Él, un
ángel... Ella, la luna vestida de mujer.
Ambos
coincidieron un día, así como por casualidad, en la extensa planicie que es el
cielo... Esta vez ni todas las estrellas ni todas las lunas llenas podían
irradiar tanta luz como la que produjo sus miradas en aquel encuentro casual...
Él lucía máscara en sus ojos. Ella... se perdía en el agua... Ella pareció
enamorarse de su silencio escondido. Lo observó durante unos segundos, segundos
que le fueron suficientes para comprobar que podría estar con él por siempre.
Le regaló una rosa... Un rosa y un trocito de canción. Él le correspondió con
una sonrisa.
Él le
dijo que tenía una estrella. Ella le
dijo que era la luna pero no la creyó. El veía un ángel... un ángel de alas
despuntadas, con un extraño nombre escrito en ellas... Quizá tuviera razón él,
ella pero no se lo iba a decir ahora. Debía aguardar.
-
¿Cuál es tu nombre? - preguntó él desde su estrella.
-
Qamar(1) me dicen. ¿El tuyo?
-
Fantasma me llaman. Eres un ángel- afirmó.
- No.
Soy Luna que hoy se viste de mujer. ¿Esta es tu estrella?
- Sí.
Es la qué más brilla y saltaré de ella cuando me lo pidas.
- ¿Por
qué? Es bonita... Y, es cierto, brilla mucho. Tiene una luz especial, muy
blanca, resplandeciente... pero no hace daño a mis ojos.
-
Porque tú eres especial y ves lo que en realidad es.
Qamar
ciertamente se quedó perpleja. Cada palabra de Fantasma, extraño nombre para un
ángel, parecía como una caricia en el viento: suave, tierna..., delicada...
- No
es Fantasma nombre para un ángel. ¿No crees? ¿Acaso huyes de algo?
- Huyo
de la mentira, de la deslealtad, de la cobardía... Por eso me escondo en mi
estrella. ¿Y por qué? ¿No te gusta mi nombre?
- No
lo mereces. No es un nombre para un ángel.
- ¿Y
entonces cómo debería llamarme?
- ¿Por
qué? Es de dónde vienes, sólo que es más una forma de llamarlo... Ambos venimos
de él... y es tan tuyo como mío.
Fantasma
la miró confundido. Cruzó sus manos sobre el pecho, desentumeció sus alas...
Respiró profundamente y observó los ojos de Qamar. Eran extremadamente
brillantes y se reflejaba en ellos como la silueta de una luna. Le inquietaban
pero no podía dejar de mirarlos. Su vestido, pese a la ausencia de viento,
parecía moverse ligeramente. No era
blanco... pero... sí del color de la luna... un blanco plata...
Qamar
se dio cuenta de la tristeza de las alas de Fantasma. Eran preciosas pero les
faltaba vida.
-
Samai es una forma que tengo de llamar a ese en el que tu estrella se sostiene:
Mi cielo. Él sonrió y de un salto bajó de la estrella, colocándose a la orilla
del agua.
-
Serás Samai. Ese es tu verdadero nombre - confirmó ella. Él nada objetó.
Simplemente, no dijo nada. - Déjame ver tus alas, Samai. Son tan bonitas.
- Las
tuyas sí que lo son.
- Yo
puedo verlas. Sólo alguien como nosotros puede ver las alas de los ángeles.
El
abrió las suyas: inmensamente blancas, grandes... Dibujaron un haz de luz tan
similar a la luz de Qamar. Hasta ella misma se sorprendió. Y se emocionó.
Fantasma... Samai... nunca había visto unas lágrimas así... Eran como pequeñas
gotas de rocío... Se acercó y con la suavidad de su dedo, la aparto de la
mejilla.
- No
debes llorar, Qamar. Yo no dejaré jamás que llores.
- No
es de tristeza, Samai. Es de algo muy especial.
