Solo
aquellos que conseguían una buena reputación y se instalaban en un sitio,
tenían el poste que acreditaba su profesionalidad. Hoy, un mero objeto decorativo,
y la vieja barbería del barrio, donde el poste de barbero rojiblanco gira infinitamente,
se ha convertido en un punto de referencia para un lugar casi de culto.
Los
carteles hechos a mano indicando el precio del corte de pelo o del repaso de la
barba han dejado paso a nuevos servicios. Dentro, las fotografías del abuelo,
del bisabuelo… y las suyas propias… Ahí todos han cortado pelos y bigotes; y los
viejos instrumentos situados ahora en el mostrador como si aquello fuera un
museo.
Ahora, el
pequeño Angelito, a su cercana edad de jubilarse se da cuenta de que el negocio
resurge con esta nueva moda de las barbas hipster. Es un auténtico profesional
y esta es su especialidad. El boca-oído había
funcionado de maravilla y no le faltan citas. Él que nunca había usado el
lápiz y el papel más allá que para anotar algún teléfono, algún fiado o para
terminar de cuadrar las cuentas a final de semana…, se ha tenido que
comprar una agenda tamaño gigante y una máquina registradora que se adaptase a
la vintage de su abuelo, porque ahora se decía así: Vintage.
Quién le
iba a decir a D. Ángel que su máquina seria tuneada para dejar de marcar perras
gordas y marcas euros y céntimos, otros céntimos
Su
barbería sale en las revistas por su encanto, por su decoración y Angelito se
ha hecho personaje del mes: “maestro barbero” le llaman. Lo es. Sus manos se mueven en el aire mejor de lo que
lo hiciera Eduardo Manostijeras.
Y de eso se
habla en la peluquería barbería. Ya no tiene tiempo de esas charlas con
Carmelo, Gómez y Cruces sobre sus batallitas en la mili, de cuando el corte de
pelo valía una peseta y luego empezó a costar cinco euros o de los goles de Di
Stefano, pero no pasa un día en que los cuatro, antes de abrir se tomen un
café. Ahora ya sin coñac.
Gómez ya
no pasa la escoba porque no forma parte del personal. Carmelo no le ayuda a
limpiar los utensilios por lo mismo. Ahora la barbería huele a otra cosa y el
sonido del teléfono parece la banda sonora. Cruces ya no lo coge, y
jamás había habido una mujer en aquel local. Ahora, los jóvenes van con prisa, creen
saber lo que quieren pero Angelito sabe lo que mejor les va y sigue tomando su
tiempo. Si algo ahí no ha pasado a pesar del tiempo, es eso, el tiempo.
Se sigue
hablando del fútbol, de Messi y de Ronaldo, menos de toros y más
de política, se deja más propina, y hay café para todos. Ya no vienen niños a cortarse el pelo y una
mujer , sobradamente preparada, está lista para tomar las riendas. Clarita parece la reina y se
maneja entre hombres como una domadora entre leones. Es la pequeña de las nietas
de Angelito y el aire nuevo que entra por la ventana. Un negocio de hombres en
manos de una mujer. Y un novio "greñudo" que lleva un moño y una barba como la de Moisés, le acompañará en él. Quién se lo hubiera dicho a D. Ángel cuando en los años 30
decidiera abrir "Peluquería y Barbería Ángel".
Para este jueves, Alfredo, a través de su blog “La Plaza del Diamante", nos propone cotillear un poco en
la peluquería o en la barbería…donde se nos va el tiempo sin darnos cuenta.
Las antiguas barberías tenían mucho encanto, ahora como bien dices se han convertido todos sus artilugios en objetos de museo. Ojalá que con la moda hipster resuciten,
ResponderEliminarEn casi todas las peluquerías cortan el pelo a mujeres y hombres, casi ninguno de ellos acude a afeitarse a la barbería por eso tienden a desaparecer o a especializarse, algunas son monumentos al pasado. Un abrazo
ResponderEliminarAhora ya las peluquerías son unisex, lo mismo da hombre o mujer, y como bien dices, la gente va con prisas, ya no es como antes, y es que los tiempos han cambiado demasiado.
