En el telar de mi ser, entrelazo las letras que brotan de mi alma, tejidos de sentimientos y emociones que danzan sobre este lienzo negro que mi pluma transfigura. Anhelo que cada palabra, cada trazo, trascienda y se convierta en eco en tu ser para fundirte en el velo mágico de mi memoria. Que mis versos sean puentes que nos unan en un abrazo sólido, y que mi tinta sea un testigo del vínculo que florezca entre tú y yo. En cada línea trazada, en cada verso susurrado, te escribo con el alma para que en el tapiz de nuestras historias encuentres el eco vibrante de mi ser y la esencia de este nuestro encuentro. Que mis letras sean hilos de un lazo indisoluble entre tú y yo, donde el tiempo se detenga y la eternidad se haga presente. En cada palabra entrelazada, en cada estrofa compartida, tejamos juntos la trama de un sentimiento duradero, donde nuestras almas se encuentren en todos los rincones de esta bella historia.

27 de octubre de 2016

La Puerta Azul...


Pica en la imagen para entrar...



Este jueves, Pedro Pablo
nos remite a llamar a una puerta.
La mía no podía ser de otro color que no fuera el azul, 
como la Puerta de Isthar.

24 de octubre de 2016

Azul...

Robo los silencios a tus taludes,
atajos abiertos sobre tálamos de espuma.
De tus besos tomo el aire de las arenas,
conjuras de un dios en novilunio.
El Verbo en mi boca.

Arrullos de bejucos,
tus manos, tus dedos,
tus brazos, tus piernas y tus pies…
Hiedras que me atrapan.
Venablos se vuelven, clavándose.

Susurros apaisados
los azules de tu descaro.
Alborada crepuscular
los vientos de tu sal.
Terciopelo cerúleo
el roce de tus Siempre.

Cónclave de mil demonios.
Huestes que derriban mis flancos.
El bordón entre tus caderas.
La Lujuria en mis cautelas.
El Deseo en las venas.

Luzbeles blasfemos
se invocan desde tu boca.
Exorcismos ignotos en mi lengua.
Impudicia en los asaltos.
Inspiración divina tu Infierno.

Ahí mi Condena,
en el azur de tus fuegos.
Ahí la Impronta de nuestro Pecado.




Esta semana, desde las Palabras de Sindel,


21 de octubre de 2016

Versos silentes de Viento...


Suena ese silencio inerte de las moradas solitarias,
de las noches de reposada bruma
con el rumor oscuro de abismales aguas salíferas
en reptante levitar.

Mientras,
de mis dedos baldíos nacen caricias,
pájaros errantes de espuma,
de cada ola del mar sangradas
que expían mi alma como sahúma.

De mi boca vuelan versos callados,
rebenques de heridas sin cicatrices,
y de mis ojos penden rosarios de cristal
que mis manos recogen como racimos de pedral.

De mis entrañas, talladas como diamantes,
prorrumpe el fuego que,
como lava candente,
ha empedrado en mis pies
los pasos robados en los yermos arenales.

Mientras,
sigilosa, alada en ébano plumaje,
observo los ecos silentes que hienden el Viento
como las sombras borran los nombres
sobre las tumbas de los no dormidos.




14 de octubre de 2016

Felicidad...

¿Qué es la felicidad?
¿Es lo mismo que la buena fe? ¿Lo mismo que la fe? ¿Qué la esperanza? ¿El amor? ¿El bien sumo?
Pretendemos ponerle rostro, nombre y apellidos..., un color, un olor...
La felicidad es un término indeterminado, relativo y personal.


La felicidad es ver la vida de forma especial, de maravillarse y sorprenderse, quedarse con la esencia íntima de cada momento para hacerlo único e irrepetible. Momentos que se van sucediendo en el tiempo, recuerdos gratos que se van idealizando conforme este pasa porque nos gusta recrearnos y volver a vivirlos de manera perdurable. Momentos llenos de satisfacción y plenitud.


A veces la felicidad...

es un puñado de flores que te colman las manos
o te inundan los ojos.
Es un rayo de luna en la noche más oscura
o mil aleteos de mariposas azules o de un centenar de colores...
El rumor de un riachuelo sin saber dónde nace.

Es algo que se comparte o que se reparte...
La semilla de un suspiro...
A veces, la felicidad es un camino de pavés fielmente puzzleado...
Otras, un saco lleno de hormigas rojas que,
por más que nos rasquemos, pican y pican y pican...
porque muerden, muerden...
Un empeño del alma aún a riesgo de quedarte en bancarrota.


