En el telar de mi ser, entrelazo las letras que brotan de mi alma, tejidos de sentimientos y emociones que danzan sobre este lienzo negro que mi pluma transfigura. Anhelo que cada palabra, cada trazo, trascienda y se convierta en eco en tu ser para fundirte en el velo mágico de mi memoria. Que mis versos sean puentes que nos unan en un abrazo sólido, y que mi tinta sea un testigo del vínculo que florezca entre tú y yo. En cada línea trazada, en cada verso susurrado, te escribo con el alma para que en el tapiz de nuestras historias encuentres el eco vibrante de mi ser y la esencia de este nuestro encuentro. Que mis letras sean hilos de un lazo indisoluble entre tú y yo, donde el tiempo se detenga y la eternidad se haga presente. En cada palabra entrelazada, en cada estrofa compartida, tejamos juntos la trama de un sentimiento duradero, donde nuestras almas se encuentren en todos los rincones de esta bella historia.

15 de septiembre de 2023

¿Jugamos?

Un Jueves, Un Relato
Los juegos de antes



De las canciones, me acuerdo de casi todas. De las reglas, de casi ninguna.

Churro, media manga y manga entera.

Y al burro me subí. Los lomos de Juanillo eran mullidos; los de Luisa eran como los huesos de los pollos, que se te clavan. Y venía el más burro de todos, el que se subía sobre los lomos de los demás y, entonces, el churro, era de verdad. Ni a medias ni a enteros. Todos por el suelo, unos encima de otros.

Y el cocherito, leré, me diho anoche, leré. que si quería, leré, montar en coche, leré...

A veces no era tan fácil saltar sin que la cuerda raspara las piernas, ni agacharse sin que la cabeza medio volara. Y entonces, cuando menos te lo esperabas venia «¡¡El tocino», y la cuerda era como un huracán de malas intenciones que te rodeaba sin piedad, haciendo chasquidos sobre el suelo y buscando la ternura de tus espinillas. Y el leré había había dejado de mecerse. A pesar de todo, las chicas éramos invencibles.
Luego venia el fútbol, y no es que sea cosa de chicos, es que ellos eran muy brutos y los goles te los metían todos porque aquella portería parecía «el no va a haber mañana». Pero llegaba la venganza con las canicas y las vacas. Allí no había fuerza que medir, solo estrategia y buena tirada . ¡Qué colección más buena de vacas tenía! Cada una valía por tres o cuatro canicas. Salían en las bolsas de pipas. Ahora vienen en una pequeña red para colocar flores artificiales o adornar las peceras.

¡Huy, hablando de peces! Ir a coger cangrejos o renacuajos, incluso alguna madrilla plateada que parecía una anchoa y que nos duraba días y días en el frutero de cristal, hasta que un día llegabas y flotaba como un corcho, o los otros acababan en la cazuela, era toda una fiesta. Ahí que íbamos con nuestros cubos y nuestras redes. Ahora ni madrillas ni río, aunque el cauce sigue en el mismo sitio.

Uno, dos y tres, pajarito inglés... 

Y el pollito, que era muy agudo, cantaba como alma que lleva el demonio, ¡y que no daba tiempo ni de dar un paso!. Claro, que mejor pasito a pasito que a zancadas porque como te viera mover, a la pared no llegabas ni de casualidad. Pero siempre estaba el listo de turno, que en cuatro pasos llegaba a ella, ¿y luego? Ahí se quedaba de contemplación mientras los lentos seguíamos jugando.

Y ya voy a acabar (más bien porque me sobran palabras), que si todo lo cuento, todo se sabrá. No puedo volver atrás en el tiempo, mas estas hazañas infantiles perduran y siguen iluminando mi vida, recordándome que ser niño es maravilloso, que no hay prejuicios: «¡Por mí y por todos mis compañeros!»; que el enfado no debe durar más de cinco minutos y que el bocadillo sabe mejor si lo comes a medias.

Pan con Nocilla y chorizo pamplonica... ¡¡¡Mmmmm!!


 Este es mi aporte para la convocatoria juevera que coordina Inma desde su Molí del Canyer, donde puedes seguir recordando los juegos de tu infancia.


31 de agosto de 2023

Agua y Viento...

Un Jueves, Un Relato
El viejo molino


En el rincón amado donde el tiempo se enrosca, se yergue mi viejo molino, como un guardián de historias susurrantes. Sus aspas, cual suspiros al viento, danzan con el eco de antaño, mientras el río, sereno como un puñado de versos, abraza sus cimientos de piedra como abrazaría el abrazo eterno de un amigo.

