En el telar de mi ser, entrelazo las letras que brotan de mi alma, tejidos de sentimientos y emociones que danzan sobre este lienzo negro que mi pluma transfigura. Anhelo que cada palabra, cada trazo, trascienda y se convierta en eco en tu ser para fundirte en el velo mágico de mi memoria. Que mis versos sean puentes que nos unan en un abrazo sólido, y que mi tinta sea un testigo del vínculo que florezca entre tú y yo. En cada línea trazada, en cada verso susurrado, te escribo con el alma para que en el tapiz de nuestras historias encuentres el eco vibrante de mi ser y la esencia de este nuestro encuentro. Que mis letras sean hilos de un lazo indisoluble entre tú y yo, donde el tiempo se detenga y la eternidad se haga presente. En cada palabra entrelazada, en cada estrofa compartida, tejamos juntos la trama de un sentimiento duradero, donde nuestras almas se encuentren en todos los rincones de esta bella historia.

28 de junio de 2018

Ánima del Saber...


Llevo tanto tiempo sumido en esta oscuridad, maldecido, condenado al ostracismo… que he olvidado mi destino pero, lo que es peor, también mi origen. Solo soy palabras, dibujos, signos y hechos manuscritos de alguien que no deseaba olvidar. Y de pronto, como un mal presagio, fui una amenaza, una gran amenaza para el equilibrio o consolidación del poder o, mejor  dicho, para la supremacía de un pensamiento único en el que no se respetan las opiniones o símbolos de otros. Mi único fin era no poner puertas al campo, sino enseñar a otros que se puede tener una proyección propia el tiempo siendo este el encargado de confirmar o de desmentir. Me convertí en un arma para matar.

Comprendí, entonces, porqué mi maestro me ocultó bajo sus pies, envuelto es telas y pieles, custodiado tan solo por la esperanza y por la ignorancia. No me siento culpable de su muerte, ni de la salvaje experiencia que mis hojas no vieron pero sí lamento la pérdida. No dejo de ser su propio epitafio.
Apenas entiendo un poco de estrellas y plantas, de pensamiento humano y mucho de soledades.  Solo estoy lleno de palabras que el tiempo ha creído borrar pero no es este quien me llena de polvo sino la barbarie y el temor de unos pocos frente al Conocimiento y la Sabiduría, frente a todos esos que pueden aprender y ver la realidad de la historia.

Mis compañeros, los que me precedieron y los que han coexistido conmigo, los que sé que están por venir… y yo nos enfrentamos una y otra vez a lo mismo. Seguimos aquí  siendo en muchos lugares una amenaza, una forma de libertad, un peligro para quienes consideran que el Pensamiento debe ser controlado si no se ajusta al suyo.

Hoy, pasados siglos desde que fui apartado de la luz, alguien me ha quitado la venda de los ojos. Me ha tomado con cuidado en sus manos y he sentido vibrar su emoción y su alma entre mis signos. No creo que me comprenda. Tardará mucho hasta que él u otra persona sepa descifrar el sentido de cada una de mis palabras pero sí sé que, dentro de algún tiempo, su nombre y el que decidan darme a mí, formarán parte de ese cambio que proyecta una luz sobre la cerrazón. Espero que en algún presente ninguna amenaza ignara,  egoísta, ególatra y desmedida del Hombre circunde mi existencia ni la de mis congéneres, que no sea yo quien pague por los pecados que no cometí y si eso no ocurriera, haya alguien que vuelva a tomarme en sus manos y si es preciso tenga, en buena conciencia, catapultarme al destierro otra vez.





Este relato pertenece a la propuesta de Inma
sobre la quema de libros  remitida
desde su blog Molí del Canyer 
donde podéis hallar otras historias.

19 de junio de 2018

El adiós...

No quería decirle nada pero en el alma le brincaba el adiós. Le dolían hasta las lágrimas que no había derramado, el silencio que había rozado las comisuras de sus bocas en cada intento de beso, esos no dados..., y de los dados, le quemaban las caricias, tan vacuas como el humo del silencio. Qué decir del hueco de sus manos o del roce de la piel, tan espurios como el eco de la nada. De las palabras, ya no podía decir nada, pues era darles un significado del que solo podían vestirse las ausencias.

Le miró, con esos ojos llenos del vacío del mucho amor que había sentido. No dejó que se le acercara. Prefería la distancia a la indiferencia por los lamentos, a las excusas vacías de sentido, a los apócrifos sentimientos que fingía latirle más allá de sus barros, entre los huesos,; más allá de las moldeadas sonrisas, más allá de sus infinita deslealtad.... a sus reclamos ilógicos, a sus dádivas opacas... La confianza vapuleada...

Respiró hondo. Bajó los párpados como si fuera una aceptación. Era una aceptación... y una decisión: Retroceder sobre los pasos dados y ya quebrados, para resarcirlos, para borrar las huellas de lo que pudo haber sido y no fue... Y, sin más, se giró. Le dio la espalda como ley salomónica, con los diez mandamientos incumplidos, con el honor virgen y el santas pascuas cosido en la boca. Ahí quedó: lo que había dado y lo que no había recibido, lo que no había entregado y podía haber otorgado... en el culmen silente de quien no desea gastar discurso.
No hubo portazo. No hubo reproches. Solo un sepulcral silencio y, a pesar de todo ello, siguió recibiendo la misma respuesta. No merecía. No merecía gastar tiempo, gastar estrofas... No merecía vivirle.


13 de junio de 2018

Tentalión...