Podría escribir de cualquier otro momento de felicidad pero te dedico este, porque felicidad es esperarte con los brazos abiertos, sin saber si vas a llegar; escribirte aunque no sea lo más hermoso del mundo, sentirte en mi tiempo como parte tuya y del tuyo, en ver el movimiento de tus pupilas o el gesto de tu boca al sonreír... y escuchar, en silencio, el sonido de tus palabras bajo las yemas de tus dedos.
Si, este es un momento de felicidad de esos que brotan para ser gritados...


Todo esto es felicidad y más hallarás si picas en la puerta de 
 Divagaciones Nocturnas de Diva de Noche.


12 de octubre de 2016

Rosas de Viento y Pecado...




Estigmas dejan las espinas que cercan mi pensamiento,
velos etéreos de penas y pesares,
de ausencias y desmanes,
de verbos tatuados en delirios.
Trescientas rosas de pasiones rotas y anegadas.
Estalactitas de sangre en la juntura de mis ojos
enjuagando el cáliz de lo inexistente.

Laberinto de pasiones
las reliquias de mis besos,
las lujurias de mis deseos,
los lamentos de mi alma...
la perversión de mi carne.

Se derraman los rosarios en letanías,
ecos de plegarías derramadas en vano 
sobre la piel de tu gracia,
sobre la deidad de las quimeras.
Actos impuros hostigados en vaivenes
de ósculos, de acezos y soflamas
que aderezan esta condena
de mi carne entregada,
 crucificada en tus vicios
sobre las aguas de tu deseos.

Perfume redentor,
estas extrañas rosas
que copulan Viento y Pecado.


Más rosas esta semana en 
41 de 52

9 de octubre de 2016

La Sangre y tu Voz


El infinito desnuda tu calma‬ de fósforo encendido‬,
y destila,
en el silencio de tus venas,
extrañas caricias de hiedra‬
que se rompen contra las aristas de cristal de tu piel.

Y tu voz,
tibia como gotas de mi sangre
batiendo contra el mar‬ febril de tus entrañas.
Y mi voz.…
afilada como un arrecife‬ de Luz
en un mar de nácar.

Renaceré en cada uno de tus golpes‬.
En cada cicatriz de mi Alma
se esconde mi verdadero nombre,
el que me dio tu Viento.

Solo una palabra cubierta de estrellas.‬

© Deux Corbeaux y ɱağ



1-octubre-2016

5 de octubre de 2016

law sha'a Allâh...

Ojalá...


El fuego de la arena que envolvía mis hinchados pies ya ni escaldaba, y el sol parecía querer arrancar mi piel a pesar del velo que apenas dejaba mis ojos a la vista. Me pesaba hasta el alma que se evaporaba a través de mi sudor.
Estaba muerta de sed. Tenía poca agua. Contaba con uno de los pozos y  me lo había encontrado seco. Obligada a racionar, ni una piedrecita del camino bajo mi lengua me hizo salivar más.


Caía ya el sol y el viento me acercaba un olor nada grato y supe que tampoco era bueno. Saqué de mi morral uno de mis ungüentos y me puse un poco en la nariz para aplacar ligeramente el hedor. Aunque me tintó de rojo, el almizcle al menos lo adormeció.
Conforme me acercaba al poblado de adobe, el tufo era casi insoportable y se acompañaba de llantos, lamentos y quejidos, incluso gritos que llegaron a sobrecogerme envueltos en alabanzas y rezos…

No había ni un alma en las calles. Cuatro perros  arguellados  se cruzaron a mi paso y el olor nauseabundo me descomponía. Era como si una densa bruma estuviera cubriéndolo todo… Y no me era desconocida.

Debía buscar algún lugar donde pasar la noche. Llevaba ya tres durmiendo al raso. Deseaba asearme un poco, comer algo decente y descansar bien, sin tener que estar vigilante. Pero no me gustó lo que vi. Tampoco me gustó lo que me dijo la posadera. Partí de nuevo al desierto. Hice cuatro fuegos y me quedé en el medio. Sé que con lo que le había puesto me duraría toda la noche. No eran grandes fuegos pero si suficientes para alejar alimañas.
Herví el agua, preparé unas hierbas y comí algo: Un poco de pan con vino y azúcar.

En medio de la noche, me despertó un ruido tosco. Tomé el cuchillo que había dejado a mano y permanecí quieta, atenta… Un camello no llegaría solo. Los pasos me volvieron a poner en alerta.
Por encima de las llamas y en la oscuridad no veía nada.
Se detuvo unos metros antes de la lumbre.

- As-sallaomou 3alikoum... Vengo en paz… Mi nombre es Tarik Ibn Musa. ¿Puedo acercarme? Vengo del pueblo. Traigo comida y algo de abrigo. La noche es fría.