Las arrugas de mi molino, como surcos de sabiduría, marcan el paso de los años con la gracia de un poeta que ha vivido mil vidas. Su techo, cubierto de musgo tal que un manto de días y noches, recuerda cada tormenta y cada rayo de sol que ha besado su frente de madera. En sus paredes, la pátina de las estaciones es un poema silencioso que narra los cuentos de granos molidos y harinas doradas, una danza ancestral que se repite en la quietud de cada día. Las piedras de moler, como dos amantes inseparables, han pulido la esencia de la tierra, transformando trigo en alimento con la misma pasión con la que un poeta moldea palabras en versos. 

Al atardecer, cuando el sol se sumerge en el horizonte como un acorde final, mi molino se convierte en un refugio de sombras y susurros. La luz tenue se cuela por las rendijas como metáforas de esperanza, y el río fluye en la penumbra como los recuerdos que se deslizan suavemente por la mente de un soñador.

Mi viejo molino es cien estrofas olvidadas en el libro de la memoria, una melodía que persiste en el eco de la brisa. Su presencia es un canto que se entrelaza con el alma del paisaje, y en cada giro de sus aspas siento la cadencia de los versos que mi mano dibuja mientras le miro, mientras le siento, mientras vivo su latido.

IA NightCafeStudio y posterior edición.
El viejo molino / Ildefonso Robledo del blog Portafolio de fotografías

Este es mi aporte (292 palabras. Hoy sí puedo ponerlo.) para la convocatoria juevera de Myr desde su blog, donde puedes hallar otras inspiraciones sobre un viejo molino.

24 de agosto de 2023

La autopista infinita...

Un Jueves, Un Relato
Autopista


La autopista serpenteaba a través de la noche oscura, iluminada solo por las luces intermitentes de los faros de los coche que, como luciérnagas perdidas, seguían un camino aparentemente infinito. y las tenues estrellas en el cielo. 
Por alguna razón, Marta conducía intranquila, tratando de mantenerse despierta mientras la monotonía del camino la envolvía. Hacía ya un rato que no se cruzaba con nadie. De repente, una figura solitaria apareció en el retrovisor: un coche negro que seguía sus pasos de manera sigilosa. La inquietud se apoderó de ella mientras el otro vehículo se mantenía a una distancia constante. Intentó cambiar de carril, pero aquel la seguía. Aceleró, y el auto negro también lo hizo. 

Un escalofrío recorrió su espalda cuando recordó las historias de coches fantasmas en esa autopista, rumores de conductores desaparecidos sin dejar rastro. Además, hacia dos noches o tres que había visto aquella mala película sobre un coche asesino. Los nervios se apoderaron de ella y decidió tomar la primera salida que vio. Detrás, el coche negro. Marta eligió un camino sinuoso en un intento de perder al misterioso perseguidor, pero ahí seguía, pegado a su parachoques con las luces apagadas. 

De la red / yamovl

La ansiedad se convirtió en pánico. Su corazón latía con fuerza en tanto buscaba una solución desesperada. Recordó haber visto un puesto de policía en un pequeño pueblo por el que había pasado. Tomó una decisión arrepentida y giró bruscamente hacia una vía secundaria con la esperanza de ser la acertada. El coche negro la siguió una vez más. Finalmente, Marta llegó. Se alivió al ver un coche patrulla aparcado en la puerta y luz en el interior del edificio. Exaltada, explicó la extraña persecución. Los policías salieron rápidamente, pero no había coche alguno. Dos decidieron inspeccionar y tras una tensa espera, se escuchó la voz de uno a través de la emisora.  No hallaron vehículo alguno, solo las huellas de las ruedas.

El coche negro volvió a actuar en sucesivas noches alternas. Los policías volvieron a escuchar los mismos relatos. Investigaciones posteriores revelaron que el coche negro había sido robado y manipulado para poder ser conducido por control remoto. Con un dron podían seguir todos los movimientos del coche perseguido. ¿Qué intenciones tenían? Quizá solo sembrar el miedo entre los conductores desprevenidos y fomentar la oscura leyenda de las autopistas infinitas.

El misterio había sido resuelto, pero la sensación de inquietud persistiría en la mente de Marta y en los conductores víctimas de semejante broma macabra que podía haber tenido dramáticas consecuencias.



Este es mi aporte para la convocatoria juevera que organiza Moni esta semana desde su blos Neogéminis, donde podéis ver otras historias.