«El instinto erótico pertenece a la naturaleza original del hombre...
Está relacionado con la más alta forma de espíritu».
Carl Gustab Jung
No había palabra más callada y claudicada que su amén regurgitando desde sus entrañas. Ni la casulla púrpura rogando su humildad y entrega podía ocultar el dolor que sentía a medio camino entre su pecho y su entrepierna, entre la dicotomía de un Pecado que podía llevarlo al infierno o a la mismísima gloria. Entre sus palabras de consagración renacía el fuego que marcaba mil cruces, mil lamentos, mil anhelos que pendían de su estola como las cuerdas que fustigaban su carne... y su alma.
Mi silencio se clavaba en sus ojos como las púas de un cilicio atravesando su piel. Mi cuerpo, divagado bajo las vestiduras de una virgen coronada de santo Pecado, farfullaba todos los más básicos instintos y las más claras intenciones que el suyo parecía renegar. No sabía que el más santo cáliz es aquel que acoge la esencia del placer, el más absoluto Pecado cometido bajo la bendición de un Cristo resucitado que provoca ese infierno por debajo del estómago. La tentación tenía el mudo testigo ahí donde la liturgia reposaba bendecida, donde el néctar del vino y en pan ácimo se adormecían de su Eucaristía y donde los santos y reliquias descansaban en sus hornacinas, cerrando los ojos al destino del hombre santo hecho carne y Pecado.
Un sacrilegio decía su inacción. Como máxima, un mea culpa entonado a colación del más alto goce al que se sentía sometido por la divinidad de una hembra que oraba a sus pies. Crucificado en cien letanías, su boca se secaba, su pecho se comprimía ante una voluntad no controlada y ante la elevación de su alma condenada por siempre a una fe que no comulgaba mientras su cuerpo se redimía envuelto en sudor, canonizado al placer de saberse hombre y subyugado a su propia anuencia al tiempo que sus demonios se encumbraban gloriosos y alababan, por fin, el fruto del Pecado venerado y ensalzado por la Hembra.
Texto perteneciente al reto propuesto por Gustad desde su blog "Adoquines mojados" donde podéis leer, si deseáis, más relatos: Una cita y que vuele la imaginación.
El pecado hecho placer o viceversa...nos has dejado un texto donde es una oración al sacrilegio de lo divino, con tintes de saber que aquello que estamos deseando esta a un alto precio de conseguirlo.
ResponderEliminarEstupendas letras para orar mientras se peca.
Un abrazo y felices sueños.
Ya sabes que aquí el Pecado tiene perdón de Dios si no, ¿cómo sería posible cometerlo? Y poner a alguien al límite también es una delicia de Pecado, sobre todo si se logra que peque.
EliminarMil gracias, Campi.
Un beso enorme.
Has rizado el rizo, el placer no es pecado, aunque pecar sea un placer. Abrazos
ResponderEliminarYa sabes que suele ser pecado todo aquello que es placenteramente prohibido., Ester.
EliminarEl sexo forma parte de la naturaleza humana así que por qué desvincularnos del origen :-9
Un beso enorme y gracias :-)
Amén... Satanás, Lucifer, Leviatán , Mefistófeles ..... ese hombre perdió la razón para siempre, está condenado a arder y fundirse en una eterna hoguera de gemidos y jadeos.... Dos mío, ten piedad ..........
ResponderEliminarY todos los santos, amén. Hay condenas que están a la altura del Pecado, Gustab.
EliminarNo siempre hay piedad.
Besos 😙
Amén, es lo máximo que puedo replicar, mi querida Mag. Podemos entonar el más claro mea culpa, pero cuando el pecado nos abraza... solo podemos morir en sus brazos. Cariño, mi admiración, siempre.
ResponderEliminarMil besitos con todo mi cariño y un abrazo apretado para ti. Felices sueños ♥
Amén lo resume todo, mi querida Auro. El Pecado de sacraliza cuando la entrega de la carne transforma parte del alma y, así, se alcanza ese nivel supremo donde no hay acto de contrición.
EliminarMuchísimas gracias por la belleza de tu comentario, mi querida Auro.
Feliz noche y te dejo mis besos y abrazos llenos de cariño.
El pecado solo es la negación de los placeres, pero estos habitan en lo más humano y a la vez en lo más divino. Un relato de gran altura.
ResponderEliminarBeso dulce Mi Estimada Magda.
La respuesta que te he dado a tu comentario en el Pecado, vendría perfecta para aquí y para tus palabras, así que me permito rescatarla en parte: «Cuando la carne se abre, se deja paso a la liberación del alma». Y nunca mejor dicho :-9
EliminarMi gratitud a tus palabras, Mi Estimado Dulce.
Besos de Pecado.
Un texto de lo más sensual. Y es que al final, negar la sexualidad humana, es como negar el sol: una tontería.
ResponderEliminarBesitos.
Así es, Noelia. Al pan pan, y al vino, vino.
EliminarMuchísimas gracias por acercarte.
Besos de Pecado.
Muy buena aportación, elegimos el mismo texto o cita. Me gustó el tuyo.
ResponderEliminarUn abrazo, y feliz día
Sí, me dí cuenta :-) :-) Y me gustó coincidir, Albada y, sin embargo, qué dos textos tan diferentes aunque el Pecado está en ambos :-)
EliminarMuchísimas gracias por ese abrazo. Feliz jornada también para ti.
Besos de Pecado.
A mí me dejas siempre sin palabras cuando te leo, Mag, eres la Reina de los relatos eróticos, y la verdad es que no se qué comentarte. Sobran mis palabras. He disfrutado leyendote. Una maravilla.
ResponderEliminarBesos enormes y que tengas un feliz día.
Huy, me azoras, María, pero mil gracias por tus palabras. Lo que me dices ya es suficiente para mí :-)
EliminarBesos de Pecado.
Ay Dios...
ResponderEliminarEl erotismo en su máximo esplendor.
Besos.
Y sin chiste :-9
EliminarMil gracias, Toro, una vez más por venir hasta aquí.
Besos de Pecado.
Un ofertorio donde solo me queda guardar silencio y disfrutar de tu relato.
ResponderEliminarEn cada detalle y cada palabra asciendes alto Mag
Siempre es un placer leerte.
Besitos enormes con todo mi cariño y muy feliz día preciosa
Me has dejado sin aliento. ¡Qué magnífico texto que he leído dos veces para disfrutarlo más! en la que el placer y el pecado se unen de una manera tan poderosa como dolorosa. Besos.
ResponderEliminarHay pecados que merecen la culpa Mag. Hermoso escrito, como siempre nos trasportas al recorrido de la piel y los sentidos. Una alegria inmensa volver a rozar tus letras Maga
ResponderEliminarSucumbió a la fuerza de la vida “canonizado al placer de saberse hombre”, placer igualmente santo y divino. Nos describes de maravilla todo el tortuoso mundo por el que pasa su mente, su obsesión, su miedo al pecado; tanto que es una liberación para el lector verlo libre. El sexo no puede reprimirse, es como el agua que escapa de un puño.
ResponderEliminarTiene mucha fuerza tu relato.
Un abrazo :)
¡Cómo me gusta tu comentario, Volarela! —acabo de darme cuenta que siempre he dicho Voladera .-)
ResponderEliminarComo dices, el culmen del sexo es esa liberación porque en lo más profundo del ser humano existe la divinidad y en pleno éxtasis es cuando se alcanza.
Realmente, nuestro hombre tiene un gran dilema pero mientras piensa, se lamenta y reza, se deja hacer. Le puede el lado más carnal de su alma.
Mil gracias y disfruta del finde.
Un beso.