Había sido inevitable llegar hasta ahí. Subir aquellas escaleras y dejarse ir al son de un deseo. ¿Amor? ¡Qué va! Puro instinto carnal. Curiosidad. Miradas furtivas al principio. Muy descaradas después. Él, un enigma, aparentemente alcanzable a cualquiera. No iba a ser especial entonces si mi carne era parte de su ajuar. Me había negado a caer en la tentación que él suponía no solo ante mis ojos sino en mi pensamiento. Un reto evadirlo.

Él era pura lujuria. Presto a vivir todas las pasiones y cuánto más oscuras, mejor. Las disfrutaba. Un tipo de esos que lo tienen todo: poder, riqueza, sexo, fama…, algo de vanidad, un mucho de egocentrismo y, a pesar de todo, con un inevitable magnetismo. Vamos, el mismo demonio. Un ejemplar de aquellos cuya piel quema, y su alma tan oscura que, inevitablemente, caes en sus redes. Pero me resistí. Y lo logré durante mucho tiempo. Negué sus mensajes, sus flores, sus invitaciones a cenar o a salir… pero no cejó en su empeñó. Pacientemente, le fui dejando hacer, que se acercara, que se venciera entero…, cebándolo como a un cerdo para el día de san Martín. Accedí a su invitación por fin. Iba a por todas aunque eso significara ir al mismísimo infierno, arrancarle los cuernos al diablo y traerlos como recuerdo. 

Estaba convencida de no andar en su memoria más activa pero yo no tenía duda alguna de quién era. Ni tampoco dudaba que ya no se olvidaría de mí. Durante todo ese tiempo le había estado estudiando y había esperado mucho hasta hallar en momento justo... porque yo no soy de olvidar, ni de rendirme, ni de dejar cabos sueltos.
No sé si fue el polvo de su vida. Me da igual. Tampoco lo pretendía. A esas alturas no era mi propósito.



No podía haber mejor escenario que su dormitorio-biblioteca: Un templo para la lujuria. Su territorio, donde dominaba y controlaba la situación. En silencio más absoluto que la respiración podía darnos, las sombras y los claros que llegaban de la noche desde el otro lado de la ventana, con aroma a sexo y a incienso, a piel descarnada, a sudor... y a entrañas. A libros viejos. A libros nuevos. Desnudos.
No había mejores armas para ganarle la batalla que utilizar las mismas que él, incluso más depuradas. 
Me situé tras él. Una mano agarrándole la garganta, obligándole a mantener la cabeza ligeramente alta, presionando suavemente pero con determinación. Con la otra, una sonora y contundente nalgada antes de cogerlo del pelo y obligarle a mirar en el espejo donde nos reflejábamos. Sonreía con ironía pero la última sonrisa iba a ser la mía.

Pasé mi lengua por su mejilla. Después lo arrojé sobre el lecho, dejándolo de espaldas sobre el colchón, sentándome a horcajadas sobre satán. Volví a pasear la lengua por el cuello hasta cubrirle la boca. echándole la melena sobre el rostro, sensualmente. Así, saqué de debajo de la almohada el "juguete" que con tanto disimulo y coquetería había colocado. Le esposé a los barrotes de la cama. Sonrió divertido. Pero yo guardaba más sorpresas. Me puse en pie y caminé hasta el butacón donde tenía mi bolso. Cogí lo que quería y me giré con cuidado, escondiendo el objeto a mi espalda, sin dejar de mirarle, mostrándole una sonrisa perversa. Retrocedí sobre mis pasos. Como una gata, repté sobre las sábanas... Y se lo mostré, y su sonrisa se desencajó. La mía brotó como flor en primavera.

— Hagámoslo; ya no hay marcha atrás…                

                

*Tentalión: Acrónimo de Tentación y Talión.

                                     
Este relato pertenece a la propuesta Tentación
motivada por Gin desde su blog Variétés” para su Paraíso de Letras
donde podéis ver más textos cliclando en la imagen inferior:

7 de junio de 2018

A tinta batiente...

No puedo alzarme del suelo a limpio batir de palabras. Te entrego, pues, la tinta que amaso en mis ritos solitarios, con tu verbo transparente. Sostén la lluvia enjaulada en mis manos de viento, acúname... en tu boca gimiente y en el pálpito silente de tu alma abierta. 

Déjame ser, en ti, el silencio que crepita dibujando tus ansias. El aleteo vertical de tus sonrisas horizontales. El clamor de tu piel al derribarte en la paz germinada de cada beso. El fuego que araña tus entrañas y se embebe de la pasión de mis hiedras. 

Sé la conjugación de mis dedos sobre las hebras de los tuyos. El hilo conductor de tus pensamientos en mi pensar. El sentir embravecido de tu sentir... y el aliento que gima en tu boca cuando tu ser sea mi ser. 


Resurreción
Eduard Veith
(1856-1925)

Este texto pertenece a la propuesta de Pepe  para su blog 
y que ha titulado 
El Cuadro

1 de junio de 2018

Espinas de abril...



Me queda un abril mortuorio 
y triste fermento de espinas, 
de versos garabateados en el libro del tiempo... 
de esos que penden al Viento acariciando sin resquemor. 

 Me duele una esquina, 
una costura, 
una ilusión de pretéritos abrazos, 
una cuerda floja de sentimientos. 

Me quiebra un silencio, 
un hálito… 
ese suspiro segado de la rama de un olivo, 
ese destino a tiempo consentido,
a momento rezado…