Durante unos largos e intensos minutos de desasosiego se mantuvo inmóvil, petrificada, como si aquello fuera a darle más fuerza. Solo tenía que avanzar unos pasos, llamar y saber qué podría pasar. Seguir la llamada del corazón que galopaba dentro de su pecho.
Toda la inquietud e incertidumbre dependían de ese gesto tan simple.
En sus ensoñaciones había vivido experiencias maravillosas con ese hombre lleno de misterio. Lo había vestido de virtudes, de un arte de amar fuera de lo común, con un verbo que podía envolverla durante horas y hacerla volar, con el saber estar de un caballero con ese toque canalla que tanto le gustaba. Y aquella forma de mirar que parecía desnudar con cada parpadeo.
La puerta se abrió. A contra luz, la silueta del hombre aparecía imponente.
- La estaba esperando, señorita. –Siempre se había dirigido a ella así a pesar de que supiera su nombre.
- Disculpe mi atrevimiento. No deseo molestarle. Buenas noches –se despidió, queriendo que la detuviese de alguna manera. Tal vez por esos sus pasos eran breves.
- Yo la invité y me entendió sin decirle nada.
Y si la gente del pueblo llevaba razón. Si era un frívolo, un loco disfrazado de dandi, ese era el momento de averiguarlo. Volvió sobre sus pasos y llegó hasta la puerta. Él se hizo a un lado.
- No se incomode, señorita. Bienvenida a mi mundo –dijo ofreciendo su mano. Le clavó la mirada como quien mira en un mapa y se sabe situar. Ella no apartó la vista. Se hundió en la noche de aquellos ojos y, sin más, tomó la mano para pasar al interior escuchando cerrarse la puerta tras de sí.
Era extraña la sensación que la embriagaba. El trato, exquisito y formal, que recibía por parte de él parecía, incluso, ceremonial. Como un juego hipnótico, las palabras del hombre la azoraban mientras se dirigía ante él hacia una de las estancias de la casa. Librerías repletas de libros, un rincón de lectura, una mesa de despacho…
Se preguntaba por qué precisamente aquella habitación. Llegó hasta la mesa. Pasó la mano, acariciándola, y se sintió plenamente observada. Le daba la espalda. Seguramente, era un juego inconsciente. Dio un respingo cuando notó el cuerpo del hombre tras ella. Su pecho latiendo en su espalda. Sus manos sobre las suyas, rozándolas suavemente pero con determinación, mientras le hablaba muy cerca.
- Confía en mí… Sabes que no soy el tipo de hombre que dicen soy… Tú ves más allá. Sientes más allá… Sabes…
Aquellas palabras, modificadas en tono, mucho más íntimas y cercanas, fueron rubricadas con un suave roce de los labios masculinos en su hombro. Ladeó la cabeza. Respiró hondo. Cerró sus ojos y lo percibió más cerca, sintiéndose atrapada entre sus brazos y sus silencios, mientras la caricia húmeda de sus labios la hacían estremecer por completo.
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Y por no creer en los rumores del pueblo, tuvo ese encuentro. Ese encuentro que hizo felices a ambos. O siendo un preludio de sensaciones intensas, comenzará a hacerlo.
ResponderEliminarBesos
Siempre digo que las cosas y los hechos se demuestran, que las palabras se las lleva el viento aunque a veces dejen simiente.
EliminarNada mejor que romper barreras y atreverse a saltarlas.
Un beso enorme, Demi :-)
Son rumores, son rumores dice una canción, la gente es tan cotilla :D pero ella ya tendrá una opinión más acabada y de primera mano. Solo basta imaginar lo que vino después.
ResponderEliminarBeso dulce Magda y dulce semana.
Supongo que ella lo estudió mucho y no le pasó inadvertido más allá de su apariencia.
EliminarYa lo he dicho, pero el instinto no suele equivocarse. Y me da que puede vivir una intensa experiencia.
Un beso :-)
No siempre la "voz del pueblo" lleva la razón, y en este caso, es más que conveniente probar por un@ mism@...
ResponderEliminarHaces soñar, como siempre.
Besissssssssss hermosa.
Además, de verdad.
EliminarDicen que el río suena si agua lleva pero lo hacen sonar las piedras. Las aguas calmas suelen ser más silenciosas e intensas.
Gracias y un beso :-)
Te leo de nuevo… y me siento parte de esa historia… Y es que… no hay nada como saber (se) desde la propia piel, así como saber de aquel por el que sientes atracción… Al fin y al cabo, la vida son esas emociones que vivimos, no las que nos cuentan…
ResponderEliminarMe encantó, mi querida amiga; agradecerte de nuevo tu valiosa participación…
Bsoss y cariños miles, y muy feliz semana! 😘
Gracias, Gin, por tus palabras.
EliminarSe aprende de las propias experiencias. Las de los demás, siempre vienen deformadas o viciadas.
Y, como tú dices, las emociones se viven en la propia carne.
Un beso y mil gracias por tu proyecto.
Lo leí en su momento y me pareció un historia preciosa. Fue leerte y sentir. Y qué decir de nuestra querida Gine... un placer poder participar en sus propuestas.
ResponderEliminarFELICIDADES A LAS DOS.
Mil besitos para cada una y muy feliz inicio de semana.
Aich, Auro...
EliminarAgradecida siempre y, bueno, ya sabes, son sensaciones y son emociones... y reales o no, eso nunca se sabe... se han de sentir desde lo más hondo. El no es con lo que siempre contamos. Hay que ir a por el sí, y si la intuición te lleva, sabes que va a merecer la pena.
Un beso enorme.
Ya se sabe en los pueblos los rumores nunca faltan.
ResponderEliminarBesazos.
En este caso, me temo que el río no sonaba y que las aguas iban por otro lado.
EliminarMás de una se hubiera dado un canto en los dientes de haber sido elegida pero fue ella y siguió su instinto. No se equivocó.
Un beso :-)
Dibujas un trébol de la suerte en cada letra, en cada imagen... y el resto... son rumores
ResponderEliminarSuerte la mía, sin duda, por tener cerca personas como tú...
ResponderEliminarY lo demás, pues sí, rumores.
Besos enormes.