En el telar de mi ser, entrelazo las letras que brotan de mi alma, tejidos de sentimientos y emociones que danzan sobre este lienzo negro que mi pluma transfigura. Anhelo que cada palabra, cada trazo, trascienda y se convierta en eco en tu ser para fundirte en el velo mágico de mi memoria. Que mis versos sean puentes que nos unan en un abrazo sólido, y que mi tinta sea un testigo del vínculo que florezca entre tú y yo. En cada línea trazada, en cada verso susurrado, te escribo con el alma para que en el tapiz de nuestras historias encuentres el eco vibrante de mi ser y la esencia de este nuestro encuentro. Que mis letras sean hilos de un lazo indisoluble entre tú y yo, donde el tiempo se detenga y la eternidad se haga presente. En cada palabra entrelazada, en cada estrofa compartida, tejamos juntos la trama de un sentimiento duradero, donde nuestras almas se encuentren en todos los rincones de esta bella historia.

1 de abril de 2014

¿Quién tiene las hormigas blancas?

Erase que se era un lugar idílico y bucólico en el que Anayet y Arafita, seguramente dos de los dioses más pobres de  la montaña cuidaban de su única hija. Se les había desposeído de sus escasos bienes: Pinares y abetales en su mayoría. El ganado empezaba a escasear y sus pasos eran lentos por aquellos senderos que se habían convertido en lugares peligrosos e inseguros.
Anayet y su ibón. El pico alto es el corazón de Cubilla.
A pesar de todo, Anayet y Arafita eran trabajadores, honrados y felices y tenían el mayor de los tesoros: su hija, la preciosa Culibilla a quien el cielo dotó de las mayores bellezas y virtuosas cualidades. Feliz vivía y nada parecía perturbale. Sus padres y sus animales y el paisaje lo eran todo. Nada quería saber de la innumerables pretensiones de todos los dioses pirenaicos. Sus mejores afectos eran hacia los corderillos que competían en blancura con los impresionantes neveros y glaciales que rompían el verdor de sus amadas montañas. Y más aún, amaba a las humildes y trabajadoras hormigas blancas que durante el verano continuaban blanqueando su montaña, hasta el punto que Culibilla la bautizó con el nombre de Formigal.
La tranquila paz se acabó el día que Balaitus se enamoró ardientemente de Culibilla. Él era fuerte, poderoso y temido por todos. Nadie se oponía jamás a sus deseos. Él amasaba las terribles tormentas del Pirineo y forjaba los rayos capaces de destruir todo lo que le apeteciera. Era violento como ninguno cuando se enfadaba, y hacia correr sus carros por encima de las nubes, estremeciendo hasta los cimientos de las montañas.
Balaitus por la brecha Latour.
Culibilla era dura y salvaje como la montaña, delicada y dulce como las flores de sus praderas. Sabía lo que quería y lo que no.  Maldito momento aquél en el que ambos, Balaitus y ella, se encontraron. Maldito el momento, también, en el que lo rechazó. Balaitus enfureció. ¿Cómo se atrevía aquella pobretona a rechazarlo? A él no se le rechazaba. Él era el dios duro y seguro de sí mismo, poco dado a concesiones y muchas menos a rechazos. Juró y perjuró que pagaría aquella osadía y aseveró que la raptaría.
En tres zancadas... Una... Dos... Tres... se presentó Balaitus ante Culibilla, decidido a cumplir su propósito. Las montañas todas estaban atónitas, sin atreverse a defender a la diosa. La joven, asustada y atemorizada, gritó y gritó su miedo. Al verse perdida, grito:
 ¡A mi las hormigas!
A centenares, a millares, acudieron de todos los sitios las hormigas blancas que empezaron a cubrir a Culibilla ante los atónitos ojos de Balaitus que, horrorizado, emprendió la huida. Culibilla, en el colmo de la amistad y el agradecimiento, se clavó un puñal en el pecho para guardar dentro, junto a su corazón, a todas las hormigas: es el forau (agujero) de Peña Foratata. 
Se dice, se cuenta que los que suben al Forau de la Peña pueden percibir claramente los latidos de Culibilla, la diosa agradecida. Y aseguran, también que en Formigal,, desde entonces, ya no hay hormigas blancas: ella, la diosa, las tiene todas.
Valle de Tena (Huesca)

5 comentarios:

  1. Me ha encantado este guiño a tu tierra... Sin duda es una leyenda muy, muy bonita...
    Y me alegro de que las hormigas blancas echaran a Balaitus...Son animales tenaces y ahora están en un lugar seguro, en el pecho de Culibilla....

    Nunca he estado en los lugares que comentas, me los apunto para hacerles una visita... Seguro que son preciosos!! Muchas gracias por compartir esta historia con nosotros!! :)

    Montones de besinos!!!

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    1. Te prometí, en compensación a las leyendas de tu tierra, una de las mías. Iré poniendo alguna porque la tierra forma parte de nosotros. Mejor dicho, nosotros formamos parte de la tierra. Formamos parte de su historia y de sus leyendas.
      Besos, guapa.

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  2. ES UNA PRECIOSA LEYENDA, MUCHAS GRACIAS POR COMPARTIRLA CON NOSOTROS.
    UN BESAZO PURAMENTEINFIEL!!!

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  3. Me alegro que te guste. Todos nosotros conocemos leyendas e historias que nos contaban nuestros abuelos o que han plasmado los abuelos de otros a lo largo de los tiempos. A mí me gusta recordar "mi origen", el de mi tierra.
    Besis, guapo.

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  4. MmmmMmm poderosa Culibilla, Formigal es hormiguero en gallego, besos corazón, me ha encantado.

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Sueña porque soñar es vivir y vivir es sentir...