Le dejé acercarse sin reducir mi alerta. Le invité a sentarse. Rechacé el agua y le ofrecí un té. Se produjo un largo silencio en el que nos observamos a la luz de las llamas. Su rostro me impresionó pero no hice preguntas. El oro del desierto se reflejaba en sus pupilas. Me interesé por lo que sucedía en su pueblo del mismo modo que él se había interesado por mi presencia.

- Hay que separar a los enfermos de los que todavía están sanos y estar pendientes de estos por si empiezan a presentar síntomas.
- Parece que sabes de qué hablas… 
- Ojalá no lo supiera pero… así es. Sé muy bien de qué hablo y si no se hace algo, morirá todo el mundo. ¿Tú estás enfermo?
- No. Estoy sano... Al-Hamdou li-llâh... He estado hirviendo el agua. Tengo algunas hierbas y eso me ha ayudado pero se me han acabado. Ahora ya no sé qué he de hacer. Además, no todo el mundo me deja ayudarle –se lamentó-. Creen que es un designio de Dios. –Asentí.
- No tengo hierbas ni ungüentos aquí para esto… Necesito unas flores. Crecen en el desierto, al abrigo de las rocas esparcidas,  y aquí no he visto rocas.
- ¿Cómo son esas flores?
- Como azuladas. Adoran a la luna, pues se abren de noche, y crecen donde el viento se detiene.
- Sé dónde están. ¿Para qué sirven?
- Bajan la fiebre, arreglan el estómago, y calman los vómitos. Combinadas con otras hierbas hace... ¡Tenemos que encontrar esas flores y hallar raíces dulces! ¿Conoces las hierbas?
- Iaw sha'a Allâh! No tanto como creo que las conoces tú pero sí sé llevarte hasta ellas. Saldremos al amanecer. Pasaré la noche aquí contigo. Descansa. Tenemos un largo camino. Yo haré guardia.
-  Con el fuego estamos a salvo. Antes de partir hay que regresar al pueblo y decir a tu gente lo que te he comentado. Hay que enterrar a los muertos sin demora.
- Eso va a ser complicado.
- Si no es por las buenas… Será por las malas… -concluí.

En medio de la noche, cuando la luna se hallaba perfilada en su más pequeño cuarto creciente, desperté. No vi a Tarik al otro lado del fuego. Observé el silencio. Me incorporé un poco. Entre el fuego bajo vi al gran pájaro negro, quieto, parado, inmóvil, erguido…, elegante, sobrio…  el que habitaba en mis sueños. Se movió sutilmente, mirándome, y vi la luna en su pecho antes de regresar a su posición. Y comprendí por qué había llegado hasta ese lugar. 
Antes del amanecer, Tarik me despertó y volvimos al pueblo. Su gente guardó silencio. Le escuchó como si escuchara la voz de su dios... y todos obedecieron.


Al anochecer siguiente observamos el desierto azul, ahí donde el viento guardaba mudez y el cielo se llenó de infinitas estrellas... 


Esta semana rompo todas las reglas existentes: Me paso de palabras y uno la  que propone Sindel con el relato para el jueves que plantea Juan Carlos.

La suerte está echada.
Ojalá los dioses me sean afines,
la luna ilumine sus caminos
y el destino cumpla su palabra…


***   ***   ***
(*)  As-sallaomou 3alikoum -Saludo de llegada.
(**) Iaw sha'a Allâh -  Si Dios quisiera (no  "Si Dios quiere").
(***) Al-Hamdou li-llâh - Gracias a Dios.


3 de octubre de 2016

Veneno Sacro...

Pecado ensalzado son las mieles de este Averno en llamas
que afloran entre tus muros y mis hiedras.
Se derrama de tu copa la ebria esencia de mi Templo
ante el que blasfemas postrado,
ávido de ansias y celo.
Y revierte en ti mi veneno,
loado en los caldos de tu abismo,
fuego que escupo con el salmo de tu fiebre nívea,
bendecido en la savia eterna de tu muerte.

30-septiembre-2016

1 de octubre de 2016

Brillo ébano bajo los párpados de tus ojos 
y níveo el Viento que aclama la luz de los que aúllan estigmas hieráticos, 
de aquellos que oran orgías de Verbos en la ignota noche de los tiempos 
proclamando la sangre de tu pecho. 

Y no te llamen Muerte 
cuando el último suspiro dibuje tu nombre en su boca, 
ni te hipen Noche 
cuando los cristales dolientes de sus lágrimas 
vean la mácula que como hiedra se abre sobre tu piel; 
ni te llamen Dios 
al ver las hebras de fuego de tus cabellos ondeando enmudecidas 
ante sus lamentos cuando el humo negro, irremediablemente, se los lleve
aunque revelen crucifijos y exuden agua bendita.