En el telar de mi ser, entrelazo las letras que brotan de mi alma, tejidos de sentimientos y emociones que danzan sobre este lienzo negro que mi pluma transfigura. Anhelo que cada palabra, cada trazo, trascienda y se convierta en eco en tu ser para fundirte en el velo mágico de mi memoria. Que mis versos sean puentes que nos unan en un abrazo sólido, y que mi tinta sea un testigo del vínculo que florezca entre tú y yo. En cada línea trazada, en cada verso susurrado, te escribo con el alma para que en el tapiz de nuestras historias encuentres el eco vibrante de mi ser y la esencia de este nuestro encuentro. Que mis letras sean hilos de un lazo indisoluble entre tú y yo, donde el tiempo se detenga y la eternidad se haga presente. En cada palabra entrelazada, en cada estrofa compartida, tejamos juntos la trama de un sentimiento duradero, donde nuestras almas se encuentren en todos los rincones de esta bella historia.
Me ha encantado ese sabor decadente que se desprende del texto junto al poder evocadorque nos brindan lis recuerdos que forman parte de la historia de un lugar.
ResponderEliminarMe encantó.
Un beso
Cuantas vidas detrás de lo abandonado, fueron vidas que ahora nadie las entendería. Un abrazo
ResponderEliminarMe parece el inicio de una gran novela. Me he imaginado a los Bolea y lo que representaron, todo a través de tus palabras y de esa imagen que tan bien te ha inspirado. Gracias por participar. Un beso
ResponderEliminarTristeza de olvidos..de ver escenas bellas convertidas en maleza bajo sus pies..Escribes de una manera tan eficaz que se escuchan las risas de los niños bajo la ventana..gracias por dejarnos alas para volar a otras epocas...besoss
ResponderEliminarInteresante muestra de imaginación, de reconstrucción histórica, costumbrista.
ResponderEliminarBien escrito.
Besos.
Me he ido imaginando a toda esa familia.
ResponderEliminarHoy es bien distinta tu entrada.
Un besazo.
Un retrato de la vida misma, una familia como tantas por más abolengo que tuviera.
ResponderEliminarBeso dulce Magda.
Es que el paso de los años nos deja huella tanto en el alma y en la memoria como también en los lugares en que hemos vivido. Es triste reencontrarse con esas casas ayer vitales y hoy, en cambio, totalmente vacías.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Ay que lindo ver pasar la vida de doña Matilde, la imagino con sus gafas a mitad e la nariz, escucho el chocar de los palos del bolillo.... Y todo tras ese balcón señorial.
ResponderEliminarBesos
Dejamos tras de sí todo lo material que formó parte de nosotros mirando a través del balcón ya sea desde dentro o ya sea desde fuera.
ResponderEliminarUna historia contada con tu maestría, Mag.
Mil besitos, preciosa.
Me parece un excelente principio para una novela, me deja con ganas de saber más de doña Matilde y de la familia Bolea. Lo has descrito muy bien.
ResponderEliminarUn beso
Las casas viven su bajo el pulso de su dueña, como suele pasar en algunas familias, cuando la cabeza ya no esta, estas se deshilachan, desparece el eje. En las casas se hace evidente cuando ya no esta quien era el alma del hogar
ResponderEliminarMuy sentidas tus letras. beso
Gracias a todos y todas por vuestros comentarios, sobre todo por lo benévol@s que sois ante lo vacío de mi texto.
ResponderEliminarBesos enormes y reitero mi gratitud.
Feliz semana a tod@s.
Me ha encantado esa cronología de la decadencia. Todo esplendor acaba desapareciendo,
ResponderEliminarAsi ha sido siempre a lo largo de la historia. Muy bien descrito por tí.
Un fuerte abrazo.
Me ha gustado tu palacio , ahora viejo y abandonando. Precioso relato. Un abrazo
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