En el telar de mi ser, entrelazo las letras que brotan de mi alma, tejidos de sentimientos y emociones que danzan sobre este lienzo negro que mi pluma transfigura. Anhelo que cada palabra, cada trazo, trascienda y se convierta en eco en tu ser para fundirte en el velo mágico de mi memoria. Que mis versos sean puentes que nos unan en un abrazo sólido, y que mi tinta sea un testigo del vínculo que florezca entre tú y yo. En cada línea trazada, en cada verso susurrado, te escribo con el alma para que en el tapiz de nuestras historias encuentres el eco vibrante de mi ser y la esencia de este nuestro encuentro. Que mis letras sean hilos de un lazo indisoluble entre tú y yo, donde el tiempo se detenga y la eternidad se haga presente. En cada palabra entrelazada, en cada estrofa compartida, tejamos juntos la trama de un sentimiento duradero, donde nuestras almas se encuentren en todos los rincones de esta bella historia.

28 de julio de 2016

El balcón...


Mil veces he pasado ante la palaciega fachada de la casa de los Bolea. Familia de gran arraigo y, antaño, familia de abolengo. Escudo sobre la puerta de entrada, historia a su espalda y antiguo archivo municipal. Hoy en día, una casa más que se cae a trozos por desidia o por lo que sea. A su norte miles de metros que en su día fueron un jardín botánico y podría decirse que un gran parque zoológico, pues ya hace siglos había leones, tigres... y animales que para la gente de esta ciudad eran todo un espectáculo, algo realmente curioso.


Me imaginaba a doña Matilde, señora de Armando Bolea, hijo de Armando Bolea, nieto de Armando Bolea y bisnieto años ha de varios don Armando Bolea, apostada tras los cristales en las tibias tardes de otoño tejiendo sus bolillos o punteando en sus bordados de hilo mientras los niños pasaban bajo el balcón con sus ruedas de metal como parte de sus carreras y juegos, en las mañanas de primavera cuando con delicadeza limpiaba las hojas muertas de las petunias o geranios que colgaban; o esos fríos días de invierno cuando apuraba las pocas horas de sol... Y era en verano cuando el balcón se quedaba vacío, triste y solitario...

Y aquella vida migró como migra el tiempo, como los cristales se rompen por las pedradas de algún gamberro, como esas plantas verdes, hierbajos, crecen ahí donde estaban las petunias y geranios de doña Matilde..., como la madera se va pudriendo, como la forja que adorna el balcón va perdiendo lustre.



Desde su “Lugar de Encuentro, María José, 
nos invita a divagar en torno a este viejo balcón acristalado. 
Podéis mirar desde él o hacia él…

15 comentarios:

  1. Me ha encantado ese sabor decadente que se desprende del texto junto al poder evocadorque nos brindan lis recuerdos que forman parte de la historia de un lugar.
    Me encantó.
    Un beso

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  2. Cuantas vidas detrás de lo abandonado, fueron vidas que ahora nadie las entendería. Un abrazo

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  3. Me parece el inicio de una gran novela. Me he imaginado a los Bolea y lo que representaron, todo a través de tus palabras y de esa imagen que tan bien te ha inspirado. Gracias por participar. Un beso

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  4. Tristeza de olvidos..de ver escenas bellas convertidas en maleza bajo sus pies..Escribes de una manera tan eficaz que se escuchan las risas de los niños bajo la ventana..gracias por dejarnos alas para volar a otras epocas...besoss

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  5. Interesante muestra de imaginación, de reconstrucción histórica, costumbrista.
    Bien escrito.
    Besos.

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  6. Me he ido imaginando a toda esa familia.

    Hoy es bien distinta tu entrada.

    Un besazo.

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  7. Un retrato de la vida misma, una familia como tantas por más abolengo que tuviera.

    Beso dulce Magda.

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  8. Es que el paso de los años nos deja huella tanto en el alma y en la memoria como también en los lugares en que hemos vivido. Es triste reencontrarse con esas casas ayer vitales y hoy, en cambio, totalmente vacías.
    Un abrazo

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  9. ¡Ay que lindo ver pasar la vida de doña Matilde, la imagino con sus gafas a mitad e la nariz, escucho el chocar de los palos del bolillo.... Y todo tras ese balcón señorial.
    Besos

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  10. Dejamos tras de sí todo lo material que formó parte de nosotros mirando a través del balcón ya sea desde dentro o ya sea desde fuera.
    Una historia contada con tu maestría, Mag.

    Mil besitos, preciosa.

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  11. Me parece un excelente principio para una novela, me deja con ganas de saber más de doña Matilde y de la familia Bolea. Lo has descrito muy bien.
    Un beso

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  12. Las casas viven su bajo el pulso de su dueña, como suele pasar en algunas familias, cuando la cabeza ya no esta, estas se deshilachan, desparece el eje. En las casas se hace evidente cuando ya no esta quien era el alma del hogar
    Muy sentidas tus letras. beso

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  13. Gracias a todos y todas por vuestros comentarios, sobre todo por lo benévol@s que sois ante lo vacío de mi texto.
    Besos enormes y reitero mi gratitud.
    Feliz semana a tod@s.

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  14. Me ha encantado esa cronología de la decadencia. Todo esplendor acaba desapareciendo,
    Asi ha sido siempre a lo largo de la historia. Muy bien descrito por tí.
    Un fuerte abrazo.

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  15. Me ha gustado tu palacio , ahora viejo y abandonando. Precioso relato. Un abrazo

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Sueña porque soñar es vivir y vivir es sentir...