación. Alguna corriente de aire debía haberla cerrado..., la rata o algún gato que se había colado durante la noche. Respiré hondo y tuve un presentimiento que me decía que no era el momento de entrar pero que debía hacerlo. Aguardaría hasta que la intuición me avisara. 

Encontré cientos de reseñas del macabro hecho en la prensa de la época: «Hallado el cadáver de la pequeña en los sótanos de la casa» y corroboré unos cuantos más. Se habían encontrado, así mismo, restos óseos de otros cuerpos pertenecientes a la época musulmana y algunos más de la guerra. Lo último era más que evidente. Era historia de la zona pero lo de la niña me hizo recapacitar. Entre unos datos y otros podía llegar a pensar que la niña de mis sueños podía ser Adelina, la hija del capitán, cuya muerte se había ido gestando por la madre durante las largas ausencias de su esposo. Solo me quedaba saber el por qué y esa respuesta solo podía dármela una persona o, mejor dicho, un ente. 

Tengo claro que el inicio de las obras había provocado cierta reacción en la casa. Al principio, los obreros no dijeron nada aunque escuché rumores de que perdían pequeñas cosas, sobre todo lápices —de hecho, a mí me habían desaparecido muchos de colores pero como soy un desastre, no le había dado importancia—, oían ruidos raros y que alguno se sentía indispuesto en determinados momentos, sobre todo a última hora de la tarde. Hablé con uno de ellos. Algo me decía que tendría respuestas. Lo que me contó solo confirmó mis sospechas de modo que permanecí aquella tarde en la casa. Cuando se cerró la puerta, yo quedé dentro. Fue casi inmediato el escuchar ruidos, susurros, palabras que supuse en otro idioma, como cánticos...
Regresé sobre mis pasos, ascendí la escalera y llegué a la habitación que todos habíamos llamado "de los espejos" por la cantidad de ellos que había colgados en las paredes, destacando aquel de pie tan bellamente enmarcado donde el obrero me había insinuado que le había parecido ver algo.
Luego vinieron los pasos corriendo por el pasillo, llantos..., gritos negando y pidiendo auxilio. Primero de manera muy sutil pero estaba predispuesta a ello por lo que se fueron intensificando y clarificando. 

Las llamas de las velas tintineaban. Cierto que podían ser corrientes de aire pero era una noche especialmente calma. Me situé frente al espejo, sentada en el suelo. Siempre me había preguntado porqué seguía intacto tantos años después, por qué nadie lo había robado. Intenté relajarme al máximo. Estaba pendiente de la grabadora y de todo cuanto me rodeaba. Empecé a hablar, con calma, de modo cercano. Me dirigía a Adelina, aunque no la nombré, y no pasó mucho tiempo hasta que tuve las respuestas exactas: «Adelina», sonó claro. «Estoy aquí», cercano. La temperatura había descendido notablemente. Sentí un intenso escalofrío y mi alma se encogió cuando en el espejo de pie se fue formando la figura de la niña. Podía verla detrás de mí, apoyando su mano en mi hombro. «Puedes confiar en mí», le dije, «quiero ayudarte pero necesito que me cuentes qué ocurrió. Tú debes estar con tu padre, no aquí, sola, vagando. Sé que quieres que se sepa la verdad y por eso estoy aquí». 



Se hizo un profundo silencio. Las velas casi se apagaron de golpe pero, de pronto, todas ellas volvieron a brillar pausadamente. Observé detenidamente el espejo y, como si de una película se tratara, pasaron ante mis ojos escenas, flashes. Vi a la niña, a su padre, a su madre y vi cómo había muerto. Sé que no podía ver aquello en los espejos, que se trataba de una profunda sugestión y extrema sensibilidad, de una energía sobrenatural que era capaz de conectar conmigo. Sin duda, Adelina, era un ente mayor. El resto, me lo contó ella. 

