Enciendes el fuego mansamente, como el paso del gato en el callejón oscuro.
Caminas directo hacia mí, lobeando, despertando esas ansias de ti que van quemando mi cuerpo.
Quiero tus besos, los que calmen mi aliento.
Quiero tu lengua, que fustigue mi calma y mi temple.
Quiero tus brazos para que me eleven contra la pared.
Quiero tu boca, perdida en jugar que sacien mi sed.
Quiero tu cuerpo que, entregado, me domine; me pierda y me encuentre; me sacia y me devora...
Y mientras, en tu ausencia, este fuego me quema y me llena de locura.
Hielo resbala por mi piel y humea sobre ella, desprendiendo los vapores que tu bravura prendió en mí...
Y lo bebo, en la misma esencia de ti.
Que todos tus deseos se vean cumplidos y él te beba la piel y absorva cada poro de tu cuerpo y se queme contigo en el infierno del placer para que ardáis juntos.
ResponderEliminarUn besazo.
Hola, María. Mis deseos son sus deseos por lo tanto nos llevamos el uno al otro. Es pura entrega... Puro sentimiento... Puro fuego para arder juntos.
EliminarUn besito.
Las ganas, el ansia, el deseo siempre arden como fuego por dentro, esas llamas que queman silenciosamente cuando quien las provoca se acerca.
ResponderEliminarBesos de dulce.
Y lo que también sucede es que te sigues quemando incluso cuando no está... cuando lo intuyes... cuando lo piensas...
EliminarCuando llega... ardes en el mismo infierno.
Besos.
Querer... desear... latir... sucumbir... arder... saciar... para sólo renacer.
ResponderEliminarBesos desde mi playa hermosa.
Con tus besos me quedo... De Arena y Mar salada.
ResponderEliminarY sí... todo eso es...
Besos.