-
Siempre te observan pero nunca te vi así. Nunca imaginé que pudieras ser como
eres -dijo y llevo aquella lágrima a sus labios. Sintió un escalofrío tal, tal
corriente de energía por todo su cuerpo, que sus alas, de pronto, parecieron
recobrar toda la vida que habían perdido por algo. - Hoy te voy a regalar algo.
- Tú,
sin conocerme, me regalaste vida, alegría... Yo te regalaré sueños, sueños para
compartir... Sueños para realizar...
La
miró a los ojos. Ella permaneció inmóvil pero pudo sentir el calor de su alma.
Un alma limpia, pura... sencilla... Cómo la de él. No se tocaron pero
percibieron el suave roce de un beso.
El
llevó despacio su brazo, como dibujando un abanico en el aire, y dirigió la
mano abierta hacia el suelo... Allí donde se señalaba había un charquito de
rocío. De él nacieron estrellas... De cada estrella, una flor... Cientos de
rosas azules.
- Son
para ti.... Mi Qamar.
Ella
no supo que decir. Y por primera vez, quizá, la cubrió la sombra de sus alas.
Las vio dibujadas sobre la silueta de Samai, sobre el suelo que pisaban... Le
ofreció sus manos. Él las tomo.
Juntos
comenzaron a volar en la eternidad del tiempo.
En la
falda del vestido de Qamar se posaron las miles de rosas azules que Samai había
hecho nacer para ella. Era como un vestido de novia, hecho de luz de luna y
rosas nacidas del rocío. Él era un ángel que había recobrado sus poderes, el
brillo de sus alas, la ternura de su alma. Juntos... Juntos eran dos seres que
empezaban a soñar, lejos de todos, lejos del mundo de mujeres y hombres...
Nadie los iba a comprender... Muchos envidiarían ese amor... Otros dirán que es
un amor a seguir... Ellos eran especiales porque, aparte de sus alas, de su
luna y de su estrella, algo más les unía a pesar de que la vida les separaba.
(1) Qamar es la luna en árabe como concepto general ya que cada fase tiene su
propio nombre.
(2) Samai no es en sí una palabra que
se utilice mucho en árabe. Sama es cielo. Yo lo uso como palabra cariñosa para
decir “mi cielo”, como “mi vida” que sería “hayati" o “rohi”. Es añadir una i a
un sustantivo para hacerlo posesivo a modo cariñoso.
Preciosa historia
ResponderEliminarmira que me pones moñas ehhh
:P
Un beso grande y mis mejores deseos para ti siempre
muuaksss
Que bonito!!
ResponderEliminarFeliz navidad, preciosa.
Bs
Precioso, me encanta, una historia de ficción tan real como la vida misma...
ResponderEliminarMil besos princesa
Hoy, no te puedo leer, pero quiero dejarte en éste día, mis buenos deseos que pases una Feliz Nochebuena, y Navidad.
ResponderEliminarPorque el mundo bloguero es como una familia unida en la que estamos enlazados entre letras y amistad, por eso mismo, no puedo dejar de desearte unas felices navidades llenas de amor, paz y felicidad y que el nuevo año venga lleno de nuevos proyectos y deseos cumplidos.
Un beso.
Gracias a todos y a todas. Me apetecía aportar un poco de fantasía por las fechas que son. Aunque hace tiempo que lo escribí, hay cosas que nunca pasan de moda.
ResponderEliminarBesos para todos. Sed felices y no olvidéis vivir la vida.
Hola Magdalia me ha gustado mucho este relato, una bonita fantasía
ResponderEliminarque he leído con gran placer. La luna y un ángel, me ha encantado.
Un saludo cordial.
Benjamín.
Y serás luna, polvo de estrellas en la caricia de una estela, en el reflejo argentino de un beso.
ResponderEliminarY ella le sonrió. Como solo la luna sabe, ... con destellos de plata y brillos de mañana. Y es que la luna se queda siempre mirando el alba por si al sol se le olvidase iluminar.
Felices días Samai de otro ángel viajero...
Mag, al fin y al cabo, todo el universo está compuesto de polvo de estrellas...
ResponderEliminar