¿Recuerdas cuándo eras pequeño?
¿Cuándo jugabas a que un día serías grande?
¿Recuerdas cuando lo mejor era ensuciarse las
manos y la cara, y uno se limpiaba en la camiseta?
¿Te acuerdas del plátano de la merienda o del bocata de Nocilla
(yo le ponía chorizo y me sabía a helado de crocanti)?
¿Recuerdas cuándo jugabas a "pillar" y salvar a los
demás era decir "por mis compañeros y por mí"?
¿Te acuerdas cuando las grandes decisiones se
tomaban a "pito, pito, gorgorito"? ¿Y cuándo equivocarse era
decir "hala, que empezamos otra vez"?
¿Recuerdas lo difícil que era conseguir los
últimos cromos del álbum? ¿Y te acuerdas las veces que has buscado tizas
en los escombros para que las niñas pudieran pintar en el suelo y comenzarán a
jugar?
¿Y recuerdas a aquella niña de coletas a la que
le regalabas aquellas flores blancas que huelen tan raro pero que tú recogías
como si fueran las flores más exóticas del mundo? ¿Y a aquella otra que te
hacía menos caso que a la pared? ¿Y cuándo de aquel balonazo le
"jodiste" los geranios a la Sra. Bernarda? Tú, en tu defensa, dijiste
que "estaban en la trayectoria del balón"... ¿Y las carreras de
caracoles? A mí me encantaban...
¿Y te acuerdas de cómo te sentiste cuando por
fin te quitaron las ruedetas de la bici (sí, a las rueditas les decimos así
aquí, en mi tierra) y fuiste solo?
¡¡Wowwww...!! ¡Qué momento, eh! Te sentiste el dueño de la carretera a dos
ruedas y cogiendo al toro por los cuernos.
¿Y el coche teledirigido? ¿Y los globos y las
pistolas de agua, aquéllas que había que llenar casi antes de haberlas
disparado? ¿Y cuándo te regalaron aquella guitarra que era más grande que tú y
el perro te hacía los coros? ¡Ya apuntabas, eh...!
¿Te acuerdas de todo eso?
Yo soy más mayor que tú pero sí me
acuerdo y me encanta poder hacerlo.
Mis dibujos favoritos... Ya sabes... Qué te voy
a contar yo... La Abeja Maya...
Pero me gustaban los caballeros del zodiaco...
Si, ya sé, tú eres más de los otros, de esos cuatro que luchaban contra
monstruos imposibles de imaginar. Uno
iba de blanco, otro de azul..., vamos que parecían el parchís... ¿Cómo se
llamaban?
Recuerdo cómo le hacía vestiditos a mis muñecas,
comiditas con barrete y unas hierbas que crecían entre las piedras de las
paredes de la calle de mi tía en el pueblo, esas que parecen granos de
arroz... Verde, sí, pero arroz. Cuando por ser chica, no me dejaban jugar
a todo… ¡Y cuando me caí del nogal! Todavía no sé ni cómo subí, pero aún tengo
las marcas en las rodillas.
No te voy a contar cuando agarré de los pelos a
una niña porque no me quería devolver mi muñeca después de habérsela dejando
toda la tarde y la arrastré hasta un charco. Allí la dejé y me fui
toda hueca con mi muñeca. ¡A ver las cosas que se dejan se devuelven!
¿Sabes? Hay tantos recuerdos que no se deben
olvidar, tantas ilusiones que recrear, tantas cosas buenas que volver a
sentir...
Ahora ya somos adultos y aquéllo casi nos parece
lejano, pero yo te digo que nunca pierdas al niño que llevas dentro aunque
cada año las velas se vean más y la tarta haya que comprarla más grande (porque
tenemos más gente con la que compartirla).
Desde entonces ha llovido un poco y pintamos alguna cana y, a pesar de todo ello, seguimos siendo lo que fuimos.
Hoy me he levantado un poco más tarde porque entre tus sueños
y los míos he tenido que encontrar un poco de tiempo para prepararte algo y
dártelo hoy. Entre beso y beso, entre abrazo y abrazo, entre piel y piel, algo
hallé.
He cogido unas flores del jardín, he dibujado unas notas en
el suelo, entre las hojas secas, he cogido algunas manzanas e higos… Me he
puesto mi traje de princesa, mi diadema de flores y he buscado un pañuelo con
mi perfume para que lo luzcas anudado en tu brazo. Y no hay que deshojar
margaritas porque eres tú el caballero al que admirar, el que gana todos los torneos,
quien siempre se desviste de su armadura ante quienes quiere y ama, quien
desmonta su caballo para dejar firmes y profundas las huellas en el camino,
quien no necesita abrir un libro para encontrar las más bellas palabras y
darles la musicalidad que requieren. Porque eres tú quien despierta y anochece
en mis pensamientos y se dibuja no solo en mis sonrisas.
Y he invitado a todos los amigos que conozco para estar
contigo en este día, pequeño escorpión, para disfrutar contigo tus alegrías y
consolarte y compartir tus pesares.
Quiero que pienses un deseo… O veinte…
Que alguno siempre se cumple.
Concéntrate.
¿Ya?
Pues que se cumplan por mil.
¡¡¡Feliz cumpleaños!!!
Y no olvides que la felicidad es no dejar nunca de
soñar.
No te preocupes por el mañana, porque el mañana
traerá sus propias preocupaciones. Ahora somos grandes y nos gustaría ser pequeños mas vivo queda lo que fuimos.
A cada día le bastan sus propios quebraderos de cabeza según dijo
un tal Mateo.
¡¡¡Sueña y sé feliz!!!
Este es mi regalo para ti, Jesús.