En el telar de mi ser, entrelazo las letras que brotan de mi alma, tejidos de sentimientos y emociones que danzan sobre este lienzo negro que mi pluma transfigura. Anhelo que cada palabra, cada trazo, trascienda y se convierta en eco en tu ser para fundirte en el velo mágico de mi memoria. Que mis versos sean puentes que nos unan en un abrazo sólido, y que mi tinta sea un testigo del vínculo que florezca entre tú y yo. En cada línea trazada, en cada verso susurrado, te escribo con el alma para que en el tapiz de nuestras historias encuentres el eco vibrante de mi ser y la esencia de este nuestro encuentro. Que mis letras sean hilos de un lazo indisoluble entre tú y yo, donde el tiempo se detenga y la eternidad se haga presente. En cada palabra entrelazada, en cada estrofa compartida, tejamos juntos la trama de un sentimiento duradero, donde nuestras almas se encuentren en todos los rincones de esta bella historia.

30 de abril de 2015

Dulce Serpiente...

Nunca nadie me había escrito un acróstico... Hasta ahora... ´
Un Hombre, con letras mayúsculas. Un Amo y Señor, 
un Dueño de sí y de su Conciencia...
Y sí, y es que el Alma puede, el Alma enseña... como Él.
De su mano, la Fuerza y la Ternura.
De su Corazón, la Energía y la Pasión.
De su Alma, la Esencia Viva de Su ELLA.
¿Y por qué en mayúsculas?
Porque se lo merece, por que es Grande, porque es Respeto, 
por que es Vehemencia...,
porque es Alma...,
porque me hace vasalla de sus letras, de sus sentires...,
de lo que siente, de lo que La siente, de lo que hace y La hace...
porque es Atributo Solemne de su Yo y de  Su ELLA.
No es mi Señor pero con Todos mis Respetos, Sir,
inclinada quedo en gratitud ante vuestro detalle 
y ante vuestro Pensamiento.
Amén.
Gracias.

26 de abril de 2015

Siempre cogidos de la mano (7)

Damos un paseo por las calles de Venecia. Sí, hoy toca góndola. Romántico...
 Siií, aguas tranquilas, casas antiguas, tú y yo rondando un lugar de ensueño. Descorchamos una botella de vino en el viajecito, ya sabes el que a mí me gusta: "Adiana" 
Copita va, copita viene, brindando por nosotros y riéndonos sin parar. Este vino pasa muy bien pero...sube como los demás... 

- ¿Sabes? Si no estuviera el gondolero te haría el amor aquí mismo... -  El gondolero sonríe y yo me carcajeo con tu ocurrencia. Y, es que a veces tienes unos golpes que me descolocan.
- Nena, creo que has bebido demasiado, aunque creo que yo también porque estoy pensando en lo mismo...  Estoy pensando que... la cama del hotel es de agua, pues que allí lo recreamos...
-Nenaaaa..., estoy deseando llegar al hotel y recrear lo que tú quieras...
- Jajaja, vale, pero mientras llegamos, abre otra botella de la Ana esa..., así llegamos con una cosa hecha...
- Adiaaaana, se llama Adiana. Creo que sí que has bebido demasiado. Por cierto, tu vestido, ¿no era azul? Porque ahora lo veo rojo...
-Jajaja, nene... Creo que tú también has bebido demasiado... Vamos para el hotel y me quitas el vestido del color que tú quieras y me haces el amor como yo quiero: Con tacto y velocidad... 
-Vamos nena... Juntos, cogidos de la mano.
(tu yo)