Su madre la castigaba constantemente, a veces de manera muy severa. La mantenía encerrada demasiado tiempo en aquella habitación. Le quitaba todos los juguetes que su padre le traía de sus viajes, le rompía algunos vestidos, le quitaba joyas... y nunca le entregaba todas las cartas que su padre le enviaba. Malmetía en la niña. Todo aquello era celos, celos de una madre que no soportaba el inmenso amor, verdadera devoción, que su marido profesaba por su hija; rabia y odio por no tener aquello que creía era solo para ella. Poco a poco había ido envenenando a la niña, dejándola débil, una sombra de vida hasta que la impaciencia pudo más que ella y no dudó en acabar definitivamente con su vida. La tiró por las escaleras del sótano para que se golpeara y con suerte, un mal golpe la matara. No fue así, por lo que ella misma acabó a golpes de pala con la pequeña. 

Las crónicas decían que se había caído, que se había golpeado y que la madre estaba loca por el fallecimiento de la niña. Nadie dijo jamás que la había matado aunque muchos lo sospecharan. Aquello me conmovió de sobremanera.

«Te prometo, Adelina, que tu verdadera historia saldrá a la luz. Haré todo cuanto esté en mi mano para resarcirte de tanto dolor y tanta injusticia pero debes ir hacia la luz. Debes descansar por fin».

Encendí salvia y empecé a moverme por toda la habitación. Repetía como una plegaría que fuera hacia la luz. Poco después, desconozco el tiempo, todo parecía sereno, como más limpio, menos pesado. Se respiraba de otra forma. Yo estaba acelerada pero me sentí bien, ligera.

A la mañana siguiente, los obreros encontraron las cosas que les habían desaparecido y en la habitación de los espejos el sol parecía llenarlo todo. Retiré todos. Cuidadosamente los envolví en paños blancos y ruda, incluyendo el hermoso espejo de pie que gustosamente me hubiera quedado. Al desmontarlo descubrí una rendija o como una especie de cajoncillo secreto, no más grande que una moneda de cincuenta centímos de euro. Más que abrirlo, lo rompí para contemplar en su interior una preciosa medalla de oro con su cadenita. En la parte posterior de la virgen adorada por dos ángeles había una inscripción : « A Adelina, nuestra querida hija. 11 de marzo de 1795». El día que nació.

El cura me miró raro cuando le dije que quería agua bendita y, tras varios días esquivándolo, le conté lo sucedido. Creo que se sintió muy aliviado. Me ayudó a recopilar mil y un datos sobre la familia, sobre la niña. Removimos Roma con Santiago para no dejar ningún cabo suelto. Curiosamente no nos faltaron manos que se sumaran y tal día como aquel, casi dos siglos y medio después, la que fuera la casa natal de Adelina abrió sus puertas. 
El sótano ya no existía. Se respetó su silencio. Sus habitaciones, sus pasillos, la escalera... Se rescataron ciertos muebles, juguetes, libros, retratos familiares, ropa. Grabados y pinturas de algún pintor de la época y los expertos achacaron un par a algún alumno de Goya, esculturas, lámparas. Los artesonados y pinturas del techo de la entrada... Se restauró todo lo que se pudo, todo lo que merecía realmente la pena, en memoria de la niña que durante todos aquellos años había custodiado.

Me guardé la medalla. La llevo colgada de mi cuello. Todos los once de marzo llevo flores y lápices de colores a una tumba que hay en el suelo, en la parte antigua del cementerio. Los años y sus avatares han roto parte de la lápida de piedra, quitado su lustro y cortado las alas al ángel que la contempla, pero todavía puede leerse su nombre en ella.

Retrato a carboncillo niña 1800. De la red.

Yo cumplí mi promesa. Rescaté su memoria. Resarcí su dolor, su pena. Aquí, en mi casa, en nuestra casa, mañana presento nuestro libro «El ángel vivo». Anoche apareció en mis sueños...



Os dejo este relato propio con el que me sumo a la iniciativa "Léeme un cuento" del blog "Plegarias en la Noche" de Tiffany, homenaje al terror en este último viernes de octubre.

