Por todo ello tenía preparado ya mi carromato. Antes de decidir ir a buscarla, lo protegí trazando un círculo de sal a su alrededor y dibujado una serie de señales con esencias ahí donde ella se iba a sentar amén de todos los trabajos y encomendaciones previos que eran necesarios para la seguridad de ambas.
Me aproximé a María aquella tarde, casi al final de la jornada. Estaba asustada pero no hizo falta decir palabra alguna. Tomó mi mano y me siguió hasta mi carromato —lleno de portadores de luz, de potenciadores de las fuerzas positivas—. Entramos por la parte trasera. La pública, la que daba hacia la feria, estaba ya cerrada.
No quería oscuridad. El aceite de Jerusalem que se consumía en las lamparillas producían la luz justa. Sentí como mi alma se abría… y cómo se resquebrajaba al verla ahí sentada, con todos los demonios acosando a su ser, con todas las sombras golpeándola. Cómo se hacía tan pequeña. No suelo tocar a mis clientes. Me basta con echar las cartas de manera muy sutil. Decirles las cosas de la mejor manera posible, sin poner demasiado énfasis en lo negativo ni enarbolar demasiado lo bueno. Pero esta vez era preciso que mi piel tocase la suya. Tenía que percibir su pulso, su sangre… sentir la poca energía que le quedaba. No quería saber su nombre pero me latía dentro. Tomé sus manos por encima de la mesa. Las acaricié para que entraran en calor y para darle algo de confianza, aunque estaba claro que estaba desesperada y yo era un último recurso.. Las cubrí con un manojo de vástagos. Las bañé con el agua bautizada por el rocío y magnificada por la luna… Y las enhebré con las mías con un cordel azul.
Ella asintió con un hilo de voz. Estaba tan lejos que su ausencia dolía. Pero yo iba a traerla a este mundo. Fuera como fuera. Sí, solo soy una charlatana de feria. Solo una bruja. Solo una gitana. Solo una mujer hechicera pero con el poder de mis ancestros en las palmas de mis manos y en el hondo de mi alma.
María se levantó y la obligué a descansar en mi cama, protegida. Sus ojos estaban cruzados por venas de sangre. Demasiadas lágrimas. Demasiado dolor. Sin fuerza pero más serena. Su piel volvió a sonreír poco a poco.
No quise su dinero. Quería su alegría, su vida, la paz de su alma... Y hacer lo que me gusta hacer: Ayudar a los seres que precisan luz. Porque en el circo no solo entretenemos y sanamos la tristeza, también curamos el alma.
Dolores (1892-1975), fotografiada por Adolf de Meyer, 1919 |
Que bien lo has dicho , esas hechiceras a veces con sus cartas calma el alma de personas desesperadas que confían en su dotes adivinatorias ...tal vez no sea ciertas las cosas que dicen pero hay momentos que cualquier palabra amable te salva de algo peor ..
ResponderEliminarMe gusto al final María logro al menos reponerse de sus miedos .
Abrazos y feliz noche.
Hechizeras que pueden dar algo de luz, un bello y original cuento. Besos.
ResponderEliminarQue buen relato para tu interesante convocatoria.
ResponderEliminarTe felicito por desarrollar ese personaje místico.
Besos con admiración.
También están en el circo, tambien las hechiceras cuentan y en tu relato le has dado una importancia enorme, me has convencido me has entusiasmado. Esta claro que esta convocatoria está resultando muy buena. Abrazos
ResponderEliminarUna visión distinta del ambiente circense, no falta del misticismo con que siempre envuelves tus textos. Me ha gustado leerte.
ResponderEliminarBeso dulce Mi Estimada Magda.
Una historia de piedad ante el sufrimiento. Buen relato. Un abrazo
ResponderEliminarP.d no logró acceder a la lista de participantes
ResponderEliminarMira, has traído el circo con su tiradora de cartas. Qué bueno amiga. El ambiente lo bordas, los preparativos están muy bien descritos, y el oficio que sugieres, lo dejas en un pabellón muy alto.
ResponderEliminarUna mirada muy diferente al circo. Me ha encantado. Un abrazo
Pitonisa echadoras de cartas flujos de energía, no soy muy dado a creer en esas cosas pero el relato lo has bordado. Saludos.
ResponderEliminarQué precioso relato, Mag. Una curandera del alma... ¿Crees que de verdad existirán?
ResponderEliminarY una fotografía maravillosa, me ha dejado encandilada.
Un besazo :3
Que intenso y que bonito. Gracias.
ResponderEliminarPreciosa historia nos has traído. También el circo sabe de generosidad y de curar el alma.
ResponderEliminarBss.