Y entre las calles estrellas y el olor a agua… Con el bullicio de la gente al fondo entramos entre risas y arrumacos, besándonos con el sabor del espumoso en nuestras lenguas, en el “Palazzo del Conte”. La escalera se abre a la derecha. Nos parece una escalinata y tú pretendes subirme por ellas en brazos.
Tenme tú que yo no puedo… Y río ante tu intento mientras el recepcionista niega con un gesto y sonríe.
Mejor idea meternos en el ascensor y allí, tus manos son las palancas que mueven mi cuerpo, las que levantan mi capaz azul. Sí, porque mi vestido sigue siendo azul.
El pasillo se nos hace largo porque paramos cada paso para comernos a besos, para devorarnos con las manos y acallando las carcajadas para que nadie nos llame la atención.
Sí. Ni tú ni yo somos muy duchos para abrir la puerta con la tarjeta y menos para acordarnos que si no la ponemos en el cajetín, aquí no funciona nada.
El vino tiene su aquél y el efecto es contagioso. Se me ha subido a la cabeza como las burbujas.
Te dejas caer en la cama. Te miro divertida mientras me apoyó en el mueble. Me llamas con el dedo…

- Ven, princesa, que te voy a hacer reina… -Y te ríes a carcajada abierta.

Y mis labios se posan sobre los tuyos mientras siento tus manos temblar sobre mi espalda, en tanto las lenguas danzan entre las campanillas del vino.
Y mi vestido me desviste: Azul… Rojo…, qué más da si lo que mejor nos sienta es el color piel desnuda. Qué más da el bullicio de la calle si no hay mejor sonido que los gemidos de nuestras bocas aplacados por el aliento del otro. Qué más da que la noche esté nublada si sabemos pintar todas las estrellas del firmamento con una sola mirada. Qué más da que el gondolero nos cantara canciones de amor si no hay mejor melodía que la de tu cuerpo entregado al mío y la del mío al ritmo del tuyo…
Qué más da… si estamos juntos…

(mi tú)

24 de abril de 2015

Cuando tienes a alguien...

Cuando tienes a alguien que te dice “mi reina” y es capaz de coronarte con todas las estrellas de la noche. Cuando tienes a alguien que te dice “mi princesa” y te dibuja el sol más espléndido en un cielo azul…
Cuando tienes a alguien que hace melodía de cualquier palabra y eleva tu estado hasta más allá de donde la vista te puede alcanzar creando un mundo mágico donde todo lo que hay te hace grande y es por ti: Sus nubes, sus cielos, sus lunas… sus hondonadas…




Cuando tienes a alguien que hace de sus sueños tus realidades, que hace que tú compartas con ese alguien hasta lo más insignificante y te ayude a hacerlo magno…
Cuando tienes a alguien que vela todos tus sueños y todos tus despertares, que inunda de magia cualquier rincón de tu vida, que deja que te mezas en sus brazos aún después de haber perdido todas las fuerzas más allá de tus cuatro paredes, que es más que un Universo pleno…

Cuando tienes a alguien que dice tener frío cuando está sudando porque lo ha dado todo por ti y, de pronto, le dices que le quieres mirándole a los ojos, que te hace llorar de la emoción de saberte querida y amada… porque se entrega hasta dar la última gota de su sangre y ahoga en ti su penúltimo aliento… diciéndote “eres mía” en la significación más pasional, encendida y sentida, y tú comprendes que es así como te sientes en la más plena de las libertades.


Cuando tienes a alguien a quien das las gracias sin cansarte y sin que por ello pierda el verdadero sentido de su esencia… Cuando tienes a alguien con quien creces y dibujas un mundo al que vas dando forma y colores, con todos sus matices…
Cuando tienes alguien que coge tu mano derecha, alguien que toma tu mano izquierda… Y se hace camino, da igual en qué dirección porque sabes que no puede ser a mal… porque a cada paso hay un beso, una sonrisa y un corazón abierto, y la seguridad de unos pasos firmes y decididos, de unos pilares bien fondeados y consensuados en los valores que consideras primordiales…
Entonces, solo entonces, tienes tantos “cuando” que puedes decir…
Puedo decir…

Soy más feliz.

19 de abril de 2015

Ebria de ti...