27 de octubre de 2021

Fuego en la niebla...

Un Jueves, Un relato
Calor de hogar


Heme aquí, entre estas paredes llenas de memorias dormidas y silencios no truncados. Los recuerdos que tenía olvidados acudieron a mí como fantasmas toscos golpeando el alma. No, este lugar podía ser mi casa pero, definitivamente, no era mi hogar. Dejó de serlo hace mucho tiempo, incluso antes de que saliera por la puerta. Dejé el mundo conocido para conquistar otro. 

Frente a la férrea y arcaica voluntad de mi tía, mi padre, hombre sensible donde los hubiera, cumplió mi deseo. Las niñas de clase bien podían permitirse casi cualquier cosa pero lo raro era desear volar libre... Y yo fui una de esas rarezas. Eso, en vez de enorgullecer a mi tía, acentuó el ya existente sentimiento de animadversión hacia mí por lo que mis regresos a casa, motivados por la sola presencia de mi padre, fueron cada vez más espaciados hasta ser inexistentes. 

Entre tanto terminaba mis estudios realicé alguna presentación bajo mi ambiguo nombre, Brouillard de Feu* —creo que mi padre era un visionario— y me hice un hueco entre las pinceladas de artistas importantes aunque, en un mundo tan acotado, alguno considerase mis trazos como brochazos. Mi padre estaba en cada uno de ellos mientras mi tía jamás toleró que una de mis obras colgara de aquellas paredes.

—Señorita, ¿qué hacemos con este cuadro? —me preguntó uno de los empleados de mudanzas. 

Era el impresionante cuadro de mi tía que presidía el rellano de las escaleras en lugar del de mi madre —«los muertos no hacen falta»—. Era inevitable no verlo desde cualquier ángulo. Su sola impronta ponía los pelos de punta. Era como si estuviera envuelta en una sombra malvada. Quién lo pintó remarcó su agria personalidad. Tenía claro qué debía hacer. Si quería que aquel legado fuera mi verdadero hogar debería empezar por purificar su aura y aquel cuadro no tenía cabida en él.

No fue hasta la madrugada siguiente cuando, acompañada de Étienne, tuve el honor de prender fuego a aquel lienzo entre los rastrojos del jardín. Nacía así la primera lumbre de nuestro hogar. Era un placer ver las llamas negras disiparse entre la niebla.


Esta es mi participación (353 palabras) en la convocatoria de Inma desde su Molí del Canyer. Picando en la imagen podéis ir al listado de participantes por si deseáis leer otras historias.

*Brouillard de Feu, niebla de fuego en francés.

21 de octubre de 2021

Anima mea...

Un Jueves, Un Relato
Metáforas 

¿Qué es esto, anima mea? ¿Acaso es la desventurada cerrazón del cielo que viene a buscarme?, ¿o solo son los silentes ecos de las ausencias? Tal vez sean pequeños acuarios donde los relojes de arena decidieron tomarse tiempo, o vuelos sombríos de pétreas losas sin nombres finitos. Quizá sean reclamos descarnados de áureas. 
¿Qué es esto, anima mía? ¿Son sus desvelos nacidos en mí? ¿Sus arranques apasionados de desdicha, de voraz añoranza de sigilos? Dime, anima mea, ¿qué es esta infausta lumbre que me ilumina? 
¿Sus sombras? 
¿Sus recuerdos? 
¿Sus ansias? 
¿Mi desviva… en sus vacías manos…? ¿Qué?, ¡responderme, anima mea*!

¡Aletargados sueños de malditas noches!



Este jueves es Dorotea quien nos invita (convocatoria) a escribir metáforas. Este es mi aporte (106 palabras) y podéis ver otros, si os hace, en el listado de participantes.

*«Anima mea» es alma mia, mi alma en latín.

14 de octubre de 2021

El cielo oscuro...