ResponderEliminarUn besazo.
Hay tradiciones que se resisten a morir ante un mundo moderno que de moderno tiene poco porque todo vuelve a reciclarse. Como siempre lo relatas muy bien que se ven los personajes tan cotidianos.
ResponderEliminarBeso dulce.
Ciertamente que no para todos pasa..Mi esposo se niega a que le corte el pelo una mujer y tampoco le gustan los peluqueros gay...a pesar que le digo que ellos son los que mejor mano tienen..pero que va...el quiere barbería y lo malo es que ya casi no quedan..y cuando una consigue una al poco tiempo ya no está mas por x o por y...pero debe ser un lujo conocer una barbería como la que has descrito donde la historia parece detenida en el tiempo...besoss
ResponderEliminarA pesar de ser muy tradicional y en este caso amante de esas "barberías" (crecí en frente de una así), últimamente entro a las modernas peluquerías unisex... quizá por vaguería.
ResponderEliminarEncantador relato... me hace trasportar a una bonita época.
A tus PIES
Es alguien con la astucia de adaptarse a un tiempo en que se recicla el pasado, llamandolo vintage. Hay mérito en esa capacidad de adaptarse.
ResponderEliminarBesos.
Son las raíces, la base de la peluquería en sí, pero creo es cosa de adaptación. Por estos lados, en las barberías hay mujeres cortando y afeitando. Sin embargo hay personas aferradas a nuestros antepasados y les cuesta sucumbir a otros cambios, a las nuevas tendencias y técnicas.
ResponderEliminarUn beso
Todo vuelve, nunca se sabe, lo que parece antiguo, a lo mejor no lo es tanto si se sabe adaptar a los nuevos tiempos, como lo hizo Angelito.
ResponderEliminarUn abrazo
Estoy de acuerdo, las peluquerías, no son lo que eran. Antes, esos locales donde uno salía "de punta en blanco" encerraban conversaciones de todo tipo, incluso secretos, que allí se quedaban, para siempre....
ResponderEliminarBuen finde, cielete.
Besos :)
Que encanto de barberia ahora convertida en peluqueria vintage, me la imagino con ese olor especial como las de antes. Preciosa historia. Besos.
ResponderEliminarTodo vuelve, dicen, y parece que también las modas de la barba y el bigote. Cada quien con sus gustos, pero eso del rulito en la punta de los bigotes no va conmigo jejeje. Muy completo tu relato, con lujo de detalles.
ResponderEliminarUn abrazo
Has contado muy bien una historia de adaptación a los tiempos modernos. Yo seré un poco antigua pero a mi la moda hipster no me gusta nada...esas barbas tan largas...qué horror!
ResponderEliminarUn beso
Te he leído con la ternura que he visto en los personajes, la de ese tiempo que transcurría en la barbería, las charlas ocupadas para la ocasión... arreglar el mundo en un corte de pelo. Nunca decepciona tu lectura, Mag. Un placer.
ResponderEliminarMil besitos, preciosa.
Genial relato con toda la esencia costumbrista que lo hace hasta que huela a agua de colonia. Recuerdo, por mi edad, las barberias de los Angelitos de la época y estas, la de los bigotes, no se diferencian tanto. Estética parecida al servicio de las modas imperantes. Gracias por participar.
ResponderEliminarQué encanto tiene tu relato, sabor añejo de tradición familiar, saga de artistas que resurge, artesanos "por los pelos"
ResponderEliminarUn beso
Mil gracias a tod@s por vuestros comentarios. Esta vez me limito a uno general.
ResponderEliminarGracias... Gracias... Siempre por aparecer por esta Casa y dedicarme unos minutos de vuestro tiempo que, como el mío, es limitado por las obligaciones.
Muchos besos y mil abrazos.
Gracias de nuevo.
Lo bueno de las "tradiciones", y aunque en ciertos momentos se puede dudar, no se pierden, no del todo... siempre hay quien las rescata del olvido, las mantiene y las lleva adelante.
ResponderEliminarUn besote enorme.