Me acuesto ebria de ti y me despierto aún emborrachada, pero como adicta a ti, mi cuerpo se renueva con hambre del tuyo.

Mis entrañas todavía vestidas de tus sedas blancas y  aún así, mis manos dibujan arabescos sobre mi propia piel, marcando de nuevo los surcos horadados por las tuyas, por tu boca y por tu lengua, por tu piel relojes antes…, haciendo que mi mente renombre entre las mismas llamaradas que te maldicen, los momentos lidiados, batallados y pugnados en esas batallas entre tú y yo, esas que nos hacen alcanzar la gloria y honra de este ebrio sentimiento.


7 de abril de 2015

Libídine...

Me moviste hacia el borde de la cama, dejándome de rodillas, con las piernas abiertas, con el trasero casi en el aire y los pies fuera de la cama. Con una mano me sujetaste el pelo, obligándome a que echar la cabeza hacia atrás, con el cuello tirante, preparado para ser besado, acariciado y mordisqueado. Con la otra, mis pechos eran el juego perfecto y sus pedúnculos, el reclamo más solícito. 

Tú, de pie, detrás de mí, con el cuerpo vencido hacia el mío, te movías sin contemplaciones, poseyéndome una y otra vez, dejándote sentir dentro de mi libídine, empapada, esclava de tu miembro, de los embates de tu cuerpo, de la osadía de tus caderas.

1 de abril de 2015

Entre miradas...


Y así te observo: Desde la distancia de mi silencio...
Yo con mi prensa, sin fijarme en las letras. El café, humeando en la taza.

Tú estás ahí: Absorto en tus cosas, en tus palabras, en el siguiente verso... en la siguiente prosa de sensaciones... Perdido en ese mundo de letras, sonidos y sensaciones con las que te vistes siempre.
Y vagas..., vagas en mi mente, entre los espacios perdidos y encontrados en ese mañana que es hoy, en ese hoy que fue ayer... En ese será que es.
Inalcanzable en un segundo; permanente en un minutos; eterno en una hora...
Cuando te gires y me veas, cuando tu mirada se clave en la mía, esquiva y tímida de entrada, penetrante y fija después... Desafiante, retándote a no perder más tiempo... porque sabes que me tienes, que me encontraste, que un día me hiciste tuya... y tuya sigo siendo.
(Yo)

Heridas en la piel como grietas en la tierra,
secas pero lenas de recuerdos,
de polvo que lleva el aire de un lado a otro;
lágrimas en los ojos,
lágrimas que escuecen como quemadura en las manos,
esas que un día te abrazaron,
te acariciaron,
te rodearon con finas telas de terciopelo.
¡Ohhh!
Ya no puedo más.
Me quedo vacío como cántaro que va a la fuente.
Mi boca, mi cuerpo...
al ser derramado como chorro de manantial.
¿Dónde estás?
¿Qué paso?
Esta es mi cruz, mi angustia, mi calvario.
No dejes que me desangre lentamente...
Ven... Ven... Ven...
Quiero tu voz en mi oído,
ese te amo que me hacía perder el sentido
como venda en los ojos.
Buscaba tu olor, siempre llena de esa suave fragancia
que recorría mi olfato y entraba en mí como hielo que enfría,
que quema el alma...
Ven... Ven... Ven...
Abrázame, rodéame a ti, con fuerza.
Soy tu pequeña vasija,
tan delicada que tanto te gustaba acariciar;
lléname de ti, hazme florecer en ese jarrón que es tu cuerpo.
Hazme desear formar parte de ti,
como los pétalos de la rosa y sus espinas.
Sí, mi mal humor, que tanto te gustaba y te excitaba.
remetías en mí como la mejor y más salvaje bestia
pero con la delicadeza de la brisa de la mañana.
Ven... Ven...Ven.
Dime como antes me decías...
Eres mía.
Ven... Ven... Ven...

(Diego)