Composición de Neogéminis


Un Jueves, Un Relato
Frases y escribe





Las alturas se vestían de un negro ébano casi sepulcral y un infinito de estrellas refulgían en él. Un haz de luz cruzó el cielo como partiendo la noche y mi corazón se paró mientras mis ojos intentaban vislumbrar qué era lo que habían visto. Con más ansias que prudencia salí de casa, atravesé el agreste jardín delantero y salté el murete de piedra. Avancé inconsciente, motivado por una curiosidad desconocida en mí. Ni los ladridos de Carpacho me hicieron mirar atrás. Sus instintos eran más intensos que los míos. No sé cuánto tiempo estuve corriendo ni cuándo mi perro dejó de seguirme. Llegué más allá del río y bordeé el remanso en el que reposaban las almadías para la competición del fin de semana. Lo que vi... quiero creer que fue real, aunque saberlo no cambie nada a estas alturas, me dejó totalmente impactado. Ni iba a encontrar las palabras ni a quién las creyera. Pensé que alguien más lo habría visto, que habría más ojos aparte de los míos pero no... O nadie dijo nada al día siguiente ni en los días que siguieron. Ni siquiera una noticia en la prensa salvo el hecho de que una bola de fuego había atravesado el cielo. Era más que una bola de fuego. Carpacho y yo lo sabemos. Así nacía mi secreto aunque estoy convencido de que no es solo mío.


Esta es mi aportación de esta semana (231 palabras). Moni nos propone una dinámica tomando dos frases —he cogido tres que me venían al caso— de las que ella plantea en su convocatoria. Picando en la imagen, podréis leer a otros participantes.

7 de octubre de 2021

Watanka...

Un Jueves, Un Relato
Caballos

La primera vez que nos vimos fue en mis sueños... Tal vez también en los suyos. Nos miramos entre la sorpresa y el sabernos reconocidos. El viento agitaba sus crines, mis cabellos y mi falda. En aquella ocasión, relinchó y se puso de pie antes de emprender carrera ladera abajo. Pude sentir su galopada dentro de mí, cómo comulgada con los latidos de mi corazón.

Mis sueños con él eran recurrentes. Soñar con un caballo ruano o un bayo es normal pero con un caballo alpino y blanco como aquel, según el hechicero de la tribu, es una señal del Gran Dios. Mi padre me contaba que los caballos blancos son caballos que no tienen color, que Manitú los crea así para que cada uno los veamos diferentes pero que solo una persona podría ver su verdadero espíritu y solo entonces, el Gran Espíritu permitiría que sus almas estuvieran en conexión eterna.
Siempre me pareció un mito. Nuestra tribu, así como las vecinas, está llena de leyendas y rituales pero aquel amanecer pude tomar verdadera conciencia de lo que todo ello significaba.  Había soñado con él una vez más y al despuntar el alba algo me despertó. Salvo los guardias, el resto dormía, pero para ellos aquello que a mí me había despertado estaba pasando desapercibido. Atravesé el poblado para llegar al río. La Luna Gusano brillaba en todo lo alto y bailaba sobre la corriente del río. Entre las ondas del agua surgió el gran caballo blanco. El caballo de mis sueños, con quien hablaba y cruzaba las praderas, con quien me sentía especial y con quien parecía estar conociéndome a mí misma. 
Sobre sus lomos ascendí la colina. Estaba tan pegada a su cuerpo que me percibí latiendo dentro de él. Desde ahí arriba, con el valle a mis pies, con el viento abrazándome, con la luna alentándome en su despedida y recibiendo las primeras caricias de la gran bola roja,  comprendí porque había pasado de ser "la niña sin nombre" a ser Waka-Tanka. "Watanka, el gran misterio". Porque yo poseía el alma del caballo blanco.


Este es mi aporte (348 palabras), quitando los nombres, lo demás pura imaginación para la convocatoria de Myr  desde su blog "De amores y relaciones" (participantes) convidándonos a hablar de caballos. 

26 de septiembre de 2021

Cierre de Convocatoria...

¡Por fin es domingo!  
¿¡Qué decir de la participación esta semana!? Encantada con toda ella. Magníficos relatos, diferentes puntos de vista: más líricos, más controvertidos, con rasgos de humor y otros con raíces más dramáticas, por decirlo de algún modo.  Reflexiones que abren la carne y más allá. Historias tiernas, con parábola... Cada aporte, una experiencia.

Los jueves son algo especial, sobre todo porque nos unen cada día un poquito más a través de estos senderos de letras, opiniones y perspectivas. Agradeceros una vez más todo vuestro interés, toda vuestra colaboración y os emplazo a visitar Molí del Canyer donde Inma nos invitará a una nueva dinámica. 

Cuidaros mucho y no olvidéis sonreír e intentar sed felices. 
Besos y abrazos.



23 de septiembre de 2021

Vesania...

Un Jueves, Un Relato
Mentiras

Era por mayo cuando las hojas tibias se tornaban ocres. Era entonces cuando mis pensamientos se arremolinaban tejiéndolos con alambres, intentando cubrir los momentos de soledad. Como un falso plenilunio, mis lágrimas se secaban en la comisura de los labios y se esbozaba una conformada sonrisa de paz mientras mis suspiros colmaban un silencio agrío. Elevaba mi mirada hacia un infinito inexistente, hacia una realidad que era solo mía, desdibujada entre vagos recuerdos o entre aquellos que el paso del tiempo había hecho florecer, vistiéndolos de ignota certeza. Luego llegaba la noche, indómita, inexorable, intransigente, cubriéndome de esa falsa verdad, de esa que se ata con lino blanco y se amarra con cruces de cuero viejo mientras mi mente, sedienta, acaramela sus mentiras para hacerles creer que mi vesania es el presagio de mi fin.
¡Mentira! Yo soy feliz en tanto ellos viven enfundados en cavilaciones e hipótesis de su extraña verdad. 


Este es el aporte (152 palabras) para mi convocatoria de esta semana. La imagen os trasladará a la convocatoria y al listado de participantes si deseáis leer otras historias sobre la mentira.

19 de septiembre de 2021

Convocatoria "Un Jueves, Un Relato"...


La mentira 

[23 de septiembre de 2021]



De pequeños nos dicen que no podemos decir mentiras, que eso está mal pero aprendemos pronto a mentir porque nos es útil. Conforme vamos creciendo nuestra técnica va mejorando conscientes de sus consecuencias. Las mentiras hieren tanto o más que la verdad pero no es un tema de moralidad sino de necesidad, de credibilidad, de confianza. Una verdad también puede ser una mentira en tanto en cuanto la distorsionemos, es lo que llamamos una verdad selectiva.

Hay mentirosos compulsivos cuya vida es una sarta de auténticas mentiras a conciencia. Mentirosos que, llevados por una fe más o menos ciega en otro, la trasladan a terceros al nivel de verdad —esto estaría, al vez, a la altura del rumor—... Y la más triste de todas, la mentira a uno mismo, una de las mayores trampas de la mente.


San Agustín estableció un decálogo de ocho mentiras. Santo Tomás de Aquino, tres, “locutio contra mentem”, aquello contrario a lo que la mente piensa, encajándolas dentro de los pecados veniales o mortales, como la calumnia. 
Ahora, elegiremos nosotros la nuestra: Nuestra mentira. La que nos salvó, la que nos permitió avanzar, la que puso a los pies de los caballos a otro... o a nosotros mismos —por ende, nuestro personaje—. Hay tantas mentiras como individuos. O bien, tratamos la mentira como una canción infantil sin más interés que una concatenación de imposibles.


Podéis dejarme los enlaces de vuestras aportaciones aquí y el jueves iré confeccionando, en esta misma entrada, la lista de participantes. La imagen que apoye vuestro texto puede ser esta o la que vosotros consideréis más oportuna.

Muchísimas gracias por vuestra atención y agradezco de antemano vuestra colaboración.
Sed felices. 
Besos y abrazos.


PARTICIPANTES